Genética. Un equipo de científicos en la Universidad de Florida no sólo ha descubierto que la mutación de un gen provoca conductas delincuentes en los jóvenes sino que también encontraron que la atención materna neutraliza el efecto.
El progreso en la ciencia de la genética ha ido transformando nuestras vidas. Poco a poco, la medicina personalizada, la lectura de genomas y el estudio de la personalidad a través del análisis genético han ido dominando las noticias científicas en el siglo XXI. Este fenómeno ha sido posible gracias a la creación, tanto en Estados Unidos como en Europa, de bancos de genotipos y programas dirigidos a poblaciones específicas.
En esta ocasión, el criminólogo Kevin M. Beaver, de la Universidad del Estados de Florida, partió de la recolección de genomas en un programa estadounidense llamado “Add Health” (Agrega salud), un proyecto actual administrado por la Universidad de Carolina del Norte en Chapel-Hill y fundado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano. El programa comenzó en 1994 y desde entonces, un total de 2,800 adolescentes han sido entrevistados y sus genomas decodificados.
Beaver, junto a sus colegas John Paul Wright, de la Universidad de Cincinnati y Matt DeLisi, sociólogo de la Universidad del estado de Iowa, buscaron una correlación entre la vida social de los adolescentes analizados y algún indicativo genético que los conformara a todos en un solo grupo. Los resultados de sus análisis han sido publicados por el diario Psicología Genética.
La investigación criminológica ya hace mucho que había relacionado el uso de drogas, la personalidad antisocial y la conducta criminal con la formación de grupos de delincuentes, pero esta es la primera vez que un estudio descubre otros lazo entre estos amigos: una mutación genética de un alelo compartida por estos grupos de bandoleros.
Pero el asunto no sólo queda en la genética. No debemos olvidar que por encima de todo, los humanos somos animales sociales y el medio ambiente traza caminos imborrables en la formación de nuestra personalidad y en nuestra estabilidad mental. “Descubrimos un dato curioso aunque no sorprendente. Algunos muchachos poseían el alelo pero no mostraron nunca el comportamiento delincuente ni se interesaron en formar pandillas o unirse a ellas. Esto chicos fueron salvados por el amor materno”, expresó DeLisi.
Este conocimiento es sumamente importante pues la atención y al amor de la madre es capaz de silenciar la mutación.
La importancia del amor de mamá
Cuando los investigadores analizaron los genomas de grupos de muchachos, todos hombres, que se habían unido o formado pandillas, descubrieron que sus genomas compartían una diferencia en común. La variación en particular es llamada “Alelo repetido 10” (10-repeat allele) y se encuentra en el gen que transporta la dopamina conocido como DAT1. “Una de las cosas que nos llamó la atención en el estudio es la influencia del amor materno en la actitud que tomará el adolescente. Al estudiar a 1.816 muchachos de bachillerato nos dimos cuenta que la variación sólo es aplicable en hogares donde la madre ha abandonado a los hijos o simplemente éstos no han recibido cariño maternal. Los chicos con la variación pero con una madre cariñosa a su lado, no mostraron conductas criminales ni comportamientos antisociales”, escribieron los investigadores en el diario.
Correlación X entre genes y ambiente
Los investigadores van a continuar trabajando en descubrir vínculos entre los genes y el ambiente. Este tipo de estudio genético es conocido como el estudio de la “correlación X entre los genes y el medio”, una relación que cada vez se hace más evidente y básica para el Homo sapiens. Los genetistas tienen algunas sugerencias sobre este vínculo y el efecto que tiene en familias de alto riesgo en contraste con lo que ocurre en los muchachos criados en las familias de bajo riesgo. “A lo mejor lo que sucede es que el estrés y la inestabilidad generada por la falta del cuidado materno en una familia activa la variación en el alelo mientras que en las casas donde la madre se ocupa de sus hijos, el alelo permanece inactivo. O quizás ocurre otra cosa. Tal vez, el alelo activa la conducta antisocial en ambos casos, no cómo hayan sido criados, pero en el caso de las familias de bajo riesgo, estas madres y padres son capaces de controlar mejor este tipo de conducta en sus hijos. Es nuestro próximo paso”, expresó Beaver.
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