Investigación. Durante diez años, la idea de que la vacuna triple viral, que protege contra el sarampión, la rubéola y las paperas, era causante de enfermedades en el espectro autista, ha preocupado a muchos padres hasta el punto de no vacunar a sus hijos, pero un estudio profundo despeja ahora las dudas.
Desde 1998, la vacuna triple viral para infantes comenzó a ganar una muy mala reputación. Un peligro inminente si tenemos en cuenta la importancia de esta vacuna (conocida como MMR en inglés y SRP en español) que protege a los recién nacidos contra el sarampión, la rubéola y las paperas. Sin embargo, hace diez años, un reporte sobre la presencia de moléculas de ARN del sarampión en los intestinos de niños con enfermedades en el espectro autista y de desórdenes gastrointestinales comenzó a intrigar a los científicos y a mortificar a los padres.
El reporte creció como bola de nieve y, en la actualidad, existen enormes grupos de padres de niños autistas que continúan promoviendo la idea del peligro de vacunar a los niños. “Es un arma de doble filo. Lo importante ha sido siempre tener la experimentación detrás pero no se hizo nada, ningún equipo realizó estudios profundos sobre el problema hasta que otro problema comenzó a nacer”, expresó para El Caribe Julia Asidius, de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.
Asidius se refiere a los brotes de sarampión que comenzaron a germinar en Estados Unidos. Por ejemplo, dentro del período del primero de enero hasta julio de este año, el Centro para el Control de Enfermedades reportó 131 casos de sarampión en niños que no habían sido vacunados o cuyo estado de vacunación era desconocido. Ha sido el brote más grande desde 1996, reportan las autoridades. Ciertamente, la ausencia de estudios para tranquilizar a los padres tiene mucho que ver con las dudas sobre las vacunas. Hasta hoy.
El estudio es tan importante que los científicos publicaron sus resultados en línea en la página de la Librería Pública de la Ciencia (http://dx.plos.org/10.1371/journal.pone.0003140). Más aún, explicaron que los experimentos fueron realizados en coordinación con la Comunidad de Padres por la Salud de los Autistas, que, junto a los científicos, diseñaron todos los puntos a tocar durante la experimentación.
“Nuestros resultados son inconsistentes con una relación causal entre las vacunas y estos síndromes. De acuerdo con las investigaciones, las vacunas MMR no actúan como detonadoras del autismo o de las enfermedades gastrointestinales”, expresó Mady Hornig, epidemiólogo y director de investigación del Centro para Infecciones e Inmunología del Colegio Mailman. “El trabajo que hemos hecho elimina la posibilidad de que estas vacunas tengan algo que ver con la aparición del autismo o de dificultades gastrointestinales”.
Distintos grupos experimentales
Los científicos clasificaron los grupos de niños en tres, unos con autismo y enfermedades gastrointestinales, otros sólo con enfermedades gastrointestinales y un grupo control sin ninguno de estos problemas. La investigación no sólo involucró a la comunidad de padres con niños autistas sino que también integró varios centros científicos y laboratorios en Estados Unidos. Investigadores de la Universidad de Columbia, de los Centros de Control para el Control y la Prevención de Enfermedades, del Hospital General de Massachussets y del Colegio Universitario Trinity en Dublín analizaron tejidos del intestino grueso de los niños en el estudio, las muestras fueron analizados por varios laboratorios, algunos ni tenían idea de lo que buscaban, lo que disminuye las probabilidades de predisposición hacia una respuesta en particular. Es lo que en ciencia se llama un grupo control en doble ciego.
Más de 20 estudios epidemiológicos
“Los resultados de nuestras investigaciones afirman claramente que no existe una relación entre la aparición del autismo o de enfermedades gastrointestinales y la exposición a la vacuna triple. Análisis independientes de una misma biopsia en tres laboratorios mostraban que la presencia de secuencias de ARN del virus del sarampión no está asociada con el diagnóstico del autismo”, expresó Hornig. Los científicos también analizaron el orden temporal de la aparición, tanto del autismo como de complicaciones gástricas, pero no descubrieron ninguna correspondencia con la exposición a la vacuna. “Más de 20 estudios epidemiológicos han mostrado que no existe esta relación temporal, pero esta es la primera vez que mostramos la ausencia del virus del sarampión en niños autistas con problemas gastrointestinales”, concluyó en el estudio.
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