El nacimiento del universo en un laboratorio

Mientras usted se desayuna tranquilamente, científicos en Estados Unidos están abriendo átomos como si se tratara de huevos. El “revoltillo” nuclear que ocurre actualmente en el Laboratorio Nacional de Brookhaven puede que haya encontrado la noticia más interesante, sino del siglo, de la última década.

Pero los investigadores no quieren ofrecer detalles y se muestran silenciosos y extremadamente cautos debido al debate y al criticismo que ha contaminado el tema por más de 15 años. Se trata, nada más y nada menos, que del nacimiento del universo que habitamos.

Por más de una década, los físicos andan partiendo átomos en gigantescos aceleradores para ver qué tienen dentro. Allí han encontrado un sinnúmero de otras partículas interesantes que hoy conforman la teoría estándar de la física cuántica. El tesoro que buscan los científicos se encuentra dentro del núcleo del átomo del oro. Para llegar al meollo del asunto, estos físicos toman estos núcleos y los ponen a girar en un titánico túnel, que conocemos como colisionador, para que cuando choquen se quiebren y las herramientas puedan medir su composición. Es preciso utilizar estas gigantescas maquinarias de colisión porque la fuerza más potente en el universo es la nuclear, que se encarga de mantener unidos a las partículas dentro de los átomos.

Pero es probable que usted se pregunte cuál es el propósito de descubrir la composición atómica y qué tiene que ver la física cuántica con el estudio del universo. La respuesta es sencilla y está concentrada en la famosa teoría de la Gran Explosión que explica cómo se originó nuestro Cosmos.

Los estudios realizados hasta el momento dan una visión general de lo que fueron los primeros segundos en la vida del universo. Para los científicos, cuando el mundo sólo tenía una millonésima de un segundo de vida, toda la materia estaba compactada entonces en una “sopa primordial” compuesta de subpartículas atómicas conocidas como quarks y gluones, los mismos ingredientes encontrados dentro de los núcleos de los átomos de oro.

Por mucho tiempo, los colisionadores de partículas han estado intentado formar este plasma de materia, extremadamente caliente y denso, dentro del laboratorio. Para ellos, si lograban esta hazaña, estarían enfrentados cara a cara con el principio de todo, cuando la materia todavía no había formado protones y cuando los átomos eran algo del futuro y aún ni comenzaban a formarse.

No queremos apresurarnos con nuestras conclusiones porque es un tema muy controvertido pero ya hemos realizado tres pruebas a la sopa subatómica que hemos logrado producir y han resultado positivas. Además, hemos encontrado características en nuestra materia muy similares a las que la teoría de la Gran Explosión propone como el comienzo de la materia. En mi opinión, lo que hemos visto en el laboratorio es la explicación más práctica y económica de un plasma de quark y gluones, la sangre misma de la Gran Explosión”, explicó William Zajz de la Universidad de Columbia y físico en Broohaven.

De acuerdo con la teoría, durante la Gran Explosión no sólo surgió toda la materia que conocemos sino que también nació con ellos el tiempo y el espacio, por lo tanto, para los investigadores no se puede hablar ni de tiempo, ni de espacio, ni de materia, antes de la Gran Explosión, una noción que no es fácil de asimilar.

El principal motivo de estos estudios es conocer sobre el nacimiento y la evolución del Cosmos. Sin embargo, también se obtiene mucha información sobre otras aplicaciones interesantes y modernas de las partículas subatómicas. No debemos olvidar que la creación del bombillo que alumbra su lectura, de la televisión que lo entretiene o de la computadora que lo comunica y lo informa, ha sido posible gracias a los estudios de la física cuántica sobre partículas subatómicas.

No queremos comenzar la celebración antes de tiempo pero creo que estamos ante el universo recién nacido, cuando la materia comenzaba a formarse y todo lo que existía era una sopa de quarks y gluones que dio origen a los millones de galaxias y planetas con que vivimos en la actualidad”, aseguró en una rueda de prensa el físico Miklos Gyulassy, también de Brookhaven.


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