Un cerebro ateo investigando el cerebro: Entrevistas al neurobiólogo Rodolfo Llinás

El neurobiólogo bogotano Rodolfo Llinás desde niño mantuvo una mente escéptica y por lo tanto hambrienta de respuestas racionales. En el prólogo de su obra “El cerebro y el mito del yo” Gabriel García Márquez comenta: “Lo más difícil para él era tal vez la religión católica cuyos dogmas tenía que aprenderse de memoria sin entenderlos. Lo exasperaba que le prohibieran hablar en misa si no molestaba a nadie. No concebía que las bendiciones llegaran a los fieles, si eran echadas al aire por un sacerdote que no miraba a nadie, pues en su lógica pura no debían lanzarse al azar, sino en ciertas dimensiones geométricas para que llegaran donde el oficiante se proponía. Por estas y otras muchas razones las clases de religión sólo le sirvieron para poner en duda la existencia de Dios, porqué nadie supo como explicárselo, ni lo ayudaron a descifrar el rompecabezas teológico de que tres personas distintas fueran en realidad un solo Dios verdadero.”

Rodolfo Llinás ha sido director del Departamento de Fisiología y Neurociencia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York durante más de 25 años, también es integrante de la Academia Nacional de Ciencias.

Sobre el creacionismo, el determinismo y el alma

Entrevista hecha por la revista Cambio en 2007.

El debate ha vuelto a estar de moda en el ámbito escolar de Estados Unidos: evolucionistas contra creacionistas; ciencia contra religión. ¿Hay que erradicar alguna de las dos?

Rodolfo Llinás: Hay que erradicar el creacionismo. Eso impide a la gente pensar claramente. También hay un término medio de moda, el diseño inteligente, que dice que la evolución existe pero está prediseñada, que la vida es tan especial que tuvo que ser generada de un modo dirigido. El problema es que esa manera de pensar niega muchas cosas que se saben del sistema evolutivo: que ciertas mutaciones en el ADN producen seres que no van a subsisitir, y que solo sobreviven las soluciones buenas. El creacionismo evolutivo suprime la selección natural. Y no, uno sabe que esto no está diseñado.

¿Qué disparó la evolución del cerebro humano?

Lo más probable es que haya sido la postura. El simio humano aprendió a caminar en dos piernas y esa postura equilibrada le permitió tener un cerebro más grande. La postura también ensanchó la pelvis, lo que igualmente hizo posible que nacieran animales con el cerebro más grande: el número de células de un cerebro está limitado por el canal por el que nace. La destreza de las piernas de adelante, que llamamos brazos, también nos dio una ventaja increíble, así como el cambio de la estructura de la laringe: podemos producir fonación y por tanto, lenguaje hablado. Y de ahí al lenguaje escrito hay un paso muy pequeño.

Otro debate de moda: el determinismo, saber hasta qué punto nuestro comportamiento está programado en nuestros genes. ¿La educación que recibimos moldea nuestros cerebros, o lo que seremos ya está escrito?

El cerebro es enormemente plástico, pero limitado. Su situación inicial da ventajas o desventajas. Definitivamente, nacemos con muchas capacidades, son heredadas. Pero no solo hay causas genéticas, sino también epigenéticas.

¿Es decir?

Tenemos el embrión, pero está sometido a continuos movimientos, rayos gama, comida, pequeñas modificaciones que generan cambios enormes. La información primaria está ahí, pero son tantas las cosas que pasan con ella que ni siquiera los gemelos idénticos terminan siendo idénticos. Los padres podrían darles una crianza igual, pero tal vez no resulte tan formativa como pudo haber sido el hecho de cuál era el que estaba arriba y cuál estaba abajo en el útero. En ese caso, el determinismo genético no se puede demostrar.

¿Lo que llamamos alma está en el cerebro?

No está; es.

¿Y cómo le explica eso a una sociedad creyente?

