¿Cómo defender el ateísmo? (4,5)

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Libre pensamiento

Quiero mencionar brevemente un término el cual es muy importante en la historia del ateísmo. El término es “libre pensamiento”. No pasaré mucho tiempo en esto. Pero si vale la pena mencionarlo porque “libre pensamiento” es un término que ha sido bastante y ampliamente utilizado históricamente. ¿Cual es el significado de “libre” y de “libre pensamiento”? En un sentido, todas tu creencias son libres. Nadie puede forzarte a creer en algo que tu no deseas creer. El significado de “libre” en “libre pensamiento”, es moralmente libre. Los libre-pensadores históricamente, estaban reaccionando a la doctrina de que estas moralmente obligado a aceptar cierto “paquete de creencias” — un dogma —, como verdadero; que eres, en un sentido, inmoral, por ejemplo, si no aceptas los principios del cristianismo. A la larga, vinieron los libre-pensadores y dijeron “¡No! Uno ha de ser moralmente libre para investigar las creencias que sean las mejores para nuestras habilidades, sin estar moralmente obligados a aceptar cualquier paquete de creencias en particular”. Esta es la importancia primaria de libre-pensamiento. Se relaciona con el punto anterior que hice acerca de la importancia del hábito de la racionalidad. Quien se preocupa por ser racional, por necesidad, es un libre-pensador.

Pruebas de la existencia de Dios

Quiero sumergirme un poco dentro de las aguas oscuras del concepto de Dios y aclarar un punto básico acerca de las pruebas para la existencia de Dios. En mi libro y en libros escritos por otros autores, como Antony Flew, Chapman Cohen, Wallace Matson, y otros, usted encontrará refutaciones realmente detalladas de argumentos para la existencia de un dios: el argumento de una primera causa, los argumentos cosmológicos, el argumento del diseño y muchos más. Yo no puedo cubrirlos obviamente aquí. Pero quiero hacer referencia al problema básico involucrado en tales “pruebas. ” El problema básico es este: el concepto de Dios—el concepto del dios cristiano en particular—una vez que usted despoja toda la verbosidad que lo rodea, el concepto de Dios siempre resulta ser algún tipo de ser inconocible. Ahora, obsérvese que no dije, “desconocido”, dije, “inconocible” Ésta es la creencia básica y central del teísmo. La creencia en algún tipo de criatura inconocible. Por “inconocible”, quiero decir una criatura que por su naturaleza no puede ser conocido nunca por el hombre. No solo decimos algo de lo cual no tenemos conocimiento, sino que nunca podremos conocer. Hay muchas cosas de las cuales no tenemos conocimiento. Estamos hablando sobre algo en principio que no puede conocerse. Allí parece haber un problema obvio intentando demostrar, y mucho mas tratar de conversar acerca de un ser que por admisión propia de los teístas es “inconocible”. ¿Cómo ellos pueden platicar, conceptuar o demostrar la existencia de semejante cosa? Es, en principio, imposible. Esto, básicamente, es el porqué todas las pruebas alegadas deben fallar finalmente. Hay un pasaje del siglo XVII, del famoso materialista y Barón ateo, D’Holbach, que es bastante bueno en esta consideración. Después de notar que la teología tiene “para su objeto solo las cosas incomprensibles”, D’Holbach defiende que “es un insulto incesante a la razón humana”. Sigue diciendo: “Ningún sistema religioso puede fundarse sino es mas que en la naturaleza de Dios y del hombre, y en las relaciones que se sucede entre ellos. Pero para juzgar la realidad de estas relaciones, debemos tener alguna idea de la naturaleza divina. Pero todos dicen que la esencia de Dios es incomprensible para el hombre. Al mismo tiempo, ellos no dudan en asignarle atributos a este dios incomprensible y aseguran que el hombre no puede usar el conocimiento para comprender a este dios, tan imposible de concebir. La cosa más importante para el hombre es que será para él imposible de comprenderlo. Si Dios es incomprensible al hombre, parecería razonable nunca pensar en absoluto en él. Pero la religión concluye que el hombre es un criminal si él cesa un momento de venerarlo”. D’Holbach concluye, bastante bien por cierto, que “la religión es el arte de ocupar a las mentes limitadas con aquello lo cual es imposible de concebir o comprender. ” Usted simplemente no puede discutir inteligiblemente, mucho menos demostrar, la existencia de una criatura inconocible. Es un sin-sentido filosófico. El propio concepto es sin-sentido.

De las muchas “pruebas” que se han ofrecido, probablemente la mas popular para el hombre común es la conocida como el “argumento de la experiencia religiosa.”

No he hablado o he escrito previamente sobre esto, por lo que quiero hablar unos minutos de ello, porque éste es el argumento que con mayor frecuencia usted se encontrará. Y confunde a algunas personas, justificadamente, porque es un argumento confuso. Por el “argumento de la experiencia religiosa”, quiero decir alguna variación en un tema como “yo sé que Dios existe porque he tenido alguna clase de experiencia personal”, para ponerlo en términos fundamentalistas, “Jesús ha entrado en mi corazón”, y cosas así. Para ponerlo en términos de misticismo oriental: “yo he tenido alguna clase de experiencia con la Unidad del universo”. Cualquier término que se use, ésta es la idea básica: intentando demostrar algún punto filosófico con referencia a la experiencia personal de algún tipo. Éste es el argumento comúnmente utilizado por los religiosos o místicos.

