Neurología. Investigadores descubrieron que los animalitos que viven en lugares enriquecedores producen neuronas nuevas, los que viven en lugares infortunados, no.
Por mucho tiempo ha existido una guerra. Disparos del lado de la experiencia eran recibidos y devueltos por el mundo biológico; cada uno insistía en llevar las riendas del ser humano a través de sus pasos por la Tierra. Sin embargo, el conocimiento, como siempre, cambia lo que sabemos de la ciencia y hoy observamos que la relación entre el medio ambiente y el animal es una, y que muchas variables influyen en la participación de ambas. En otras palabras, el animal trae sus genes preparados para luchar con el medio que, precisamente, puede transformarlo. Esta relación, para bien o para mal, es la que nos hace y como bien lo dice Santiago Ramón y Cajal: “Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio”.
Precisamente, del más complejo órgano en el cuerpo hemos ido aprendiendo. Antes hablábamos del Homúnculo, de un ridículo diez o quince por ciento, de que el cerebro era todo gris, en realidad hay blanco y negro ahí dentro, o que las neuronas no son restauradas. Realmente, el mito de la neurogénesis continúa siendo demostrado por las investigaciones; durante años se ha sabido, por ejemplo, que la renovación de neuronas ocurre en el hipocampo durante la adultez. Ahora, un nuevo experimento ha descubierto el papel del estrés en este nuevo crecimiento.
Ahora bien, como todo en la vida, el estrés tiene efectos positivos y negativos. En algunos días estamos calmados, en otros, el estrés de vivir nos impulsa a dar respuestas rápidas, se mete con nuestras hormonas, especialmente el cortisol, y no nos deja vivir, tanto así que cambia nuestra biología. Para los neurólogos en esta investigación, dos variables influyen en el desarrollo de nuevas neuronas en el hipocampo: una es el hipocampo y la otra es el enriquecimiento del medio. Tener un ambiente acaudalado ayuda. Hasta con los roedores.
“Descubrimos tres cosas. En primer lugar, el hipocampo se adapta a los estreses ambientales, en segundo lugar, pilas de células madre almacenadas durante condiciones de carencia producen más neuronas bajo condiciones favorables y, en tercer lugar, pensamos que este conocimiento sobre cómo las células madre pueden producir neuronas podría regalarnos un tratamiento potencial y efectivo contra enfermedades degenerativas como el Alzheimer y el Parkinson”, explica el profesor de psicología clínica de la Universidad de Columbia, Alex Dranovsky.
Y todo se puede resumir en dos palabras sumamente importantes: plasticidad cerebral. El equipo de Dranovsky sabía bien que la respuesta a las condiciones del ambiente representan una nueva forma de plasticidad cerebral. Lo que ocurre es lo siguiente.
El cerebro mamífero
Ustedes todos conocen a las células madre, son fantásticas; pues bien, el cerebro de los mamíferos se ha acostumbrado a acumular estas células madre neuronales cuando estamos significativamente estresados. Pero no es el momento de convertir estas células en neuronas, no, el cerebro espera a que las condiciones sean más favorables para hacerlo.
“El hipocampo está involucrado en la memoria, el aprendizaje y las emociones en los mamíferos, sabemos eso bien. Así que lo que hicimos fue comparar la generación de células madre y neuronas en ratoncitos que viven en lugares pobres y en otros que viven en ambientes realmente opulentos. Luego usamos la línea de estudios, una técnica que traza las células madre desde su formación hasta la eventual diferenciación en líneas específicas de tipo celular, de esa forma podíamos ver qué proporción de las células madre producían neuronas”, explica Dranovsky.
Ahora bien, sabemos lo mucho que nos ayuda una buena relación social junto a un ambiente enriquecido. En estos ratones, por ejemplo, el área del hipocampo, conocida como el giro dentado, tiene aproximadamente unas 500,000 neuronas, y vivir en un ambiente rico causó el aumento de más o menos 70,000 neuronas más. Por supuesto, hemos publicado aquí muchas veces que mientras más tengan los animales que hacer, más enriquecidos estarán sus cerebros.
Instructores moleculares
“Sabíamos bien que los ambientes aventajados son neurogénicos, pero el de nosotros es el primer reportaje que observa cómo se acumulan las células madre neuronales en el animal. Lo único que hacíamos era cambiarlo de ambiente, de condición, por eso enseguida pensamos que se debía al estrés que representa cada ambiente, especialmente los pobres de condición. Una vez el animal ve que vive en un mejor lugar, la oportunidad aparece para convertir las células madre almacenadas en neuronas”, dijo. “También notamos que en la parte alta del hipocampo ocurren más transformaciones neuronales que en la parte baja; de hecho, aún los ratones más viejos que vivían en las condiciones ricas continuaron después creando más neuronas, los viejos y exiguos no”.
Ahora, los investigadores se preparan para más estudios. No sólo quieren saber cuáles células, y dónde, tienen la condición de convertirse en neuronas sino, y mucho más importante, qué hay que hacer para instruirlas a que lo hagan. De esta forma, es posible usar mejor las células madre en terapias de reemplazo para enfermedades neurodegenerativas.
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