No se le puede explicar. Es como cuando una persona dice: “Vi un fantasma”. Y usted le responde que claro, que las alucinaciones visuales existen, pero están dentro de su cabeza. Y él insiste: “Yo lo vi afuera”. ¿Cómo decirle que no? No hay nada que hacer.

¿Alguna vez ha sospechado la existencia de un más allá?

Ya de niño no me sonaban esas cosas. No entendía la religión y tenía unas peleas tan fuertes con un cura, que escandalizaban a la gente del bus. Yo preguntaba: ¿Por qué Dios es tan desgraciado que deja que nazca gente a sabiendas de que se irá al infierno? ¿Si Dios sabe todo lo que yo necesito, por qué me pide que le rece? ¿No debería decirme: “Yo sé lo que necesita, no moleste más”? ¿O por qué me obliga a decirle todos los días que él es el mejor, el más bonito, y si no lo hago se calienta? Dios es muy humano, vengativo, nuestra imagen y semejanza. No comprendí nada de religión y no me explico cómo la gente entiende esas vainas.

¿Y se ha preguntado por la telepatía?

La historia de la sociedad está basada en el hecho de que la mente no se puede leer. Si pudiera hacerse, no habría telefonía, negocios ni asesinatos. La telepatía haría imposible el contrato social. ¡Pero cómo puede haber gente tan estúpida que no comprende eso!

¿Cuál es su obsesión científica en este momento?

Las bases físicas de la subjetividad. Yo sé cuáles son las bases físicas de muchos aspectos biológicos, pero no sé cuál es el efector físico que produce sentimientos. Tienen que ser unas células, pero ¿qué particularmente? ¿Filamentos? ¿Microtubos? ¿Mecánica cuántica? Conocemos perfectamente cómo se genera la fuerza de los músculos, pero ¿cómo se generan el verde, el deseo o el amor? Quiero saber cuáles son los procesos neurológicos de esos sentimientos, que pertenecen a la misma categoría.

Con tan estrecho margen para la magia, ¿usted puede, por ejemplo, enamorarse?

Cuando termine esto podremos decir que el amor consiste en ciertos niveles de calcio intracelular en estas dendritas. Y la respuesta es sí, con más cariño se enamora uno, porque ahora entiende profundamente esas cosas que lo hacen gritar “¡me enamoré, ala!”, como si le pegaran una infección. Así se le añade a la estructura emotiva la estructura intelectual, y el amor se hace mucho más profundo y más real.

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Sobre el origen y funcionamiento del cerebro

Entrevista del periodista Eduardo Punset

Eduard Punset: Si alguien programa algo es la mente. Pero de la mente no sabemos nada, porque la mente está cerrada, es algo impenetrable, misterioso. Tú has dicho que somos lo contrario de los crustáceos, nuestra parte blanda está fuera, es como si nos hubieran dado la vuelta hacia fuera y dentro nos hubiera quedado la columna, el esqueleto y el cerebro.

Rodolfo Llinás: Sí. Pero la situación es aún más real, no es una comparación metafórica. Esta situación ocurrió realmente. Cuando miras un cangrejo, ves que tiene un caparazón, se mueve y mueve las pinzas. Pero si tú lo golpeas, es duro. En cambio, si tú golpeas una vaca, es blanda, pero si empujas suficientemente notas que dentro tiene huesos. Por lo tanto, nosotros tenemos endoesqueleto, y los crustáceos esqueleto fuera, exoesqueleto, y dentro son blanditos. La diferencia es monstruosa si uno piensa como se entienden las cosas. Imaginemos por un momento que hubiera un cangrejo inteligente, que pensara: “cómo me muevo?”. Creería que la respuesta es misteriosa, porque lo blando está dentro. Esto no nos pasa a nosotros, porque lo blando está fuera y lo podemos tocar. Tocamos los tendones y el movimiento no es misterioso para nosotros.

