La resistencia al apareo beneficia a la hembra, no a sus críos

Biología evolutiva. Al parecer, la hembra no siempre busca transmitir genes efectivos a sus crías ya que a la hora de elegir un macho con quien aparearse, la hembra busca satisfacer sus propias necesidades.

Aparearse resulta costoso. Esos lectores que se deleitan con documentales sobre los demás animales en el planeta observan claramente un variado desfile de colores, bailes, cantos y un sinnúmero de estrategias que transforman al cortejador ante los ojos del objeto de su deseo. Es ella quien tiene la última decisión y la energía del macho no siempre es premiada con el acto de copular, de hecho, sólo una pequeña porción de estos avances y complejos coqueteos resulta en sexo. Por ello, los biólogos se preguntan, ¿qué es lo que impulsa esta decisión femenina?, ¿cuáles elementos la llevan a escoger al animal con quien mezclar sus genes? A pesar de la importancia de obtener respuestas a este dilema, es poco lo que la biología conoce hasta el momento.

Pensemos un poco, primero, sobre lo esencial de esta decisión femenina. El macho que la hembra elija para aparearse transmitirá sus genes, es decir, cualidades varias que ya conforman a su organismo pasarán a una nueva generación. Esta elección favorece los genes de ese animal y no de otro y conforman las características que dominarán y permanecerán, por ello es tan básico conocer sobre los motivos detrás de la decisiva opción femenina.

Ahora bien, solemos escuchar que la fémina se decanta por esos animales que aparentemente poseen “buenos genes”, un término un poco vago que los científicos definen de formas diversas. A lo mejor, las aves con las plumas más coloridas anuncian vigor y fortaleza, o quizá se trata del individuo con mayor volumen muscular, el más agresivo, el más rápido, en fin, los que poseen cualidades que podrían favorecer a la cría futura. Sin embargo, un debate ha surgido donde otra posibilidad intenta dominar la motivación detrás de la elección. Para muchos de los investigadores, la hembra escoge aquellos elementos que le gustan a ella y que la beneficiarán individualmente y no por una discutible calidad genética.

“Iniciamos nuestro cuestionamiento analizando la resistencia femenina. ¿Por qué se resisten las hembras? Una de las explicaciones es que las que no lo hacen no se mantienen tan saludables como las demás, no obstante, otra elucidación asegura que al resistirse, la hembra está seleccionando al macho más persistente, como si esa cualidad beneficiaría la personalidad y la salud de la cría. Si es así, entonces es cierto que las hembras están seleccionando buenos genes para sus crías”, escribieron los autores suecos de la Universidad de Uppsala en el diario Current Biology.

Manipulando la obstinación femenina

Los investigadores iniciaron un experimento con insectos. Mientras más simple el organismo, más fácil es idear una estrategia que pueda avanzar respuestas hacia la hipótesis que se desea demostrar. “Lo que hicimos fue manipular la forma en que las hembras eligen su pareja al alterar su habilidad para rechazar machos no deseados”, explicó Alexei Maklakov, autor principal del estudio.

Los científicos usaron escarabajos Adzuki. Las hembras de estos insectos son asediadas de forma constante por machos ansiosamente ardientes por aparearse con ellas y para quitárselos de encima estas chicas utilizan una técnica digna de toda una “dama”: una fuerte patada con ambas patas traseras. “Lo que hicimos fue que reducimos la capacidad para patear a un grupo de las hembras al disminuir el tamaño de sus patas traseras mientras que a otro grupo de las féminas le construimos una especia de tenedor que pusimos en sus patas traseras para ayudarlas a decir que no”, explicó.

El animal se ayuda a sí misma

Los resultados amplían un poco la visión detrás de la elección femenina. Los científicos notaron que el grupo donde las hembras fueron ayudadas para resistir más los avances de los machos mantenían mejor salud y estado físico mientras que las que debían aceptar la mayoría de los avances sexuales se encontraban en peores condiciones. “En este estudio no encontramos ningún tipo de apoyo a la idea de que el aumento de la resistencia femenina resulta en críos que son más exitosos en la competencia con otros machos o en hijas más fértiles. Por ello pensamos que la resistencia femenina a quien beneficia es a la hembra, aunque la selección ‘inadvertida’ de la persistencia del macho juegue un papel secundario”, dijo Maklakov.


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