La religión más peligrosa

Determinar cual religión es la más peligrosa puede ser una tarea difícil. Para muchas personas que han visto a familiares o amigos morir por la negación de una transfusión de sangre podrían decir que los Testigos de Jehová es la religión más peligrosa. Muchos periodistas podrían señalar la secta del Templo del Pueblo, la cual llevó a la muerte a más de 900 personas en Guyana en el año de 1978, otros historiadores mencionarán que sin lugar a dudas la Iglesia Católica se lleva el título gracias a sus persecuciones, la Inquisición, etc. Sin duda las muertes de la Iglesia Católica superan con creces todas las muertes de las sectas modernas. Pero estas persecuciones fueron hechas cuando no existía separación entre la Iglesia y el Estado. Y he aquí la clave para hallar la religión más peligrosa. En mi opinión la religión más dañina es aquella que se alza con el poder político.

Toda religión afirma ser la única y verdadera. Esto encarna un problema de discriminación. Los creyentes de un determinado credo dividen en sus mentes a las personas en dos grupos: Ellos (los que tienen “la verdad”) y el resto, que pueden llamarse “el mundo”, “mundanos, “infieles”, etc. Esta visión maniquea del mundo ha causado mucho sufrimiento en el mundo a causa de las guerras de religión entre católicos y protestantes, cristianos y judíos, cristianos y musulmanes, musulmanes e hinduistas, etc. De hecho muchos conflictos actuales tienen el factor religioso como carburante en la confrontación.

“Es ilegal demandar, defender o conceder libertad incondicional de pensamiento o de palabra, o de prensa, o de culto, como si éstos fueran derechos que la naturaleza le ha dado al hombre.” (Papa León XIII)

Afortunadamente Occidente logró liberarse de las guerras de religión gracias al humanismo que floreció en el Renacimiento y el Siglo de las Luces. Los valores de igualdad, libertad y fraternidad, encarnados en la Revolución Francesa llevaron a libertad de cultos, a la separación de la Iglesia y el Estado, a dejar la religión como una cuestión personal y no como imposición del Estado, además de la libertad de prensa. Las ideas humanistas permitieron el reemplazo de los gobiernos monárquicos por democracias. La prensa podía expresar ahora libremente sus ideas y la ciencia podía hacer sus investigaciones sin que se le atasen las manos.

Hoy por hoy se escucha al papa de turno hablar de los derechos humanos, y la mayoría de las personas creen que siempre fue así. Pero actualmente los derechos humanos existen en Occidente a pesar de la Iglesia, y no gracias a ella. De hecho en tiempos de la Revolución Francesa y el Siglo de las Luces la Iglesia Católica se opuso férreamente a las libertades individuales y a la democracia. La Iglesia Católica no quería ceder su poder, la resistencia fue férrea, y no quería quitar sus garras de Occidente. Vinieron excomuniones, sermones, encíclicas, alianzas con dictadores (como Franco, entre otros), pero poco a poco la libertad se abrió camino.

De hecho el papa Pío (Papa desde 1846 a 1878) condenó las libertades civiles en una “Lista de los principales errores de nuestro tiempo” entre ellos, de una lista de 80, citó:

15. Todo hombre es libre de abrazar la religión que le plazca.

21. La Iglesia Católica no tiene la potestad de definir dogmáticamente que es la única y verdadera religión.

55. Conviene que la Iglesia esté separada del Estado.

Y al papa León XIII (Papa 1878-1903) le pertenecen las siguientes palabras:

Es ilegal demandar, defender o conceder libertad incondicional de pensamiento o de palabra, o de prensa, o de culto, como si éstos fueran derechos que la naturaleza le ha dado al hombre.”

Después que la democracia pareció afianzarse en Europa y los Estados Unidos la amenaza a la libertad estuvo encarnada por los totalitarismos del siglo XX. El nazismo creció alimentándose del odio. Los judíos eran culpables de todo. Se les calumnio - o mejor los propagandistas nazis retomaron el odio que ya habían secretado los padre de la Iglesia Católica. El odio engendró más odio, y en nombre del Tercer Reich, la humanidad vio monstruosidades contra las minorías. Afortunadamente el Reich de mil años no duró siquiera una década.