Tú has dicho alguna vez que sólo tienen cerebro los que lo necesitan. Las plantas no tienen sistema nervioso.

Sí, esto es así. La gente piensa que el cerebro apareció de repente, y eso no es verdad, sino que apareció trabajosamente y ha tardado 750 millones de años. Lo que pasó es lo siguiente: las células únicas, que vivieron como células únicas por dos billones de años, decidieron formar una corporación, es decir hacer un animal. Más que nada porque hay grandes ventajas en ello. Entonces se crea un sistema que puede interactuar con cosas más grandes. Y ahí se crearon casi dos filosofías. La filosofía de las plantas, que son animales como nosotros, que tienen circulación, se reproducen y mueren, pero que no se mueven activamente. Hay un incendio y los árboles no salen corriendo, pero los monos que hay en los árboles sí. Esta es la filosofía de estar quieto: no me puedo mover y voy a hacer lo mínimo necesario para poder sobrevivir. Y luego está la otra filosofía, que es la del movimiento. Ahora bien, para moverse se requiere el sistema nervioso. Entonces el sistema nervioso surgió y evolucionó de la necesidad de moverse.

O sea, que el cerebro realmente surge en aquellos organismos vivos que se mueven.

Sí, que tienen movimiento, pero movimiento con intencionalidad. Quieren moverse hacia una situación. Porque al fin y al cabo, los árboles se mueven con el viento, o cuando el sol cambia de posición, pero los animales tienen que moverse en el mundo externo, y por lo tanto requieren una imagen, aunque sea muy primitiva, de hacia dónde se están moviendo, porqué se podrían estar dirigiendo hacia la boca de una persona o de un animal que se los va a comer, por ejemplo. Entonces, moverse es peligrosísimo si no se tiene una imagen muy sencilla dentro del mundo de fuera. Esta es la clave.

De eso sale el cerebro.

Sí, el sistema se requiere para predecir el movimiento.

¿Cuál debe de ser el organismo que dio lugar al primer esbozo de este artilugio que luego fue cableado, intrínsicamente capaz de generar imágenes que emulan lo que hay en el exterior, aunque no sea exacto?

Sí. Si se busca el animal que podría demostrar esta hipótesis de la que estamos hablando, el eslabón perdido de cómo apareció el sistema nervioso, se encuentran unos animales que se llaman tunicados, que viven en el fondo del mar. Son como una especie de botella, tienen una piel delgadita, de un color muy bonito, como el azul, y sólo toman agua y la empujan con un filtro. Tienen simplemente una entrada y una salida de agua, y este sistema tan mínimo no requiere cerebro. Solamente un cerebro muy primitivo, digestivo, que activa una sencilla bomba de agua. Y no les hace falta saber qué hay fuera ni a dónde dirigirse para buscar agua, porque están rodeados de agua. Cuando estos animales se reproducen, generan una semilla inteligente, y aquí está la situación extraordinaria. Porque la mayoría de los vegetales generan millones de semillas, pero muchas se mueren o no tienen la posibilidad de generar un nuevo árbol. En cambio, la semilla de los tunicados, que es móvil, como un renacuajo, tiene capacidad de recibir luz, sabe donde es arriba y donde es abajo, es decir tiene un sistema vestibular, tiene tacto, tiene la posibilidad de entender muy brevemente el mundo externo, y se mueve activamente; pero sólo tiene una hora de vida, porque a la hora se le acaba la batería, ya que carece de aparato digestivo. Nace con una yema que se come a medida que va muriendo. Y en una hora debe buscar un sitio donde fijarse. Cuando encuentra ese lugar, se fija en él, mete la cabeza y absorbe su propio cerebro. Ya no lo necesita.

(Eso le pasa a alguna gente cuando se aposenta.)

