El título original de este ensayo es: “Are Science and Religion Compatible?”, Skeptical Inquirer, March/April 2002, 42-45. Este artículo apareció publicado en español por primera vez en “El escéptico digital”, y fue traducido en febrero de 2002.
Necesitamos separaciones entre religión y ciencia, ética y estado. Pero hay un dominio apropiado para la religión, y en este sentido ciencia y religión no son necesariamente incompatibles. Ese dominio es evocativo, expresivo, emotivo. La religión presenta poesía moral, inspiración estética y expresiones dramáticas de esperanza existencial y anhelos.
Recientemente ha habido muchas conferencias en las que se ha discutido la relación entre ciencia y religión. La Templeton Foundation, por ejemplo, ha prestado su apoyo a numerosas conferencias sobre este tema. Muchos de los participantes en estas discusiones aparentemente suponen que ciencia y religión son compatibles. Argumentan que no hay contradicción entre ellas, y algunos incluso sostienen que la ciencia confirma los principios básicos de su fe religiosa. Sospecho que la mayoría de los participantes en esta conferencia, formada predominantemente por escépticos y no teistas, no están de acuerdo.
Hay muchas áreas en las que religiosos y científicos realizan afirmaciones radicalmente diferentes. Algunas de ellas son: (1) ¿El alma existe como una entidad separada y distinta o es una función del cerebro? (2) ¿La ciencia proporciona evidencia de “diseño inteligente” o la biología evolutiva es suficiente? (3) ¿Se puede influir el proceso de curación de las personas rezando por ellas a distancia o los test realizados son completamente no fiables? (4) ¿Hay evidencia empírica para la afirmación de que las “experiencias de muerte próxima” nos capacitan para alcanzar “el otro lado” o hay explicaciones fisiológicas y psicológicas alternativas de dichas experiencias? (5) ¿Los mediums bajo ciertas condiciones pueden comunicar con personas fallecidas o los protocolos de dichas pruebas son demasiado flojos? (6) ¿La hipótesis del Big Bang apunta a Dios como la causa del universo o dicha afirmación cae más allá de la ciencia y es meramente especulativa?
Al tratar de esos temas surgen varias cuestiones: ¿Se están presentando teorías coherentes e hipótesis comprobables? En ese caso ¿cuál es la evidencia en su favor? ¿La explicación religiosa o paranormal sobrevive el escrutinio crítico?
Los escépticos se han centrado en el examen de afirmaciones paranormales. No se ocupan de afirmaciones religiosas “per se”, salvo cuando pueden ser examinadas empíricamente. Los humanistas seculares, por otro lado, sí desean ocuparse de afirmaciones religiosas, comprobándolas lo mejor que pueden. Curiosamente la línea divisoria entre lo paranormal y la religión se ha difuminado y con frecuencia es difícil saber cuándo se está tratando con fenómenos paranormales y cuándo con fenómenos religiosos. Por tanto el espiritismo, las experiencias de muerte próxima y las comunicaciones con los muertos interesan tanto a investigadores paranormales como religiosos. Lo mismo sucede con la apelación al diseño inteligente (un argumento filosófico clásico), ahora introducido en la biología evolutiva y la cosmología.
He propuesto usar el término “paranatural” para referirse a afirmaciones religiosas susceptibles de algún tipo de resolución empírica y no son trascendentes o sobrenaturales. En este sentido son similares a las afirmaciones paranormales comprobables.
Un buen ejemplo de solapamiento es la creencia popular en que misteriosos seres extraterrestres inteligentes y benéficos visitan terrícolas y los llevan a bordo de naves espaciales. Éste es un fenómeno cuasirreligioso reminiscente de los ángeles y otros seres divinos o semidivinos de eras anteriores. La desaparición de los alienígenas de Roswell no es diferente del sepulcro vacío del Nuevo Testamento.
