Neurología. Una máquina tridimensional ha grabado al cerebro mientras pierde la noción del mundo atrapado en los efectos de la anestesia, pero los investigadores aún no saben cómo
Los neurólogos atienden casos extraños y portentosos. En una de las lecturas de Vilayanur Ramachandran descubrí características interesantes de la conciencia. Tomemos, por ejemplo, el caso de la señora que padeció un derrame y sufría de la misma sonrisa de lado debido a la paralización de partes de uno de los hemisferios; es decir, cuando la señora sonreía, su rostro emitía el familiar gesto ‘de lado’ de tantos pacientes con derrames. Sin embargo; otra cosa ocurría cuando la hermana de la señora se acercaba, entonces, la sonrisa de la señora llegaba perfecta, como si ella nunca hubiese padecido un derrame, como si no hubiese daño alguno.
“Una sonrisa espontánea ocurre en el ganglio basal. Cuando te encuentras con una amiga, la experiencia emocional llega al sistema límbico cerebral que lo envía a este ganglio que es el que se encarga de orquestar la secuencia facial que habilita a los músculos de la cara para que activen una sonrisa genuina. No es el mismo circuito que activa la sonrisa planeada, la que te piden cuando te vas a fotografiar, por ejemplo. Estas demandas se mueven más por las cortezas, especialmente las frontales, que se especializan en producir movimientos voluntarios repletos de habilidad. A pesar de la sencillez que aparenta, sonreír involucra docenas de músculos pequeños”, escribió el neurólogo.
Ramachandran descubrió así muchos circuitos cerebrales especializados; como los de sonreír, también los de bostezar, los de la memoria; lugares entendidos en distintos trabajos que tienen que ver con la misma función. Aparentemente, cada una de estas partes puede tener consciencia sobre el trabajo que realiza; sin embargo, la conciencia completa que tenemos sobre nosotros y el mundo, como la inteligencia general, se obtiene de toda la unión neuronal. Pero, ¿cuáles son estos mecanismos?
Y ahora tenemos imágenes del proceso y algunas sugerencias de parte de este estudio realizado en la Universidad de Manchester en Reino Unido. El equipo británico se prepara, en realidad, para contar su historia en el Congreso de Anestesiología Europea que se lleva a cabo en Ámsterdam del 11 al 14 de este mes. Explicarán cómo han construido un equipo de imagen sumamente sofisticado y lo han usado en cerebros para ver cómo cambian cuando la anestesia toma efecto; y es que si algo nos desconecta de verdad y de forma involuntaria es la anestesia.
La curiosa fEITER
“La máquina fEITER es tridimensional y funciona en tiempo real y las imágenes que obtuvimos nos muestran que perder la conciencia involucra cambios en actividad eléctrica profunda en el cerebro y esta actividad permuta la conducta de grupos de neuronas que impiden entonces la comunicación entre diferentes partes del cerebro”, establece el profesor de anestesiología en Manchester, Brian Pollard, autor del estudio.
Y aunque no entienden bien los cambios que presentan las imágenes, sus primeros análisis sugieren que en el cerebro existen distintas “asambleas neuronales”, como las ha llamado la profesora Susan Greenfield de la Universidad de Oxford, quien ha elaborado una teoría que asegura que la conciencia está formada por distintos grupos de neuronas que mantienen la comunicación. Cuando estos grupos se dañan se pierde la unión entre todos, se pierde la consciencia.
Sin saber sobre la anestesia
“Hemos logrado ver en tiempo real los cerebros de 20 voluntarios saludables y luego 20 pacientes anestesiados que iban a cirugía. Lo más sorprendente de todo fue ver al cerebro caer en los efectos de la anestesia, observar la pérdida de conciencia anatómica en distintas regiones por primera vez. Todavía no sabemos qué ocurre con el cerebro una vez se pierde la conciencia, pero hemos dado otro paso para entender un poco mejor, no sólo los mecanismos que hacen posible conocer mejor el cerebro y sus funciones, sino que también estamos así más cerca de conocer cómo funciona la anestesia”.
La máquina, nos dicen los investigadores, es portátil y tiene 32 electrodos que van a la cabeza del paciente. Entre dos de los electrodos se envía una corriente de alta frecuencia muy pequeña y que no dispone efecto alguno en la persona, de acuerdo con los investigadores, y los voltajes de los otros pares son medidos en un proceso que toma menos de la milésima de un segundo. No olvidemos que todo en el cerebro ocurre rápido, son nuestras reacciones las que tardan muchas veces.
“Realizamos un escaneo electrónico con esta máquina que puede hacerlo cien veces en un segundo. Esta rapidez hacía posible capturar en sucesión cómo distintas partes del cerebro reaccionaban a este estímulo externo que era precisamente la anestesia. Utilizamos tecnología EIT, es decir, la medición de la resistencia al flujo eléctrico; de esa forma hemos obtenido una imagen del cambio de conductividad cerebral”.
Los investigadores esperan saber más luego de análisis profundos de las imágenes. Ciertamente, el cerebro son sus partes unidas en una completa integración.
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