Y esto demuestra la relación entre la inteligencia y la capacidad motriz. Lo que ha pasado en la evolución es que algunas de estas formas han adquirido el aparato digestivo, y entonces ya pueden continuar explorando el universo. Y esos somos nosotros, es decir todos los vertebrados.

Demos un pasito más, y veamos qué pasa cuando necesitas predecir un poco lo que va a ocurrir, y programarlo. ¿Necesitas ya un organismo más complicado?

Claro. Y entonces lo que pasa es que los animales desarrollan una cabeza. ¿Qué es la cabeza?. La cabeza es el punto de lanza del animal que se mueve. Y como las cosas nuevas siempre vienen de delante, porque uno se está moviendo hacia delante; los ojos están delante, y los oídos, y todos los aparatos de percepción del universo están enfrente. Primero porque de ahí viene la información, y segundo porque la respuesta que se puede dar a un mundo externo es mucho más rápida.

Y para eso este artilugio tiene que ser capaz de representar intrínsecamente, interiormente, algo de lo que está ocurriendo fuera. Algo, pero no lo mismo.

Claro, porque este sistema es un sistema cerrado, que está perforado por los sentidos. El sistema nervioso tiene que hacerse una idea de lo que cree que hay afuera, y lo hace en base a la memoria, a la memoria genética y en base a lo que llega a los sentidos. Con esas tres variables genera un estado interno que solamente existe adentro. Porque solamente dentro uno mezcla el rojo de una manzana, con la redondez de la manzana, con el tacto de la manzana, con el sabor de la manzana, con el olor de la manzana. Esas cosas, las genera el sistema nervioso. Y uno es incapaz de imaginarse el mundo de otro modo, porque así lo hemos construido. Hay cosas que no vemos, como las señales de televisión que nos están perforando, ni las ondas de radio, ni muchas otras cosas, sólo vemos lo que nos importa. Lo que no nos importa lo ignoramos.

¿Cómo es posible que una manzana sólo exista en el cerebro?

Sí, esto es así. Porque si uno es mosca, posiblemente ve la manzana de un modo totalmente diferente. Y si uno es caballo, también. Entonces, estamos recibiendo una imagen interna de lo que es la manzana para nosotros. Como es tan nuestra, no nos imaginamos que tenga valores diferentes para los diferentes animales. Y que si no hay cerebro, las manzanas no existen. Son, pero no son reconocidas. Pero lo realmente interesante es que el sistema es cerrado. Si me duermo, sueño con gran detalle, con música, en colores, leo, todo ello cosas que no existen. Entonces yo sé que los pedazos de cosas de los cuales está hecha la realidad están dentro. Y lo que yo hago son objetos que son estados funcionales. La demostración preciosa de que el sistema es cerrado es el hecho de que uno pueda pensar una cosa, inventar una cosa, y luego hacerla, cuando esa cosa nunca existió fuera.

¿En qué estás pensando?

Me imagino un aparato que tenga las mismas propiedades en pequeño que la rotación de la tierra. Eso se llama reloj. Es un aparato rarísimo, porque es un pedazo de metal, que representa en un mundo totalmente diferente la hora, es decir la posición entre el sol y la tierra en un momento dado. No hay igual, fuera de la raza humana, porque se necesitaba un aparato que pensara esto y luego lo hiciera posible, de modo que en nuestro caso el sistema nervioso ha llegado a tal desarrollo que podemos convertir en realidad nuestros sueños.

En alguna parte hablas de tormentas eléctricas poderosísimas. Este artilugio capaz de construir estas representaciones lejanas de algo que se supone que está fuera, o de un sueño, necesita que sus neuronas se comuniquen y que lo hagan a veces en una especie de estallido, que no sólo se haga en una oscilación rítmica, lo que tu llamas una coherencia, como un ejército que se mueve rítmicamente, marcando el paso.