Despuntando el siglo XXI vemos otro monstruo que se alza alimentándose también del odio y que ocupa el lugar de la religión más peligrosa: El Islam radical. Como ocurrió en los tiempos de los papas Gregorio VII (1208), Papa Inocencio III (1215), El Papa Eugenio IV (1422), Papa Benedicto VI (1450), o en tiempos de Hitler volvemos a escuchar que los judíos son los culpables de todo. El Islam radical no solo odia a Israel, odia a todo Occidente. No tratare aquí de disculpar las muchas acciones ventajosas de los EE.UU, pero es importante advertir que más que un malestar por la hegemonía norteamericana en el mundo, lo que quiere el islam radical es convertir a todo el mundo al Islam por la fuerza.

¿Por la fuerza? ¿No es esto algo exagerado? Si miramos la historia de la expansión del Islam, las declaraciones actuales de muchos líderes islámicos, podremos advertir que este nuevo totalitarismo quiere imponer por la fuerza la religión a todo el mundo. Quizás exista la posibilidad que quieran llevar de nuevo al mundo a la edad de las tinieblas.

Parece ser que Occidente está como en los años 1930’s ante el auge del nazismo. Solo que ahora el Islam radical no se remite a una superioridad racial sino al mandato divino. Yihad! gritan los extremistas. Este ingrediente religioso hace más delicada la situación actual. Muchos soldados nazis pudieron deponer sus armas frente a los aliados por salvar su vida, pero, ¿Quien depondrá armas cuando le han enseñado que lo más glorioso es morir por Alá y que tras ello le espera un paraíso con mujeres vírgenes dispuestos a complacerlo?

Islamizando por la fuerza en tiempos de Mahoma

Mahoma, el profeta del islam, aquel personaje que no se puede dibujar porque levanta la ira de miles de personas. Tuvo dos caras durante su labor “evangelizadora”. Uno es el Mahoma de la Meca, cuando estaba iniciando sus prédicas y no tenía poder, y otro es el Mahoma de Medina. Ya con poder político y eclesiástico.

Es cierto que el versículo 257 del sura 2 del Corán dice: “No se puede imponer la religión por la fuerza.” Pero este es un versículo de cuando Mahoma era una mansa paloma sin ningún poder, y fue abolido por otros posteriores, de cuando sí lo tenía y se había vuelo un halcón sanguinario, como el versículo 5 del sura 9 que dice: “Mata a los infieles donde los encuentres. ” O el versículo 12 del sura 8 que dice: “Yo sembraré el terror en los infieles y vosotros cortad sus cabezas.” O el versículo 37 del sura 5 que dice: “A los que le hacen la guerra a Alá y a su profeta, mátalos, crucifícalos, córtales las manos y los pies”. O el versículo 4 del sura 47 que dice: “Cuando te encuentres infieles mátalos y haz con ellos una carnicería”.

—Fernando Vallejo, La puta de babilonia. Página 231.

…a partir de que Mahoma llega a Medina puede observarse una clara y rápida declinación del sistema que él había inculcado. La intolerancia reemplazó a la libertad; la fuerza a la persuasión. Las armas espirituales, empleadas en un principio para elevados objetivos pasaron a servir a los propósitos de la autoridad temporal, al mismo tiempo que se utilizaba la autoridad temporal para incrementar el poder de esas armas espirituales. El nombre del Todopoderoso otorgaba un terrible poder a la espada del estado, y la espada del Estado devolvía una pingüe ganancia al destruir “los enemigos de Dios” y oferecerlos en sacrificio en el altar de la nueva religión”

—W. Muir, The life of Muhammad. Edimburgo, 1923. Pág. 503.

Islamización por la fuerza en tiempos modernos

Crítico a muchos románticos de izquierda que ven los atentados de los radicales islamistas como solo una manifestación antinorteamericana o antiimperialista, y no se dan cuenta que en querer imponer el islam y la ley islámica hay una amenaza contra las libertades individuales en las que creemos los humanistas.

No hay mucho progreso en permitir que el mundo vuelva a tiempos ya superados. La imposición de la ley islámica incluye apedrear a la mujer adultera, golpear a las mujeres, prohibirles a las mujeres la educación y el progreso económico, matar a quienes abandonen el islam, y ahorcar a los homosexuales. El precio de la libertad es la eterna vigilancia, decía Thomas Jeffeson, y sigue siendo válido.

