Cruzar por una puerta puede reducir la memoria

Psicología. ¿No recuerdas lo que fuiste a buscar? A lo mejor, atravesar el portal a la otra habitación ayudó a que el cerebro enterrara mejor esos recuerdos

¡No eres tú, es el portal! Éstos han sido los curiosos resultados de tres experimentos elaborados alrededor de un concepto que casi todos hemos experimentado. Salimos de la habitación a buscar algo y cuando entramos en la otra se nos olvida lo que íbamos a hacer. Es una acción que compartimos, nos reímos al respecto y se la atribuimos a diferentes mociones. Sin embargo, las respuestas pueden ser un poco más sencillas y hasta es posible encerrarlas en un concepto: “compartimentar”.

“Olvidamos lo que íbamos a hacer, o a buscar o tomar. Hemos visto que entrar o salir a través de la puerta sirve como un ‘evento limítrofe’ para la mente, algo que separa episodios de actividad y los archiva”, explica el profesor de psicología de la Universidad de Notre Dame, Gabriel Radvansky. “Pasar a través de estos umbrales puede causar estos lapsos en la memoria”.

El equipo en Notre Dame realizó tres experimentos donde ser realizarían tareas mientras se cruza de una habitación a otra, atravesando o no por una puerta. Todos los voluntarios fueron estudiantes universitarios y las investigaciones fueron producidas tanto en formatos virtuales como en reales. En el experimento virtual, los sujetos tomaban algo de una mesa y lo cambiaban por otro en una mesa distinta en otra habitación contigua donde un grupo iba sin tener que cruzar por una puerta y otro requería de atravesar un portal.

“Encontramos que el grupo que atravesaba una puerta hacia otra habitación, atravesando la misma distancia, presentaban más problemas para recordar lo que tenían que hacer, lo que sugiere que la puerta impide la habilidad que tenemos para recodar pensamientos o decisiones hechas en una habitación distinta”, explica.

El segundo experimento era similar al virtual pero elaborado en el mundo real. Los voluntarios debían esconder en cajas objetos que tomaban de una mesa, para hacerlo, caminaban la misma distancia hacia el otro cuarto, con y sin puertas. Los resultados coincidieron con el experimento virtual; al parecer, las puertas producen una reducción en el poder que tenemos para recordar.

“Camina sobre tus pasos”

El tercer experimento final nos recuerda lo que nos aconsejan hacer cuando perdemos algo. La recomendación popular es retroceder y caminar sobre nuestros pasos, no sólo para ver si dejamos lo perdido por uno de esos lugares sino con la meta de que logremos recordar algo al respecto. Efectivamente, estudios previos han mostrado que los factores ambientales influyen y afectan nuestra memoria y que la información que aprendemos en un lugar es más fácil recordarla en ese preciso lugar. Para el tercer experimento, los sujetos atravesaban una puerta tras otra hasta llegar al primer salón pero en las tareas no mostraban ningún mejoramiento en la memoria lo que sugería “que el acto de pasar a través de portales hace que nuestras memorias sean arrastradas por el viento”.

En sólo un segundo podemos olvidar lo que vamos a hacer. El órgano en la azotea trabaja todo el tiempo guiando y controlando nuestras acciones y pensamientos; algunas veces se dedica, sin darnos cuenta, a patrones distintos de los que están ocurriendo; atravesar por una puerta es como borrar aún más el contexto donde encasillamos o ‘compartimentamos’ esos pensamientos. Pensamos en otra cosa mientras caminamos y al atravesar el umbral o ese borde limítrofe, se nos hace aún más difícil recuperar lo recordado.


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