Imagínate que grito “¡no!” y doy un golpe brusco sobre la mesa con el brazo. El brazo se ha movido y ha transmitido energía a la mesa al mismo tiempo que el aparato bucal ha producido un sonido. Todo esto es un estado funcional que se ha generado al mismo tiempo. Yo no puedo secuenciar las partes. Si tu miras dentro del cerebro en ese momento ves millones de células que cómo los espectadores en un estadio dicen gol a un tiempo. Imagínate que dentro de la cabeza millones de células se activan al mismo tiempo.

¿Qué dirías si alguien te dijera: en el inicio de la casi vida fue un cristal, y luego durante 3500 millones de años ha sido el ADN, que sigue siendo un cristal, y luego será el silicio?

Y tú sabes muy bien que hay hoy en día muchos aparatos que se hacen con cristales líquidos, como los teléfonos móviles. Son sistemas muy bien organizados, de poco movimiento, que son capaces de tener ciertos estados funcionales.

Tú dices que la vida es un sistema.

Sí, una mitocondria por sí sola, no está viva. Pero el sistema tiene propiedades que llamamos vida. Este es el principio de la bicicleta. El espíritu de la bicicleta está en su sistema, no en una llanta, o en el manillar.

Pero el 90% de las actividades de este sistema son automáticas. ¿Y el resto?

Como humanos, vemos que somos animales cerebrales. Nacemos desnudos, sin la posibilidad de sobrevivir solos, y morimos con la forma casi de un feto. Somos siempre como niños. Si pensamos en nuestra fuerza dentro del reino animal, estamos en la escala menor. Una gallina casi corre más rápido que nosotros. Cualquier otro animal nos gana en correr. En vez de tener gran fortaleza física, hemos desarrollado otro nuevo sistema interaccional: el pensar, solucionar los problemas sin movernos. Dentro del cerebro realiza todas las posibles soluciones para poder generar fuera la mejor solución, por ejemplo hacer una escalera. El sistema nervioso tiene la capacidad para nosotros última, pero para eso se requiere poder respirar sin tener que pensar, o digerir, o moverse. De eso se ocupa el cerebro automático, vegetal, que vive en el tallo cerebral, el hipotálamo, etc. El otro es el que genera la conciencia, el sistema tálamo cortical.

El más reciente, el que se ha hecho grande hace poco.

Hay dos grandes sistemas: el más primitivo, el de las pasiones, del dolor, porque aunque la gente no lo sepa el dolor es una pasión, de la envidia, de la pereza, de la lujuria, del comer, del sentir, etc, que no es negociable. Alguien te gusta, o no. Algo te gusta, o no. Como le pasa al reptil. La posibilidad de negociar con la realidad sólo ocurre cuando el segundo sistema, el neocórtex, aparece, que de todos modos está totalmente dominado por las pasiones.

¿A dónde vamos? ¿Tiene unos límites esta computadora adicional que nos ha hecho evolucionar tecnológicamente tanto?

La repuesta tiene dos aspectos, a mi entender. Uno es la naturaleza de lo que somos, y otro a dónde vamos. Si uno mira dentro de la cabeza vemos que el cerebro no es una salchicha sin sentido, sino un instrumento con una geometría, y un sitio para cada cosa, y una comunicación radial entre el tálamo y la corteza, y la ventaja de esta situación es que si hay que comunicarse de corteza a corteza y hubiera que ir por los caminos de la corteza, que pueden estar o muy cerca o muy lejos, la posibilidad de que todo ocurra al mismo tiempo sería mucho más difícil, porque primero actúa lo que está cerca y luego lo que está lejos. Si la comunicación se hace hacia el centro y desde el centro, todo está a la misma distancia, y por lo tanto las cosas pueden ocurrir al mismo tiempo, a través de la actividad eléctrica. El tálamo es el que crea el sistema de coherencia temporal, que llamamos conciencia, o realidad virtual.

¿Y a dónde nos dirigimos, a lo androide o al robot electrónico?

