¿Cuál es su definición de la felicidad? ¿Qué lo hace feliz y por cuánto tiempo? Preguntas como éstas han acompañado al ser humano por milenios. Lo cierto es que creemos saber qué es la felicidad pero nos resulta difícil buscarle una definición que resuelva el dilema para todos. Además, muchas veces pensamos que algo nos va a satisfacer plenamente, sin embargo, una vez lo obtenemos, nos damos cuenta que tampoco nos hace feliz, o por lo menos, no todo el tiempo.
Un grupo de científicos de la Universidad de Harvard ha tratado de responder algunas preguntas sobre la felicidad, pero el el primer paso ha sido intentar definirla.
“Debemos entender que no ser feliz siempre es la regla, la norma. Nadie es feliz todo el tiempo, no es algo que sea natural en el humano así que no lo debemos ver como un problema que tenemos que resolver. El ser humano trata de llegar a un estado de comodidad y de paz, pero allí tampoco encuentran la felicidad”, expresó el psicólogo de la universidad y director del estudio, el doctor Daniel Gilbert.
Para los científicos, la felicidad es una emoción, como el miedo. Para llegar a sentir esa emoción caminamos por sendas distintas aunque al final todos sintamos la misma sensación de felicidad que logramos reconocer mejor que describirla en palabras. Sin embargo, durante el estudio, los investigadores notaron un patrón muy curioso en el ser humano, no sólo todos llegamos por caminos distintos a la felicidad sino que tendemos a hacernos expectativas irreales al respecto.
“Toda mi vida pensé que el matrimonio me traería la felicidad. Nunca soñaba con una pareja específica sino en el hecho de formar un hogar y tener hijos y todo eso. Quizás por crearme expectativas tan altas es que no logré ser feliz en mi matrimonio”, expresa Teresa de 56 años. “Nunca pensé que lo que más me haría feliz en la vida resultaría ¡ser abuela!”, exclama aún sorprendida. Y es que la felicidad muchas veces nos toma de sorpresa.
El consejo para fallar menos, de acuerdo con los expertos en Harvard, es sencillo y está disponible.
“Hemos notado que cuando una persona quiere algo que piensa lo va a hacer feliz, para nombrar dos ejemplos, unas vacaciones en Grecia o conquistar al chico alto y moreno que conoció en el gimnasio, suele buscar información o imaginar lo que podría ser en vez de consultarlo con personas similares que han estado en la misma situación. Si tiene un amigo, o alguien de su misma edad y de gustos similares que visitó Grecia, pregúntele sobre su experiencia, así irá mejor preparado y no tendrá expectativas difíciles de llenar”, expresó Gilbert.
El romance es uno de los ejemplos más notorios. De acuerdo con los psicólogos, la mayoría de las parejas fracasan porque se han creado una idea extraordinaria sobre la felicidad que obtendrán del hombre o de la mujer que los enamoró.
“Muchas veces esperamos demasiado de la felicidad y por eso sentimos que no es tanto como parecía”, aporta Daniela Salazar, psicóloga clínica. “La felicidad es lo que nos hace sentir bien y para eso no hay que irse a París, un simple baño de agua caliente escuchando tu canción favorita puede ser un momento de felicidad extrema”.
Los científicos de Harvard están de acuerdo. Para ellos, la felicidad es una emoción que crea el cerebro cuando satisfacemos ciertos gustos muy particulares. Además, el cerebro tiene métodos para mantenernos equilibrados en los momentos en que no somos felices. La materia gris recurre a muchas artimañas para que no nos sintamos muy infelices en los malos tiempos, especialmente cuando algo que soñamos nos haría feliz resultó ser un error espectacular.
“Encontramos que las personas sanas utilizan recursos de adaptación para explicarse lo ocurrido y encontrar el lado positivo a las cosas, es lo que conocemos como racionalización. Es nuestra arma y nos saca de los momentos más duros. La gente tiende a ver las cosas diferentes al notar que no ha conseguido lo que quería. La chica sale con el moreno del gimnasio y se enamora pero él la abandona por otra, entre lágrimas encontrará consuelo en excusas, pero si le hubiera preguntado a cualquier otra chica, tal vez no hubiera salido con un conocido mujeriego”, explicó Gilbert en la revista The Harvard Gazette.
Gilbert asegura que no existe la fórmula de la felicidad pero que ayuda mucho ser un poco más real y no crear expectativas muy altas. “Desarrolle su propio concepto de felicidad y no se sumerja en el mundo que le venden los comerciales y la publicidad mundial. En nuestro estudio encontramos que la felicidad se encuentra en la familia y los amigos y no en objetos ni en sueños inalcanzables”.
Voluntarios felices
El equipo de la Universidad de Harvard encuestó a distintos grupos de personas. Los voluntarios tenían que llenar unos formularios sobre aquellas cosas que lo harían feliz. Luego, los investigadores repetían el procedimiento una vez la persona haya conseguido o no el objeto de sus deseos. Los voluntarios tenían que evaluar del uno al diez aquellas cosas que pensaban lo haría más feliz. Una vez terminado el proceso, los investigadores restaban el número obtenido en la primera encuesta con el resultado de la segunda, si el producto era cero, entonces la persona había obtenido al obtenerlo, la felicidad que anticipó cuando deseaba el objeto. Sin embargo, la diferencia casi nunca fue de cero. Lo que quiere decir que nunca fueron tan felices como imaginaron que serían.
¡Pregúntele a su amigo!
Para el equipo de Harvard, la mejor forma de evitar ser desilusionados por nuestras altas expectativas sobre la felicidad es preguntar a personas que han pasado por algo similar.
“Tenemos la información pero no queremos usarla, preferimos imaginarnos un mundo de ensueño a que alguien venga a arruinarnos nuestras vacaciones de ensueño. Sin embargo, mantener nuestras expectativas en un nivel medio y razonable evitará serias desilusiones.
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