Neurología. Existen evidencias científicas de que el cerebro tiene una fenomenal capacidad de adaptación y que es capaz de compensar por la pérdida de cualquiera de sus sentidos, sin embargo, un nuevo estudio a largo plazo no sólo confirma este potencial sino que ha descubierto que es mucho mayor de lo que pensábamos.
Los investigadores vendaron a un grupo de los voluntarios. Durante cinco días, estas personas estuvieron desprovistas de estímulos visuales con el propósito de atrapar al cerebro en una de sus muchas transformaciones. Y, sin lugar a dudas, el equipo de neurólogos confirmó la plasticidad de nuestro órgano pensante y, más allá, encontró un potencial mucho mayor del que se pensaba y la fenomenal habilidad de cambiar y readaptarse en poco tiempo. “Hemos podido observar que aún en adultos, el cerebro es capaz de adecuarse rápidamente a la pérdida de uno de sus sentidos, no sólo eso, estas adaptaciones son reversibles, una vez la visión es restaurada, la red neuronal regresa a sus actividades normales”, explicó el líder del estudio, Alvaro Pascual-Leone, profesor de neurología en la Universidad de Harvard y director del Centro Berenson-Allen para la Estimulación no Invasora del Cerebro, donde se realizaron los experimentos. El cerebro compensa por la pérdida de cualquiera de sus sentidos, asegura el estudio realizado a largo plazo y especializado en la visión. Más aún, el órgano de los cálculos y las ideas es mucho más adaptable de lo que jamás pensamos. “En un sentido, al vendar a los voluntarios hemos desenmascarado el verdadero potencial compensatorio del cerebro”, escribió en el diario Plos one uno de los autores del estudio, Lofti Merabet. Anteriormente ya se habían realizado varios estudios con voluntarios con visión que eran vendados y pruebas posteriores confirmaron que los voluntarios privados de la visión por algunos días leían mejor en Braille que los que no habían sido vendados. En el estudio actual, los científicos tienen como objetivo indagar el origen de esta particularidad cerebral. “Queríamos saber si los resultados se debían a una nueva carrera de nervios creados en el sistema o si existen capacidades latentes en el corteza visual cerebral que son revelados como respuesta a la pérdida de la visión”, explicó Pascual-Leone. Por supuesto, las máquinas de resonancia magnética no se podían quedar. Los investigadores sometieron a los voluntarios al escáner de la resonancia funcional tanto al inicio del experimento como al final, con el fin de comparar las diferencias en adaptación neuronal antes y después de ser desprovistos de la visión.
Clases de Braille intensivo
Los investigadores usaron un grupo de 47 voluntarios divididos en dos equipos. Todos los participantes permanecieron en el recinto de la universidad todo el tiempo que duró el experimento, más o menos una semana, y estuvieron supervisados por los encargados del laboratorio. Un grupo estuvo vendado durante cinco días, las 24 horas del día, el otro equipo mantuvo la visión normal. Cada voluntario, de ambos grupos, recibió clases intensas de Braille, el método de lectura y escritura que utilizan los ciegos, por cuatro o cinco horas al día; un voluntario profesional del Centro Carroll para Ciegos en Estados Unidos se encargó de dar las clases. “Es posible que hablemos de áreas especializadas en el cerebro, pero no es así como el órgano funciona, el cerebro funciona como un todo, cada región sabe lo que ocurre en la otra y es capaz de reorganizarse de forma dinámica y rápida”,dijo Pascual-Leone.
La corteza visual activa por el tacto
Efectivamente, los investigadores demostraron, durante las pruebas a los voluntarios, que los que habían sido vendados leían mucho mejor el Braille que los que no fueron vendados. Más aún, los resultados de la resonancia magnética mostraron que los cerebros de los voluntarios vendados mostraban mayor actividad en la corteza visual cuando las personas usaban el tacto, en contraste con las imágenes iniciales donde no existía tal respuesta. Pero la cosa no termina ahí, 24 horas después de haber removido las vendas de los ojos, los cerebros de los voluntarios regresaron a la normalidad, y la resonancia magnética mostró poca o ninguna actividad en el área visual a estímulos táctiles. “Esta extremadamente rápida adaptación cerebral indica que las funciones que están normalmente inhibidas en la corteza visual del cerebro resurgirán cuando son necesitadas”, dijo Merabet.
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