Miguel Guerra León en solitaria cruzada por salirse del catolicismo

Originalmente publicado en Revista Domingo, Diario La República, Perú

Ya no es novedad escuchar que alguien sea excomulgado por haber cometido una falta contra los principios de la Iglesia Católica. Sin embargo, el joven Miguel Guerra León le ha volteado la hostia a las autoridades eclesiásticas: está solicitando, por iniciativa propia, su excomunión. Un caso insólito. La carta en que Miguel Guerra León saluda cordialmente al cardenal y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, no tiene nada de pacífica. Su demanda araña el aporcelanado cutis de la Iglesia Católica. La página web excomunion.tk, lanzada por Miguel Guerra, informa sobre los trámites para salir oficialmente del catolicismo. A la izquierda, frente al Arzobispado de Lima. gado. Confiesa que no se conforma con la palabra, también desea la obra. El pedido es de Guerra. Solicita que lo excluyan del registro de personas bautizadas en la fe cristiana y el reconocimiento del acto de apostasía y cisma, el cual expresa por voluntad y convicción propia en uso de su legítimo derecho a disponer libremente de las convicciones morales, éticas y religiosas que considere convenientes. La exigencia de este joven de veintiún años, que se presenta como escritor y el libre pensador más joven del Perú, no sólo es de palabra, quiere que se le entregue el decreto arzobispal en el que conste su voluntad de abdicar de la fe cristiana y que los datos personales facilitados cuando fue bautizado no sean utilizados en adelante por la Iglesia Católica.

Los inicios de la guerra

Quien hoy ya no quiere pertenecer a la religión con mayor número de seguidores en nuestro país ingresó a ella desde pequeño. En la carta que dirige al arzobispo Juan Luis Cipriani le dice que fue bautizado en la fe católica durante su minoría de edad como resultado de una decisión tomada por sus ascendientes, debido a la presión ideológica ejercida por la Iglesia, el Estado y la sociedad. Su familia era tan católica que desde pequeño lo hizo estudiar en el colegio parroquial El Buen Pastor de Los Olivos y en la iglesia de su barrio llegó a ser acólito. Miguel cuenta que en secundaria empezó a cuestionar en clase a los profesores de religión y los beneficios que gozaba la Iglesia dentro de la sociedad. “Como mis padres pagaban su plata para que estudie, no me podían expulsar. Recién en quinto año se libraron de mí”, recuerda. Fue también en esos primeros años de secundaria que comenzó a investigar otras religiones y temas de ocultismo. Así, hoy su hoja de vida señala que ha sido miembro y tenido relaciones con varias religiones e instituciones místicas, y entre ellas menciona el chamanismo, rosacruces, religión inca, wicca, ocultismo, krisna y budismo. Pero dice que todas le prometían ilusiones como la felicidad y bienestar eterno y con ninguna realmente lo consiguió. Por eso cada vez buscaba una nueva creencia. Después empezó a encontrar a filósofos como Nietzsche, Schopenhauer y Kierkegaard. Ahora pertenece a la “religión de los que no creen en nada”. El año pasado lanzó su página web “El valle de la nada” para escribir sobre temas religiosos, políticos y científicos. Pero dice que con sus artículos no pretende ser un guía. Sólo busca que las personas cuestionen sus formas de vida para que encuentren sus conclusiones. “Cuando doy exposiciones y el público me pide respuestas les digo que no escuchen respuestas de mi boca, que ellos mismos saquen sus respuestas”, precisa con una modestia tan desnuda como su cabeza.

Excomunión en la red

Aun cuando Miguel Guerra confiesa que hace mucho tiempo su pensamiento está libre de toda influencia religiosa, quiere que la misma Iglesia Católica le anule el sacramento del bautismo al que fue sometido de pequeño y que todavía lo mantiene unido a una religión. Quizá sea uno de los pocos que por iniciativa propia hace el pedido. Ha conversado con varias personas que son ateas, agnósticas o pertenecen a otros dogmas y le han confesado que nunca lograron que la Iglesia reconozca que ya no pertenecen a ella. Lo primero que hizo Miguel Guerra fue asesorarse con un abogado que conoce el derecho canónico del Vaticano y con miembros de la institución Prolibco (Pro Libertad de Conciencia). Y, así, a inicios de esta semana envió una carta notarial al arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, en la cual le reclama su derecho a la libertad de conciencia y le comunica que, rechazando totalmente la fe cristiana, y más específicamente la católica, se considera incurso en apostasía (repudio total de fe cristiana) y cisma (rechazo a la autoridad del sumo pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos). Dice que no sabe cuánto demorará el Arzobispado en darle una respuesta. Lo que sí advierte es que es capaz de ir a un juicio y llegar a las más altas instancias si es que no se le reconoce su derecho, porque no quiere ser cómplice de los falsos votos de pobreza, del fanatismo al poder y de la supuesta liberación de sufrimientos, entre otros argumentos de las autoridades católicas a quienes califica de “falsos practicantes de las ideologías que predican”. Por opiniones como esa dice que miembros del Opus Dei y el Sodalitium le han declarado la guerra. Pero él prefiere responder con ideas. Una de ellas es el reciente lanzamiento de su página web excomunión.tk en la cual informa sobre todos los trámites legales que se deben seguir para presentar una carta de excomunión ante las autoridades eclesiales. Su argumento es que la Iglesia Católica debe otorgar la salida sin problemas de su institución. Así como fácil entras, fácil deberías salir, dice Miguel. Ahora espera que se haga su voluntad.

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