El proyecto Alfa se encuentra por primera vez en terreno bastante escabroso. Luego del desastroso accidente del Columbia, ocurrido el pasado sábado, las autoridades estadounidenses han declarado que los demás transbordadores no volarán hasta que los investigadores no estén completamente seguros sobre las causas del reciente desastre. Pero la investigación podría tomar años y la estación, habitada actualmente por dos estadounidenses y un ruso, necesita la ayuda de las naves de la NASA para subsistir.
El problema mayor no es la falta de provisiones, ni las demás piezas que completarían la estación espacial más grande realizada por el humano hasta el momento, sino el hecho de que los transbordadores ayudaban a mantener en órbita el gigantesco plantel.
“Cada vez que un transbordador se acercaba a Alfa le daba un empujoncito de por lo menos ocho millas. Esto mantenía a la estación en su órbita de la que se sale gradualmente debido a que las moléculas de aire alrededor de la Tierra la halan hacia el planeta”, explicó el general Michael Kostelnik, administrador asociado del proyecto de transbordadores de la empresa.
Los oficiales temen que si los transbordadores no viajan este año hacia la estación, el plantel estaría en peligro de caer precipitadamente hacia la Tierra y explotar en la atmósfera. Sin embargo, otros expertos dicen que este año no pasará nada, ya que la estación tiene motores que le permiten adelantar hacia la órbita si está saliendo de ella. Además, se estima que las misiones continuarán con los cohetes rusos “Progress” y “Soyuz” los que visitarán la estación varias veces este año.
Los Progress son cohetes computarizados que se utilizarán para enviar comida y provisiones a los astronautas. De esta forma sabemos que ellos estarán bien, lo que aún desconocemos es si podremos mantener a otro equipo allá arriba. No en la situación en que nos encontramos en el momento”, explicó Kostelnik.
Coincidencialmente, este año iba a ser sumamente activo en la estación. Cinco viajes en transbordadores estaban preparados para visitar a Alfa este año y el que viene. La primera misión se iba a encargar de instalar sistemas de seguridad que incluyeran escudos para proteger las habitaciones de los astronautas de cualquier colisión afuera.
“El espacio está lleno de micrometeoritos y pedazos de satélites y piezas hechas por el ser humano. Tememos que algo pueda colisionar con las paredes de la estación, esto no quiere decir que los habitantes estén en peligro sino que es una medida de prevención para algo que podría pasar”, comentó Lionel Suchet. “La realidad es que los transbordadores son vitales para la expansión de la estación”.
Todos los expertos parecen concordar en este punto. La estación, que comenzara su construcción en 1998 con un módulo ruso y dos paneles solares, hoy cuenta con laboratorios, habitaciones y demás paneles de trabajo que miden en total 134 pies de largo y pesa 200 toneladas. “Es el equivalente de una casa de tres habitaciones”, explicó Suchet.
Alfa ya tiene 1,538 días orbitando el planeta cada noventa minutos y este año se convertiría en un verdadero monstruo espacial.
“Las misiones que irían este año iban a completar el proyecto. Alfa se convertiría en una construcción de 310 pies de largo con capacidad para seis astronautas, en vez de los tres que pueden ocuparla actualmente. Se iban a añadir cuatro paneles y estaban planeadas doce caminatas espaciales. Hasta la capacidad eléctrica del recinto sería triplicada para el 2004”, explicó para The New York Times, John E. Pike, director de la empresa GlobalSecurity.org y experto en viajes espaciales.
Por el momento, Rusia tiene el proyecto sobre sus indigentes hombros. Las naves Soyuz y Progress se encargarán de mantener la estación viva pero nadie sabe por cuanto tiempo. “Hemos sido muy criticados porque el proyecto necesita 92,000 millones de dólares para finalizarlo y Europa y Rusia han amenazado varias veces con salirse totalmente del proyecto. Esperamos que esto no sea necesario pero ya hemos comenzado los debates al respecto. Lo que no queremos es abandonar la estación”, dijo Kostelnik.
Mientras tanto, los astronautas que habitan a Alfa se sienten aislados y tristes. “Ellos están lamentando la muerte de sus colegas y se sienten vulnerables y apartados. Esperamos que las cosas mejoren en poco tiempo”, concluyó el administrador.
Un último e-mail desde el espacio
Laurel Clark envió un último correo electrónico a sus familiares y amigos el día antes de regresar al planeta. El mensaje fue hecho público el pasado lunes. Laurel era de un pueblo llamado Racine en el estado de Wisconsin.
“Hola desde arriba de nuestro magnífico planeta Tierra. La perspectiva realmente provoca momentos de inspiración. Esta es una misión fabulosa y estamos muy ocupados realizando experimentos científicos a todas horas. Contar con un momento para escribir este mail es raro y precioso así que será corto y quiero que lo distribuyan a todos los que conozco y amo.
He observado vistas increíbles: relámpagos que se expanden sobre todo el Pacífico, las Auroras Australis que encienden todo el horizonte visible junto con el brillo de las ciudades en Australia allá abajo y la Luna que se oculta sobre la Tierra. También he visto los vastos llanos africanos y las dunas del Cabo Horn, los ríos que rompen los pasos entre las altas montañas, las cicatrices humanas, la línea continua de vida que se extiende desde Norteamérica pasa por Centroamérica hasta Suramérica y de nuevo la Luna que se oculta detrás de nuestro planeta azul. El Monte Fuji parece un pequeño montículo desde aquí pero sí se distingue característicamente.
Mágicamente, el primer día volamos sobre el lago Michigan y vi claramente a Wind Point (Wisconsin). No he sido tan afortunada desde entonces. En cada órbita observamos una parte ligeramente distinta de la Tierra. Aunque la mayor parte del tiempo he estado trabajando en el laboratorio SpaceHab y entonces no veo nada de afuera. Pero cada vez que miro es glorioso. Hasta las estrellas tienen una brillantes especial. He visto a mi amiga Orión varias veces.
Tomar fotos de la Tierra es todo un reto ya que la vemos como una curva cerrada que no termina. Creo que al fin he conseguido plasmar unas tomas bellas en los últimos días. Mantengo mis dedos cruzados de que se encuentren bien enfocadas.
Mi visión ha empeorado desde que estoy aquí, especialmente para ver de cerca por lo que me han visto usando lentes en las fotos y videos publicadas por la prensa.
Me siento bendecida de estas aquí representando a mi país y realizando estas investigaciones científicas de todo el mundo. Todos los experimentos han logrado cumplir con sus metas a pesar de los percances inevitables que ocurren cuando se hacen eventos tan complicados en condiciones extraordinarias como esta. Algunos experimentos han hasta sobrepasado nuestras expectativas y nos han dado respuestas extra. Unos cuantos ya están finalizados y uno lo hemos comenzado hoy.
La comida es excelente y me siento muy cómoda en este nuevo y, completamente diferente, ambiente. Todavía me toma mucho tiempo comer porque la gravedad no ayuda a llevar la comida hacia abajo, hacia el esófago. También es un reto constante mantenerse hidratado. Como los fluidos de nuestros cuerpos están siempre flotando en nuestras cabezas, la sed se ha vuelto algo casi inexistente.
Gracias a todos los que me han apoyado en mis aventuras a través de los años. Esta ha sido, definitivamente, la mejor de todas. Espero que puedan sentir la energía positiva que emanó por todo el planeta cuando volamos sobre este globo compartido.
Los amo a todos, Laurel.”
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