O a una cosa totalmente diferente. ¿Será posible que haya una conciencia colectiva?. Imagínate que yo cuelgo una hipótesis de trabajo en Internet, y en media hora me la devuelven totalmente revisada, o incluso refutada. Entonces yo como creador apenas propongo cosas, porqué todo se decide colectivamente. Esto es lo que pasa dentro del cerebro.

Parece ser que la gran diferencia con los ordenadores, por ejemplo en los juegos de ajedrez, es que el homínido tiene una gran capacidad para descartar lo irrelevante y concentrarse en lo que intuye que vale, mientras que la máquina no, realiza doscientos millones de posiciones por segundo a fuerza bruta.

Exactamente. Esto es lo que nos distingue, la capacidad para resaltar lo irrelevante y ponerlo en contexto. Nosotros actuamos por alguna razón, mientras que el ordenador hace lo que le ordenan. Hay un famoso cuento sobre la diferencia entre la semántica y la sintaxis. Es un punto clave y muy revelador de la diferencia entre el ordenador y el hombre. Se trata de meter a una persona en un cuarto cerrado y obligarla a hacer cambios en cosas que tiene ahí que tienen garabatos, y descubre que se pueden traducir con un diccionario en otras cosas, y después de cierto tiempo se le dice que está traduciendo del árabe al chino divinamente. La persona responde que no sabe ni árabe ni chino. Este señor habrá entendido la sintaxis, pero no sabe la semántica, no sabe qué está haciendo. Los ordenadores tienen solamente sintaxis, hasta ahora, y no pueden tener semántica, hasta que no sepan qué son y hasta que no empiecen a moverse…

Entonces necesitarán representarse interiormente la imagen del mundo exterior y…

No lo sabemos, pero yo te estaba hablando de una cosa un poquito diferente. El hecho es que en este momento la posibilidad de votar, de ponernos de acuerdo en algo, es todavía poco flexible, pero imagina que hubiera un sistema para que todos pudiéramos dar constantemente nuestro punto de vista. Esa sociedad imaginaria decidiría las soluciones globales, sociales, políticas, y sería un nuevo sistema, que ya no estaría limitado por las capacidades del cerebro de una sola persona. No sé si vamos para allá o si seguiremos defendiendo nuestra individualidad.

Sobre el cuidado del cerebro y la inteligencia artificial

A continuación la charla mantenida entre la BBC y el Dr. Rodolfo Llinás (02-Nov-2007)

Comenzamos con una preguntas de Ruviela Moreno, de Bogotá, y otra de Gabriel Vargas, de México. ¿Me gustaría saber si las neuronas en el cerebro se regeneran y en qué proporción? ¿Es cierto que diariamente mueren muchísimas neuronas en el cerebro?

Parece que sí hay generación de nuevas neuronas, sobre todo en el hipocampo. Aún no sabemos exactamente qué tan importantes son para el funcionamiento del cerebro. Definitivamente, el cerebro se deteriora con el tiempo por lo que nunca seremos tan inteligentes como fuimos cuando éramos jóvenes.

Rómulo Lagos, desde Chile, pregunta: ¿Existe alguna fórmula para mantener el cerebro en un estado joven, en ejercicio, para mantener la agilidad y estar en condiciones mentales perfectas?

El cerebro tiene dos razones por las cuales se deteriora. Una, es el deterioro del cuerpo, al fin y al cabo, el cerebro debe ser mantenido por el sistema circulatorio, por el sistema respiratorio. Para que haya un cerebro sano, se requiere un cuerpo sano, y para ello se necesita que el cuerpo no se maltrate, es decir, no se le puede poner demasiado peso, no puede ser demasiado delgado, no se le puede forzar demasiado, no se le puede no forzar.

El segundo punto: para mantenerse, el cerebro requiere que se le use bien, requiere que se piense, que se lea, que se medite, que se trate de entender el mundo y que se tenga una actitud positiva con respecto al medio ambiente y a la propia existencia.