Para analizar la relación entre ciencia y religión tenemos que definir y caracterizar cada dominio. Muchos consideran que la religión ofrece una clase especial de verdad espiritual superior. Mantienen que hay dos clases de verdades: (1) las verdades de la ciencia, obtenidas usando los métodos de indagación científica y comprobando las afirmaciones empírica, racional y experimentalmente, y (2) las verdades de la religión, que trascienden las categorías del hecho empírico y la lógica. Los escépticos lógicamente dudan de esta última afirmación.
Los métodos más fiables, insisten, son los que satisfacen los estándares objetivos de verificación y justificación. Las afirmaciones históricas de revelación en los antiguos textos sagrados están insuficientemente corroborados por testigos oculares fiables o están basados en tradiciones orales cuestionables. Fueron compilados durante muchas décadas, incluso siglos tras la supuesta muerte de los profetas. Muchas afirmaciones milagrosas encontradas en la Biblia y el Corán (por ejemplo las afirmaciones sobre curaciones o exorcismos en el Nuevo Testamento, o la narración de la creación en el Viejo Testamento) no son fiables. Expresan la ciencia primitiva de un antiguo pueblo nómada y agricultor, y no resisten el escrutinio científico contemporáneo.
Desafortunadamente algunos defensores de las religiones históricas con frecuencia han usado sus credos para bloquear o censurar la indagación científica. La libertad de indagar en la ciencia es esencial para la civilización humana; cualquier esfuerzo tendente a eliminar la investigación científica es contraproducente.
Una buena ilustración de esto es el esfuerzo actual de algunos para restringir la investigación en células madres embrionarias sobre bases morales o religiosas. Se argumenta que si una célula se empieza a dividir, incluso en solo seis u ocho células, el “alma” de una persona ya está implantada, y que cualquier esfuerzo de experimentar con ella es “inmoral”. El postular un alma para prohibir la indagación científica es reminiscente de la supresión de Galileo y de la enseñanza del Darwinismo. Por tanto en la medida que la religión afirme proporcionar algún tipo de imprimatur sobre la investigación científica necesitamos una separación de religión y ciencia.
Una segunda área concierne la relación entre ciencia y moralidad.
Traigo aquí este tema a colación porque mucha gente piensa que la principal función de la religión es moral. Stephen Jay Gould en el Skeptical Enquirer habló sobre dos magisterios, ciencia y religión, que dice no compiten y no se contradicen entre sí [1]. El dominio de la ciencia trata de la verdad, dice, el de la religión trata de la moral. De hecho yo argumentaría que debe haber también una separación entre ética y religión. Los religiosos no tiene competencia especial en la formulación de juicios morales. Digo esto porque se ha invertido un gran esfuerzo en la historia de la ética - desde Aristóteles hasta Espinoza, Kant, John Stuart Mill y John Dewey - para demostrar que la ética puede ser autónoma y que es posible formular juicios éticos basados en la indagación racional. Hay una lógica de los juicios de práctica, reglas para la toma eficiente de decisiones y conocimiento ético que podemos desarrollar independientemente de un marco religioso. La ciencia tiene un papel que jugar aquí, puesto que puede expandir los medios a nuestra disposición (tecnología) y puede modificar los juicios de valor a la luz de los hechos del caso y sus consecuencias. Mucha gente hoy cree erróneamente que no se puede ser moral sin un fundamento religioso. Desde el Renacimiento la laización de la moralidad ha continuado bastante independientemente de los mandatos religiosos.
Una tercera área que se ha debatido ardientemente en el mundo moderno es la relación entre religión y estado. La mayoría de los demócratas defiende hoy la separación de religión y estado; dicen que aunque los religiosos tienen todo el derecho a expresar su punto de vista en el foro público, la religión debería ser primariamente un asunto privado. Las religiones no deberían buscar imponer sus principios morales sobre toda la sociedad. Los estados democráticos deberían ser neutrales en la profesión de principios religiosos.
¿Cuál es entonces el dominio apropiado de la religión? ¿Queda algo para la religión?
