Escribo estas líneas con todo respeto a los que creen, a quienes invito a que no dejen de creer mas los exhorto a pensar. No deseo extenderme y si acaso este párrafo alcanzara cinco minutos para darle lectura, cinco minutos en los que deseo su entera concentración. El tiempo que pueda hurtarle mis ideas después de haberle dado lectura queda a responsabilidad del lector.
La Biblia a partir del nuevo testamento habla de la destrucción del mundo. Destrucción que todas las religiones de nuestro bello planeta aun no llegan a un acuerdo digno para terminar con él, aunque se entregan a la búsqueda y a la perdida de tiempo de inventar otras fábulas que apoyan en el Apocalipsis e imaginar de qué forma Dios terminara con el mundo, y de estas cavilaciones han nacido y continuaran naciendo las más horrendas tramas que mente humana pueda concebir, nada más despreciable que causar el miedo al prójimo. Así diremos que el hombre es bueno no por convicción propia sino por miedo.
Obsérvese que es el miedo la única reacción mental que causa la paralización del cuerpo en el ser humano y la inercia en la sociedad, preferencialmente en los “desposeídos”. Con la idea del miedo han socavado, han carcomido las bases de toda sociedad en todas sus esferas, pero más arraigada en la ultima clase de la sociedad, a decir los pobres, esos pobres que dicen defender pero a quienes no se atreven a decirles la verdad, y a quienes convierten en adeptos ignorantes.
La religión como arma psicológica funciona de lo más bien. Con el lema “el fin del mundo está cerca y si no te arrepientes te irás al infierno” ha desembocado en grandes fortunas para quienes se dicen representantes de Dios aquí en la tierra. No se sabe si la gente convertida al culto de Dios cree porque verdaderamente tiene la certeza que existe Dios o cree que existe Dios porque esta convencida que existe un infierno.
¿Pero qué es el infierno? ¿Por qué podemos imaginarnos y abarcar un infierno y no nos podemos imaginar ni abarcar a ese dios? Mucha soberbia de mi parte dirá usted. Pero analicemos.
Véase que el infierno es descrito en la Biblia como algo material, que esta allí, con su azufre, su aceite hirviendo, sus llamas, y nada más que eso, no tiene mas atributos que esos, donde por los siglos las “almas” se queman o se quemaran después del juicio. Pero ¿No es el alma algo intangible? ¿Cómo algo tangible y material como lo es el fuego podrá quemar algo intangible como lo es el alma? Pues nadie predica la salvación del cuerpo sino del alma, esa alma que si no cree, irremediablemente la consumirá el fuego por los siglos de los siglos. Acaso no es contradictorio la palabra “consumir” en esa frase, pues al mismo tiempo que la consume agregan que la consumirá por los siglos de los siglos ¿Cómo es eso de consumirse pero que nunca se acaba de consumir? ¿Vendrán las almas a ser como la zarza que vio Moisés? ¿Será Dios masoquista y se regocijará en el dolor de sus hijos desobedientes?
Y remarquemos ¿Por qué el infierno sí es descrito materialmente, y con Dios no sucede lo mismo? ¿Por qué dios se esconde tras ese velo del anonimato físico? Somos los seres humanos tan imprudentes que cuando se asome le mataremos, y no es que Dios tenga miedo de morir, no quiere dejar sin chamba a tanto obrero que hay en su viña. Valga decirse que los obreros del Señor son la mano de obra más cara que ha conocido la humanidad, y lo peor que no ha reportado ni un solo beneficio, más que genocidio e inquisición.
Nótese que algo que le aterra al ser humano y que puede ser imaginable, es estarse quemando por la eternidad, y lo sabe porque es comprobable el ardor que causa una quemadura. Le causa terror el pensar en las llamas, que prefiere ser pobre y creer en Dios, porque así se lo han hecho creer los embajadores de Cristo aquí en la Tierra.
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