En la prensa recomiendan hacer sudoku o palabras cruzadas, y uno se pregunta si esto fomenta algún tipo de regeneración. ¿Usted recomienda este tipo de ejercicios?

Definitivamente. Lo más importante no es que existan nuevas células sino que no se permita degenerar los sistemas que ya existen. El aforismo ‘lo que no se usa se deteriora’ es tan cierto para el cerebro como lo es para los músculos.

Toribio González de Monterrey pregunta si influyen algunas sustancias que alimenten y mejoren las neuronas y las conexiones de las neuronas.

La cantidad de energía que consume el cerebro es más o menos la cuarta parte de todo el cuerpo y esa energía, requiere que haya proteínas, azúcares, ácidos grasos, en una mezcla buena. Se requiere que no se le trate mal. Entonces, la gente que se droga, que toma alcohol, que continuamente está envenenando el sistema realmente lo que está es matando su cerebro. Lo más sencillo, es recordar que cuerpo sano y mente sana es lo que hay que tener en cuenta.

Se ha hablado también de que el pensamiento negativo, tiene un impacto físico y que sería una manera de intoxicar el sistema ¿Es eso verdad?

Eso es perfectamente verdad. Sobre todo las personas negativas, el odio, la envidia, la pereza, esas cosas que se pueden controlar son muy negativas porque producen estados depresivos. Las personas que siempre están tratando de interpretar las cosas negativamente cuando las pueden interpretar de forma positiva, están viviendo una vida mala y están dañando su cerebro.

¿Hay algún tipo de alimento especial para el cerebro?

No. La gente necesita hacer dinero y venden y dicen cualquier cosa. Lo más sencillo -y lo de siempre- es comer comida sana; pero yo conozco muy poca gente que sea inteligente porque está tomando cosas para el cerebro.

Luis Indriago desde Venezuela pregunta sobre el incremento en el diagnóstico del déficit de atención e hiperactividad. Algunos dicen que es una moda ¿Es cierto que se trata de una moda? ¿o es que los científicos conocen mejor los misterios del cerebro y entonces es posible avanzar en ese tipo de diagnóstico?

Estas son cuestiones que han aumentado casi exponencialmente en los últimos 30 años. Hay dos razones. Una, el diagnóstico se hace mejor y la gente se está dando cuenta que hay problemas. Hay posiblemente algunas otras cosas cuyas razones no se han podido determinar pero posiblemente, algunas sean tóxicas. Definitivamente, sí es un poco alarmante el aumento de este tipo de problema.

Nosotros hemos estado trabajando al respecto y mucha otra gente. Es posible que empecemos a entender un poco que el problema tiene que ver con los ritmos cerebrales. Si esa es la verdad,y lo estamos estudiando como le digo, entonces habría posibilidad de mejorar con drogas, con compuestos que cambien un poco la ritmicidad.

Otro tema que preocupa es la depresión. Darío Larios de México, pregunta si la depresión puede tener su explicación y por ende una cura a nivel cerebral, y Héctor Bedobati, de Uruguay, dice que ha sufrido una depresión mayor y se pregunta si su sistema neuronal ha podido quedar afectado luego de la depresión y puede ser incluso más vulnerable a problemas como el alzheimer.

La depresión generalmente viene en dos formas. La depresión aguda que tiene que ver con problemas externos que todos tenemos, y otra depresión que no tiene que ver con el mundo externo, que se relaciona con las propiedas intrínsecas del cerebro.

En esa área hay posibilidades de entender mejor lo que está pasando. También es un problema de ritmicidad cerebral, que no ocurre como en el caso del problema que estábamos hablando antes, sino en la parte anterior del cerebro que es el área que controla las emociones, sobre todo en la parte negativa de las emociones. Esta es un área que se está estudiando bien y hay buenas posibilidades.