Ruhollah Jomeini (c. 1900-1989), el ayatolá iraní que dirigió la Revolución Islámica de Irán ha dejado claro que lo quieren los islamistas radicales es opuesto a las libertades civiles y no simplemente una lucha por que las grandes transnacionales les saquearon el petróleo de su suelo:

Quienes estudien la guerra santa islámica comprenderán por qué el islamismo quiere conquistar el mundo entero. […] Quienes no saben nada del islamismo creen que el islamismo es contrario a la guerra. Éstos [que afirman tal cosa] son estúpidos. El islamismo dice: Matad a todos los no creyentes tal como ellos os matarían a todos vosotros. ¿Acaso significa esto que los musulmanes deben cruzarse de brazos hasta que los devoren [los no creyentes]? El islamismo dice: Matadlos [a los no musulmanes], pasadlos a cuchillo y dispersad [sus ejércitos]. ¿Significa esto que debemos cruzarnos de brazos hasta que nos derroten? El islamismo dice: Matad por Alá a todos los que puedan querer mataros. ¿Significa esto que debemos rendirnos al enemigo? El islamismo dice: Todo lo bueno que existe es gracias a la espada y por la amenaza de la espada. ¡Sólo con la espada se puede conseguir la obediencia de la gente! La espada es la llave del Paraíso, que solo los guerreros santos pueden abrir. Hay otros cientos de salmos coránicos y hadith (dichos del profeta) que instan a los musulmanes a estimar la guerra y combatir. ¿Significa esto que el islamismo es una religión que impide que los hombres libren una guerra? Escupo sobre todos los imbéciles que proclaman tal cosa.

El islamismo obliga a todos los varones adultos, con la única excepción de los discapacitados, a prepararse para la conquista de [otros] países a fin de que el mandato islámico se obedezca en todos los países del mundo.”

Maudidi, líder indopaquistaní del islamismo moderno también lo expresó claramente:

El islamismo quiere destruir todos los Estados y todos los gobiernos de la faz de la Tierra que se opongan a la ideología y el programa del islamismo, sea cual sea su nación o nación que gobiernen. El propósito del islamismo es fundar un Estado basado en su ideología y su programa que resulte destruido durante el establecimiento de un Estado ideológicamente islámico.”

Las anteriores declaraciones son alarmantes. Pero desafortunadamente mientras que a muchos niños y niñas se les siga enseñando que lo que dice el Corán es la palabra de Dios siempre tendremos gente dispuesta a matar a los infieles, es decir a los no musulmanes.

El siguiente video muestra como la adoctrinación en el Islam genera odio hacía los no musulmanes:

Para muchas personas tan solo el Islam radical plantea problemas de intolerancia. Sin embargo, estas personas olvidan que la discriminación de la mujer y de los no musulmanes está expresamente ordenada en el Corán. El problema se hace mayor debido a la influencia de los Mullah en la sociedad

Ibn Warraq, ilustre ateo que escribió el libro “Por qué no soy musulmán” nos advierte:

La causa principal del fundamentalismo islámico es el propio islamismo. ¿Qué tiene que ver la política exterior estadounidense con la lapidación a muerte de una mujer por adulterio en Nigeria? Solo tiene que ver con el islamismo y la ley islámica. La teoría y la práctica de la Jihad -la política exterior de Bin Laden- no se tramaron en el Pentágono: derivan directamente del Corán y la hadith, la tradición islámica. Pero a los liberales y a los humanistas occidentales les cuesta creer esto. El problema con los liberales y los humanistas es que son amables, patológica y mortalmente amables. Creen que todo el mundo piensa como ellos, que todo el mundo - incluidos los fundamentalistas islámicos - desean las mismas cosas, tienen los mismos objetivos en la vida. Para los humanistas los terroristas son ángeles desilusionados, frustrados por el Gran Anarquista que es Estados Unidos.”

—Ibn Warraq, Por qué no soy musulmán. Pág. 14 y 15.

Nadie mejor que la exmusulmana Taslima Nasreen perseguida por apostasía para alertarnos sobre el problema que encarna el Islam para la libertad:

No encuentro ninguna diferencia entre el Islam y los fundamentalistas islámicos. Creo que la religión es la raíz, y de la raíz crece el fundamentalismo como un vástago venenoso. Si suprimimos el fundamentalismo y mantenemos la religión, entonces un día u otro el fundamentalismo volverá a crecer. Necesito decir esto porque algunos liberales defienden siempre el Islam y culpan a los fundamentalistas de los problemas. Pero el Islam en sí mismo oprime a las mujeres. El Islam en sí mismo impide la democracia y viola los derechos humanos”

Solo por medio de la educación en los derechos humanos, el escepticismo y la razón podremos hacer que en nuestro medio nos hagamos consientes de la separación de la religión y el estado, que promovamos el laicismo. Solo el tiempo dirá si la libertad ganará este reto.


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