La catástrofe del monoteísmo patriarcal

Es con el monoteísmo semítico que aparece el meme [1] del “pueblo elegido” por un dios ostensiblemente alienígena, ya que, no sólo no surge del mundo natural y de sus leyes, sino que es incluso tan “ajeno” como para no poder ser siquiera nombrado. De ese tronco semítico original, el Judaísmo, surgen tanto el Cristianismo como el Islam.

Los más notables genocidios de la historia han sido perpetrados siempre en línea con esa ideología original. Aún el justamente vilipendiado Nazismo, operó dentro de ese eje maniqueo, donde simplemente se había invertido el orden, el “pueblo elegido” era ahora el inferior o “maldito” y visceversa. Espero que el lector me ahorre la tarea de las múltiples citas del Antiguo Testamento que prueban de manera simple e incontrovertible la veracidad de lo que enuncio. El pueblo hebreo esta signado desde su origen como “pueblo elegido” por ese dios único (dejaremos la controversia acerca de “los” Elohim para otra ocasión), y el resto de los pueblos o etnias están “condenados” a su destrucción o esclavización. A veces hay que dejar por un rato la lectura de lo más moderno e inmediato para volver a los textos primigenios, que es donde encontraremos, seguramente, las bases conceptuales e ideológicas de la mayor parte de lo que ocurre.

Asimismo -y como no cabría esperar menos de los frutos de aquel mismo árbol- tanto el Islam como el Cristianismo han asumido, sucesivamente y con menor o mayor vehemencia a lo largo de la historia, el rol de “Religión Única” y/o Superior. ¿Habrá que recordar la condescendencia de los antiguos frailes para con los nativos del “nuevo mundo” y sus religiones “primitivas”? ¿O los “primorosos”ardores con que los frailes adoctrinaban en el catecismo?

Por el otro lado, aún hoy, una sola frase equívoca con referencia al Islam por parte de cualquier infiel, puede representar una inmediata sentencia de muerte.

Causarían gracia las palabras del actual papa Benedicto, si acaso el trasfondo no estuviese vinculado con horrores demasiado fidedignos de una casi inenarrable tragedia.

Sería difícil, por otra parte, encontrar un ejemplo de mayor hipocresía que las citas que el Papa Benedicto XVI eligió para su discutido discurso. Es un recurso retóricamente pobre, además, utilizar, para esta precisa ocasión, las palabras de un emperador Cristiano del Siglo XV. Transcribo literalmente: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba” y luego: “Dios no goza con la sangre; no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por lo tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas… Para convencer a un alma razonable no hay que recurrir a los músculos ni a instrumentos para golpear ni de ningún otro medio con el que se pueda amenazar a una persona de muerte…”.

¿Es posible, en pleno Siglo XXI, que alguien pretenda acusar a su adversario ideológico, de los mismos crímenes por él cometido? Todo lo que el Papa Benedicto imputa a Mahoma y al Islam, es un pálido reflejo de lo que la Iglesia Católica ha perpetrado sobre la carne y alma de millones a lo largo de una más que sangrienta -y humeante- historia.

Y sí, es posible expresarse de esta manera y continuar gobernando, cuando el grueso de la humanidad se encuentra en un estado de idiocia robotizada aparentemente irreversible.

Para confirmar la ferocidad que mueve a las partes en pugna en este conflicto, y como no podía ser para menos, muchos musulmanes en todo el mundo respondieron con un salvajismo que no hace más que confirmar las presunciones del Papa.

No hace falta leer a Huntington [2] para analizar las atrocidades de lo que estamos viviendo y de lo que está por venir.

El eje total sobre el que rota el conflicto global que involucra a Estados Unidos, mundo Islámico, Israel, y ahora también el Vaticano, pertenece al orden de lo que llamamos en Psicología falacias cognitivas. Es sabido que las falacias cognitivas generan indefectiblemente sufrimiento e infelicidad en la vida personal…Y podríamos agregar, horror y holocausto a nivel global.

Las posiciones que las partes asumen son excluyentes del otro, la supervivencia del uno implica la desaparición del otro.

Estamos participando de la persistencia del paradigma cavernario en plena era espacial y desde el más “alto” nivel. Todas las partes en conflicto están, en realidad, al margen de la Religión de la Vida como Don Divino, ya que sus propuestas implican la nihilización del otro, es decir, la nihilización del proyecto Divino que, a todas vistas, es y ha sido: LA DIVERSIDAD.

Mientras los monoteísmos patriarcales dominantes continúan empujando al planeta hacia un holocausto sin precedentes, la ecuánime prédica del Tathagata sigue fluyendo entre los fieles budistas, que nunca se vieron involucrados en nada semejante.

Cómo será de fuerte el peso de la programación milenaria, que este simple alegato cotidiano pasa desapercibido para las mayorías occidentales, que cada día se vuelven a acercar a la prédica histérica y delirante de los pastores autodenominados “cristianos” -todavía estoy intentando reconciliar la evidente codicia de estos ridículos “profetas” con el desapego del Sublime Galileo.

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