Física cuántica. Un equipo compuesto por Sadegh Raeisi, Pavel Sekatski y Christoph Simon, asegura que este evento no es el único responsable de que no podamos percibir los fenómenos cuánticos
Ya es bastante famoso el gato de Schrödinger. El pensado felino dio un salto cuántico que lo ha hecho famoso entre las personas interesadas en los mecanismos del mundo, aunque nadie lo entienda. Ciertamente, E. Schrödinger formuló esta idea con la visión de lo alocado que parecía todo, “experimentos con los casos más ridículos pueden ser concebidos”, aseguraba el físico antes de comenzar a hablar sobre el imaginado gato, la caja de hierro y el veneno que lo mataría o lo dejaría vivir. Sólo al hacer la medida sabremos el estado, para muchos, causándolo. El concepto que hasta el momento más describe a la física cuántica es que nadie la comprende muy bien.
“¿Cuándo y cómo el modelo de muchas probabilidades microscópicas se resuelve para convertirse en un estado macroscópico particular? ¿Cuándo y cómo la niebla de posibilidades se transforma en la imagen borrosa que tenemos de un estado macroscópico definitivo?”, pregunta el físico Paul Budnik.
Es decir, cómo y cuándo pasamos de la cuántico a nuestra realidad. Nadie lo sabe todavía y el gato es una de esas nociones que intenta explicar fenómenos como la superposición y la decoherencia en el mundo de probabilidades cuánticas.
“La mecánica cuántica sólo describe cómo las probabilidades cambian con el tiempo, no dice nada sobre el estado del gato, la probabilidad se mantiene poco a poco más cerca del uno y no hay nada que obligue que un evento real ocurra. Si lo vemos así, ¡nada pasa en el modelo de la mecánica cuántica!”, asegura Budnik.
El gato es en realidad una partícula subatómica en dos estados cuánticos distintos. Un experimento similar fue conducido por Jonathan Friedman en la Universidad del Estado de Nueva York que puso a un aparato superconductor en una superposición cuántica, es decir que estaba en dos estados a la vez (como el gato), sólo que era medido por el flujo de corriente y su dirección. Por supuesto, son efectos que no podemos ver en la mecánica clásica, ni entender con precisión. Por eso se anda buscando una teoría del todo, que enlace a la cuántica con el espacio relativo que nos dejó Albert Einstein, que explique estos extraños mecanismos, como la decoherencia, la interferencia y la superposición.
Pues bien, por mucho tiempo se ha estudiado este fenómeno de la decoherencia cuántica, el fenómeno que destruye la superposición de las partículas. Ahora, un equipo que publica en el diario Physical Review Letters, compuesto por Sadegh Raeisi, Pavel Sekatski y Christoph Simon, asegura que este evento no es el único responsable de que no podamos percibir los fenómenos cuánticos.
“Ver los efectos cuánticos requiere de medidas extremadamente precisas. Tomamos un estado cuántico particular que involucraba muchos fotones, de esta forma resultaba un poco más parecido a un gato, y mostramos que para ver la naturaleza cuántica de este estado tenemos que estar preparados para contar la cantidad de fotones en el experimento de forma perfecta. Una hazaña que se vuelve más y más difícil mientras el número de fotones va aumentando”, explican.
Ciertamente, la tecnología moderna es capaz de distinguir un fotón de dos fotones, sin embargo, de ahí a diferenciar un millón de fotones de un millón más uno es un largo tramo que técnicamente no puede obtener aún.
“Nuestro experimento muestra, además, que ver el gato de Shrödinger es difícil porque requiere de una visión excepcionalmente buena”.
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