Tecnología. El mundo virtual se anota un rotundo éxito con el primer experimento sobre tecnología háptica.
Esta nueva ciencia se encarga del estudio del tacto y su manipulación a través de aparatos electromecánicos. Uno de los primeros laboratorios hápticos se originó en el Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) y fue fundado por Mandayam Srinivansan, quien lo bautizó como el Laboratorio del Tacto. Srinivansan ha estado trabajando con unos nuevos aparatos llamados “fantasmas”, creados por la compañía Sensable Technologies. Los fantasmas tienen como misión transmitir señales táctiles entre personas que comparten el mismo espacio virtual. Estos robots logran semejante hazaña transmitiendo impulsos pequeños en frecuencias sumamente altas a través de la red. En mayo pasado, el doctor Srinivansan, junto a un equipo de la Universidad de Londres dirigido por el profesor Mel Slater, consiguió darse el primer apretón de manos en el mundo virtual. Un evento bastante precoz dado el corto tiempo que tenemos utilizando el Internet.
Sin embargo, a veces parece que los científicos trabajan con resultados que se parecen más al mundo del futuro que a la realidad actual. Este novedoso ensayo es el comienzo triunfante de una nueva era en Internet que aún nos parece rústica, como las pantallas verdes de los primeros ordenadores. A pesar de que este nuevo avance tecnológico fue un éxito contundente, los investigadores aseguran que aún es muy temprano para comercializarlo ya que se necesitan elementos que aún no están disponibles para el público en general. Entre estos obstáculos se encuentran las limitaciones en la velocidad, en la anchura de la banda y en el tipo de fibra óptica que se utilizó para este peculiar ensayo. No obstante, una vez se sobrepasen todos estos obstáculos, las personas del futuro serán capaces de sentir y tocar a través del Internet.
Mientras tanto, la nueva tecnología aún está en pañales, pero en paños que han funcionado muy bien hasta el momento. Lo primero que necesitaron los equipos para funcionar fue una fibra óptica diferente con banda extremadamente ancha. Pero lo más importante era la velocidad, la rapidez con que pudiesen ser enviados los datos a través de estas fibras. Los científicos necesitaban un retraso de no más de 130 milisegundos para que ambos participantes pudiesen sentir los impulsos enviados por el otro. Los equipos utilizaron una computadora y un aparato que se asemeja a un brazo robótico y que sustituyó al ratón clásico de ordenador. Este brazo tiene al final una pieza que se asemeja a un lapicero o lápiz que el usuario tiene que agarrar para sentir lo que está pasando en el mundo virtual. El robot lo que hace es enviar impulsos de tacto que recoge la fuerza precisa de los dedos de la persona que lo sostiene. Estos impulsos son enviados lo más rápido posible hasta el otro lado, en datos que el fantasma del usuario receptor puede leer e interpretar.
“La persona no sólo es capaz de sentir el toque del otro sino que además podrá destacar ciertas cualidades del objeto que está tocando. Sabrá si su textura es suave o dura, si es de madera el objeto o si es carnoso”, explicó para la BBC el profesor británico, Mel Slater. Durante el experimento, el objetivo no sólo fue un apretón de manos virtual sino que también se llevó a cabo una actividad cibernética a través del tacto. Los investigadores crearon una habitación virtual que iban a compartir los científicos en Londres y en Boston. Dentro de esta “ciberhabitación” se encontraba un cubo negro enorme que los investigadores tenían que levantar y mover utilizando el brazo robótico.
“La persona del otro lado siente si estoy halando o empujando el cubo y el secreto principal de todo esto es la velocidad. Si los datos no son enviados de forma continua, el robot no entenderá los impulsos como son leídos por el fantasma que los envía. Es interesante lo que hemos logrado ya que el sentido del tacto ha sido el más difícil de reproducir en el Internet. Se ha conseguido utilizando una velocidad de más de 1,000 Hertz. Así, de la misma forma en que el cerebro interpreta imágenes fijas como si estuvieran en una película en movimiento, similarmente los fantasmas integran los impulsos recibidos para producir una sensación continua de tacto”, explicó Slater.
A pesar de que el experimento se llevó a cabo por primera vez el pasado mayo, fue sólo en esta semana que los científicos lo hicieron público durante una conferencia. La reunión se lleva a cabo en Estados Unidos, específicamente en la Universidad del Sur de California y está dirigida por el proyecto Internet2. Internet2 es un esfuerzo tecnológico de 200 universidades para mejorar la tecnología virtual, el mundo tridimensional cibernético y la interacción entre hombre y máquina a través de la red. Actualmente, el proyecto está poniendo mucho énfasis en el desarrollo de técnicas para la manipulación háptica a través de sistemas computacionales.
El cubo negro y la habitación cibernética
Para probar sus brazos robóticos, los equipos crearon un cuarto virtual donde ambos usuarios realizarían el experimento. Dentro del cuarto, los investigadores crearon un cubo negro y grande que los sujetos tenían que levantar y mover. El truco estaba en que los movimientos iban a ser originados por lo que la otra persona sentía que el compañero estaba haciendo. Los usuarios entraron al cuarto virtual y, cada uno desde su escritorio, agarró el brazo robótico o fantasma, por la parte posterior donde tiene el pequeño lapicero, y comenzó a trabajar. En seguida, la otra persona sentía si su compañero de juego estaba empujando el cubo o si lo halaba, de esta forma, él podría coordinar sus movimientos de acuerdo con lo que el otro hacía. Así, ambos equipos consiguieron manipular el enorme cubo a través de sensaciones táctiles que llegaban desde casi cinco mil kilómetros de distancia. Los investigadores también se saludaron utilizando el tacto que leían sus fantasmas. Mel Slater, director del equipo londinense aseguró que no sólo es posible sentir el toque de la persona desde el otro ordenador, sino que también es posible diferenciar cualidades de los objetos. “Puedes sentir si la cosa es de madera o si es de carne, si es suave o dura, si empuja o no. Ha sido una experiencia extraordinaria”, concluyó Slater.
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