Ahora la posibilidad de que este estado, un estado de depresión que ha durado algún tiempo, necesariamente facilite otros estados cerebrales no es verdad. Puede suceder claro, pero la posibilidad de que desencadene otros estados cerebrales es una correlación que no se puede establecer.

A veces altera el modo de pensar, de ver la vida, pero no es una cuestión cerebral, es actitudinal. Por eso lo que se le puede decir a esa persona es que por favor no sufra tanto, más bien que goce de la vida que tiene.

Sabemos que hay muchos medicamentos como los antidepresivos. Ahora si se está entendiendo mejor que, tal vez, la causa de algún tipo de depresión puede tener que ver con el funcionamiento cerebral ¿Puede que lleguemos a tener una cura a ese nivel?

Claro. Hay dos situaciones. Una es las drogas que se utilizan cuando hay depresiones agudas para simplemente pasar el momento y dejar que el cerebro se autocure. La otra situación: hay drogas que producen una mejora, pero se fuerza al paciente a tomarlas continuamente. Hay que tener mucho cuidado.

¿Qué esperanza hay en el caso del alzheimer o de la demencia senil? Priscilla Quereigua de Maturín en Venezuela, dice: ¿Qué es lo que da mejores resultados contra el alzheimer?. Mery Moreno, de La Paz, Uruguay, señala que acaba de perder a su madre víctima de demencia senil y quiere preguntarle si se está tratando de encontrar medicación para ese mal.

Se está estudiando enormemente e inclusive se están generando unos productos que casi son vacunas. Es una situación que posiblemente va a mejorar muchísimo en los años que vienen.

Hablemos del futuro. Daniel Buitriago, de Colombia, es estudiante de matemáticas y le pregunta si usted cree que algún día va a existir la inteligencia artificial.

Es una pregunta bien difícil porque habría que definir qué se quiere decir con inteligencia artificial. Si definimos como inteligencia la capacidad de resolver algún tipo de problema matemático la respuesta es sí. Si pensamos que la inteligencia artificial está basada en la capacidad de tener subjetividad, entender, de sentir, la respuesta es que no lo veo por ahora posible.

Francisco de Lima, Perú, pregunta si usted cree que en un futuro se podrán realizar transplantes de cerebro.

La respuesta es no por lo siguiente: el cerebro tiene una historia. No se trata de un trasplante como el hígado donde las células no recuerdan haber existido. Entonces imagine el problema de transplantarle un pedazo de cerebro, o inclusive todo el cerebro, a otro cuerpo. Lo que se estaría transplantando es el cuerpo a ese cerebro y no el cerebro a ese cuerpo.

Guillermo Jiménez, de Puebla, México pregunta: ¿Cómo puedo despertar el interés por la ciencia en mi hija de 13 años? Patricia de Paraguay, dice que es docente y ha notado en los adolescentes una falta cada vez mayor de curiosidad, de investigar, y eso le preocupa.

El problema con las personas jóvenes generalmente es que de algún modo se les hace pensar que ya todo se sabe y que por lo tanto, su única función en la vida es aprender lo que ya se sabe. Lo que habría que explicarles es que lo que no se sabe es más o menos el 99% de todo lo que existe. Lo que sabemos es muy pequeño. Estamos hablando de explicarles a los niños que han llegado en un momento precioso de la evolución humana porque tienen a mano metodologías para apreciar, para entender, conocer.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Es una pregunta un poco compleja. Yo con sinceridad no puedo contestar. Naturalmente uno quisiera que se le quiera porque todos somos humanos. Ahora, ese es un problema que le va a pertenecer a un mundo en el cual yo no voy a existir. Entonces, como no voy a existir en ese momento, para mí es una pregunta sumamente extraña. Casi tan extraña como mi respuesta. Sólo el futuro lo puede decir y es algo que otra gente tiene que decidir y no yo. ¿Cómo quisiera yo ser recordado? Quisiera que fuera la verdad.


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