Mi respuesta es afirmativa. Esto puede sorprender a los escépticos, pero creo que la religión y la ciencia son compatibles, dependiendo por supuesto de qué se entienda por religión. La religión ha realizado una importante función que simplemente no se puede dejar de lado. Las religiones continuarán con nosotros en el futuro previsible y no se marchitarán fácilmente. Sin duda mi tesis es controvertida: sostengo que el lenguaje religioso no es primariamente descriptivo ni es prescriptivo. Las funciones descriptiva y explicativa del lenguaje están bajo el dominio de la ciencia, las prescriptiva y normativa son funciones de la ética. Estos dos dominios, la ciencia y la ética, tienen cierto tipo de autonomía. Ciertamente en el dominio político los religiosos no tienen ninguna competencia especial, lo mismo que en el dominio moral. Se debería dejar a cada ciudadano de una democracia la expresión de sus puntos de vista políticos. Igualmente respecto al desarrollo de una personalidad moral capaz de realizar juicios morales.
Si éste es el caso, ¿qué es lo apropiado para el campo religioso?
Sostengo que el dominio de lo religioso es evocativo, expresivo, emotivo. Ofrece poesía moral, inspiración estética, rituales ceremoniales que representan y dramatizan la condición humana y los intereses humanos, y busca saciar la sed de significado y propósito. Las religiones (al menos las de revelación) funcionan mediante parábolas, metáforas narrativas, historias, mitos, y enmarcan lo divino en forma humana (antropomórfica). Expresan los anhelos existenciales de los individuos mientras se esfuerzan en arreglárselas con el mundo que se encuentran y en hallar significado frente a la muerte. El lenguaje religioso en este sentido es escatológico. Su función primaria es expresar “esperanza”. Si la ciencia nos da verdad, la moralidad el bien y el mal, y la política la justicia, la religión es el campo de la promesa y la esperanza. Su principal función es superar la desesperación en respuesta a la tragedia humana, la adversidad y el conflicto, los brutos, inexplicables, contingentes y frágiles hechos de la condición humana. Bajo esta interpretación las religiones no son primariamente verdad, ni son primariamente buenas o correctas, o incluso justas; simplemente son, si se quiere, “evocativas”, un intento de trascender la contrición, el miedo, la ansiedad, el remordimiento, de proporcionar consuelo para el corazón dolorido - al menos para mucha gente si no para todos.
Añadiría a esto que los sistemas religiosos de creencias, pensamiento, emoción y actitud son productos de la imaginación creativa humana. Trafican con fantasía y ficción, tomando las promesas de figuras históricas hace tiempo olvidadas y dotándolas de significado cósmico.
No deberíamos dejar de lado el papel de la imaginación creativa, la fantasía y la ficción. Están entre las más poderosas expresiones de sueños humanos y esperanzas, ideales y anhelos. ¿Quién habría imaginado que la serie de libros de ficción “Harry Potter” de J.K. Rowling o “El Señor de los Anilos” de J.R.R. Tolkien encantarían a la gente joven, o que tantos seres humanos serían fascinados por novelas, películas y obras de teatro ficticias? La creativa imaginación religiosa teje cuentos de consuelo y esperanza. Son expresiones dramáticas de anhelos humano, que permiten a los humanos superar aflicción y depresión.
Con esa interpretación de religión como poesía existencial dramática, ciencia y religión no son necesariamente incompatibles, porque se aplican a intereses y necesidades humanos diferentes.
Un reto especial al naturalismo surge en este punto. Creo que la mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que el “naturalismo metodológico” es el principio epistemológico básico de las ciencias, concretamente el hecho de que deberíamos buscar explicaciones causales naturales para los fenómenos, comprobándolos con los métodos de la ciencia. El “naturalismo científico” por otro lado va más allá, porque rechaza como no evidenciales la postulación de metáforas ocultas, la invocación de fuerzas divinas, espíritus, fantasmas o almas para explicar el universo, e intenta funcionar con explicaciones materialistas, fisicoquímicas, o naturalistas no reduccionistas. La frenética oposición al darwinismo hoy está claramente basada en el temor de que el naturalismo científico socave la fe religiosa.
