Othenio Abel, paleontólogo de la Universidad de Viena, propuso en 1914 la teoría de que la leyenda de los cíclopes se originó de la observación y mala interpretación de restos fósiles de cráneos de mamuts, más precisamente de mamuts enanos tales como Elephas falconeri, pariente del elefante indio actual.
Un millón de años atrás varias especies de elefantes antiguos, a los que denominamos mamuts y mastodontes, habitaban toda la tierra. Se encontraban en regiones tan contrastantes como Siberia, Centroamérica, India, Patagonia, África y Alaska. Estaban distribuidos en todos los continentes a excepción de Australia y Antártida.
Hace unos 11 mil años, la Tierra sufrió un incremento en su temperatura, con lo que la última era glacial llegó a su fin. Este cambio climático pudo haber sido un factor decisivo en la extinción de estos animales adaptados a temperaturas más bajas. Actualmente los elefantes sólo sobreviven en el África sub-sahariana y en el sudeste de Asia.
Durante el apogeo de los mamuts, entre uno y dos millones de años atrás, algunos de éstos colonizaron algunas islas mediterráneas. Durante las eras glaciales, el nivel del mar era más bajo y las islas quedaban más cercanas entre sí, algunas incluso unidas por puentes de tierra. Los elefantes actuales son buenos nadadores, y no habría sido difícil para un mamut atravesar la distancia entre algunas islas del Mediterráneo. Es un hecho que lo hicieron. Éstos alcanzaron Sicilia, Malta, Cerdeña, Creta y Chipre. Al establecerse en dichas islas con el paso del tiempo sufrieron cambios en su anatomía. Debido a la baja disponibilidad de recursos alimenticios en las islas con respecto al continente, los mamuts fueron haciéndose paulatinamente pequeños -un proceso llamado duarfismo-, dando origen a la especie enana Elephas falconeri y a otras variedades relacionadas.
A pesar de que este mamut enano tenía apenas 90 cm de altura, su cráneo era más grande que el de un ser humano, y de aspecto más tosco y fuerte.
Una particularidad del cráneo de un elefante, mamut o mastodonte, es la gran abertura en la parte frontal de éste, por donde se proyectan los músculos de la probóscide o trompa. Como la trompa no posee huesos, es muy difícil para un ojo no experimentado el deducir, al ver el cráneo de un elefante, que éste poseía una trompa. Principalmente si se trata de un observador que nunca haya visto un elefante.
Cuando los primeros mercaderes griegos llegaron a las islas del Mediterráneo donde vivían mamuts enanos, éstos ya se habían extinguido. De hecho, los mamuts y los mastodontes se habían extinguido en todo el mundo, sobreviviendo sólo los elefantes actuales, lejos de Grecia. Sin embargo, los fósiles del mamut enano debieron haber sido descubiertos accidentalmente por los griegos. Los fósiles se preservan muy bien en las grutas, y estas son comunes en dichas islas. Es precisamente en esas grutas en donde los paleontólogos en encontrado en la actualidad restos de los mamuts enanos.
Sin sus colmillos, el cráneo de un mamut es aún más parecido al de un ser humano. Y los colmillos se desprenden frecuentemente en la fosilización, de hecho, es más común encontrar un mamut o mastodonte sin sus colmillos que con éstos.
Así los griegos, que no conocían a los elefantes, al contemplar el cráneo sin colmillos de un mamut enano seguramente habrían pensado en un extraño ser de un único ojo, probablemente de aspecto humanoide y más grande que lo normal. De esta manera se habría originado el rumor de una raza de gigantes de un ojo que habitaban grutas en una isla del Mediterráneo, tal y como lo manifiesta Homero.
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