Uno de los mayores problemas que presentan los trasplantes de órganos es el rechazo. De hecho, muchos de estos pacientes mueren debido a enfermedades que no están relacionadas directamente al trasplante o al órgano trasplantado sino que son productos del ataque poderoso de nuestro propio sistema de defensa.
Por mucho tiempo los científicos han intentado controlar esta complicación. Algunos estudios se han dirigido al proceso de gestación de la madre, que permite que un organismo diferente permanezca dentro de ella sin ser atacado por su sistema de defensa. Pero aún no se ha conseguido que las células inmunológicas acepten sin condiciones a otras células desconocidas en el organismo.
Sin embargo, estudios y experimentos realizados en tres universidades británicas distintas han elaborado una técnica que parece funcionar. Científicos en la Universidad de Cambridge, el Colegio Universitario Imperial de Londres y la Universidad de Edimburgo, ofrecen una solución sencilla a este intenso y tenaz inconveniente. El tratamiento consiste en tratar al paciente con células del donante un poco antes de la operación. La idea es “educar” al sistema inmunológico del paciente para que se vaya acostumbrando gradualmente a las nuevas células para que luego no rechace al órgano trasplantado.
El sistema inmunológico ha evolucionado por millones de años con el propósito de ayudarnos a sobrevivir. Su única razón de ser es batallar con células desconocidas que se alojen en el organismo y, las células guerreras que lo componen, hacen todo lo posible por destruir cualquier agente infeccioso o extraño que entre en el cuerpo. Dos de las enfermedades más letales en la época moderna logran engañar al sistema mediante trucos especiales. El cáncer, por ejemplo, utiliza a las propias células del cuerpo para que hagan todo el trabajo sucio y se multipliquen por el organismo. Como no se trata de un agente externo, el sistema inmunológico tarda en reaccionar. Por otro lado está el sida, que ataca al propio sistema inmunológico y debilita al organismo haciéndolo vulnerable a muchas otras enfermedades.
De la misma forma, los pacientes de trasplantes tienen a su propio organismo como el peor enemigo. “No importa si el órgano funciona perfectamente, luego de un trasplante, el paciente está condenado a una vida tomando medicamentos inmunosupresores que mantienen al sistema quieto para que no ataque al nuevo habitante del cuerpo. Sin embargo, estas drogas, además de los nocivos efectos secundarios, también dejan al paciente vulnerable a otras enfermedades. Muchos mueren por condiciones que no tienen que ver con el órgano trasplantado”, explicó la profesora Maggie Dallman del Colegio Universitario Imperial de Londres y uno de los científicos en el experimento.
Los primeros experimentos se llevaron a cabo en roedores. Los doctores encontraron una señal genética clave o mensaje químico que han llamado “Notch”. Esta red de mensajería parece gobernar la forma en que las células inmunológicas se desarrollan. Dos semanas antes de la intervención para realizar el trasplante, los investigadores utilizaron una combinación de Notch junto a células del futuro donante que fueron implantadas en el ratón. Los investigadores ya conocían lo que Notch haría una vez en el cuerpo. Este sistema regula y gobierna cuáles células defensoras serán producidas y utilizadas para defender al cuerpo. El tratamiento, en combinación con el implante de las nuevas células, le enseñan al sistema inmunológico a tratar de forma educada a las nuevas células, de modo que cuando llegue el momento de realizar el trasplante, las células guerreras no ataquen al órgano.
“El tratamiento impulsa la producción y el desarrollo de un tipo de células inmunológicas conocidas como ‘células supresoras T’ que se encargan de frenar toda clase de respuesta inmunológica. El tratamiento también reduce la producción de las células batalladoras conocidas como ‘células ayudantes T’ que asisten en la producción de poderosos combates contra agentes externos”, explicó la profesora Dallman para el Diario de Investigación Clínica.
Hasta el momento, los logros han sido extraordinarios. Todos los ratones que fueron tratados con la combinación y luego sometidos a un trasplante, duraron cuatro veces más tiempo sin ser azotados por una respuesta inmunológica indeseada. Los científicos estiman que el logro es lo suficientemente impresionante como para realizar pruebas clínicas en humanos.
“En la mayoría de los trasplantes que se realizan ahora, como el de riñón, de hígado y de parte de los pulmones, nos encontramos que los donantes pertenecen a la propia familia por lo que es posible realizar el tratamiento conociendo al donador con anterioridad. Es posible que esta sea la solución que andamos buscando”, concluyó el doctor Anthony Warrens, especialista en inmunología y medicina renal en la Universidad de Cambridge.
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