Si éste es el caso, el gran reto del naturalismo científico no está en el área de la verdad sino de la esperanza, no del bien sino de la promesa, no de lo justo sino de la expectativa - a la luz del carácter trágico de la condición humana. Esto está en rígido contraste con los hallazgos del neodarwinismo, que reconoce que la muerte es definitiva, no solo la de cada individuo, sino la posible extinción algún día en el futuro remoto de la misma especie humana. Los evolucionistas han descubierto que millones de especies se han extinguido. ¿No le esperará la misma suerte a la especie humana? Los cosmólogos indican que en cierto momento parece probable que el Sol se enfriará, y de hecho en el futuro lejano un Big Crunch puede acabar con el universo entero. Otros hablan de un enfriamiento profundo. Algunos aficionados a “Star Trek” se inspiran en la ciencia ficción y dicen que quizá algún día dejaremos la Tierra y habitaremos otros planetas y galaxias. No obstante en algún momento la muerte no sólo del individuo sino de nuestra especie, nuestro planeta y nuestro sistema solar parece probable.
¿Qué depara esto para la condición humana final?
Vivimos en una época en la que las dimensiones del universo se han expandido enormemente en los niveles microscópico y macroscópico. Estamos hablando de dimensiones de miles de millones de años luz. Mucho de esto se basa en extrapolación especulativa, sin embargo podemos preguntar, ¿la imagen naturalista aplasta la aspiración humana? ¿Destruye y socava la esperanza? ¿Proporciona suficiente consuelo para el espíritu humano? Desde esta perspectiva el tema central para los humanos es la cuestión del “coraje”. ¿Podemos vivir una vida plena en vista de la extinción humana final? Éstas son cuestiones de gran escala y sin embargo centrales para la conciencia religiosa. ¿Puede el naturalismo científico, en la medida que socava el teísmo, proporcionar una realización alternativa poética y dramática de la condición humana, que ofrezca esperanza y promesa? Gran cantidad de valientes individuos pueden vivir vidas significativas e incluso prosperar aceptando la posible muerte lejana de la especie y del sistema solar.
Pero muchos otros seres humanos (quizá la mayor parte de la humanidad) no pueden aceptarlo. Anhelan inmortalidad y la religión satisface su necesidad. Muchos otros no se desvelan preocupándose por lo que sucederá dentro de cinco, diez o quince mil millones de años. Encuentran que la vida vale la pena en sí misma aquí y ahora.
En conclusión permítaseme decir que vivimos un periodo de exacerbada religiosidad en Estados Unidos. Parece que está surgiendo un nuevo paradigma espiritual que impugna tanto el naturalismo científico como el metodológico. Estados Unidos es una anomalía en este sentido, especialmente en contraste con la disminución de las creencias religiosas en Europa. Encuestas científicas recientes sobre creencias en países europeos (Francia, Alemania, Inglaterra y otros, incluso Japón) indican que el nivel de creencia en un ser teísta y la práctica institucional de la religión organizada han disminuido considerablemente, sin embargo esas sociedades altamente laicas ejemplifican buen comportamiento moral y son con mucho menos violentas que Estados Unidos. La opinión de que sin religión no se puede tener una vida con significado o una elevada motivación es así puesta en entredicho. No deberíamos tomar la predisposición religiosa reinante en Estados Unidos hoy como necesariamente universal para todas las culturas.
Paul Kurtz es Presidente del Center for Inquiry y Profesor de Filosofía Emérito en la State University de Nueva York en Buffalo. Este artículo sirvió como introducción de la conferencia del Center for Inquiry “Ciencia y religión: ¿son compatibles?” Nov. 9-11, 2001, en Atlanta.
Notas
Volver a la sección Sociedad y religión
Comentarios
Comments powered by Disqus