El primer problema con este argumento es que realmente no es un argumento. Un argumento tiene alguna clase de premisas probablemente, sigue una cadena de razonamiento, y tiene una conclusión. Este “argumento” simplemente es una aserción un poco calva. No es en absoluto, un argumento. Yo puedo decir, con justicia, que existen hadas invisibles en este cuarto porque he tenido experiencias personales con ellas. O que hay un duende verde invisible que se sienta en mi hombro porque he tenido una experiencia personal de él. En otras palabras, una vez que usted recurre a esta monserga, usted puede “demostrar” o probar cualquier cosa. Éste es el abandono completo de cualquier tipo de criterio racional. Es intentar demostrar un punto filosófico sobre la existencia de algo, simplemente refiriéndose a algún tipo de experiencia interior, a un sentimiento.

Han habido numerosos esfuerzos por defender este tipo de argumento. Uno de ellos que usted normalmente oirá que es que este sentimiento es único. Los religiosos o místicos no pueden comunicarle su experiencia porque es tan único que no puede ser comunicada. A esto yo contestaría que cada experiencia es única. Cada experiencia que ustedes tienen es única. Ninguna experiencia que usted tenga será totalmente parecida a otra que tenga. El punto es, usted tiene una mente, tiene la habilidad de conceptuar y de esto es lo que trata la conceptualización. Los conceptos nos permiten indagar las diferencias entre nuestras experiencias y enfocar en los elementos más comunes y comunicarlas entre nosotros. En esto consiste el concepto-formación; así es como razonamos. La declaración de que el religioso no puede comunicar su experiencia porque es única; acordemente llevada a cabo, significaría que no podríamos comunicarnos en absoluto porque todo nuestras experiencias son únicas. Pienso que sería más exacto decir que la experiencia del religioso es absolutamente ininteligible. Él no entiende qué o por qué ocurrió, así maquilla una razón para que satisfaga su propósito.

Hay otro tipo de contestación que a veces se hace. Esta es paralelo a lo que usted oirá a menudo de un místico, la persona que exclama haber tenido alguna clase de contacto personal con una deidad. Es en relación a un hombre ordinario como a un hombre vidente es en relación a un hombre cegado. Estoy seguro, que muchos de ustedes deben de haber oído esto alguna vez. No sólo los hombres comunes usan este argumento, sino los filósofos sofisticados y teólogos que deberían conocer mejor este recurso. A veces nos dan la ilustración de que si un hombre vidente estuviera entre una raza de personas ciegas, y tratara de convencerlos de como es el mundo, ellos dirían que ese tipo es irracional y negarían que las tales cosas existen. Por supuesto, el místico quiere ponerse en esa misma categoría. “Yo tengo una facultad intuitiva especial” o “yo tengo una línea de comunicación especial con Dios” y esto le permite que tenga un conocimiento especial que los meros mortales no son capaces de tener. Él simplemente, tiene la habilidad de un sentido mas que la persona ciega no tiene. Yo no tengo que contradecir el conocimiento presente de una persona ciega para explicar lo que yo veo. Él puede probar independientemente, a su propia manera, las afirmaciones que yo hago. Si yo le digo a la persona ciega, “hay una pared inmediatamente delante de usted”, él no tiene que aceptar mi palabra. Él puede extender la mano y puede tocarla, sentirla, usando los sentidos que están disponibles para él. Éste es otro punto crucial para tener presente con respecto a este argumento. No es que la persona ciega y la persona vidente estén viviendo en dos mundos separados; la persona ciega tiene otros medios de comprobar el mundo, verificando las afirmaciones de la persona vidente. Desgraciadamente, de nuevo, nosotros, no tenemos esa oportunidad cuando se trata de la afirmación de un místico. ¿Qué tipos de procedimientos comprobables o pruebas podemos mostrar nosotros para afectar las afirmaciones del místico que según él, experimenta un reino inefable y sobrenatural? No hay ninguna manera en absoluto, porque no sólo afirma que tiene un sentido, poder o habilidad especial, sino que afirma sentir o saber algo de otro reino en total. Esto es totalmente arbitrario, indefendible e insoportable. Hay un sinnúmero de cosas que podríamos señalar aquí también, como el hecho de que el hombre ciego no usa normas diferentes de conocimiento que el hombre vidente usa. Ellos simplemente tienen medios diferentes de recoger evidencia, considerando que el místico nos exigiría abandonar muchas de las normas actuales de conocimiento que nosotros usamos. Seguro que ustedes pueden imaginar muchas otras objeciones que podrían hacerse a este caso particular.

A veces, se dice que el místico ha tenido un entrenamiento especial. Que ha pasado por la meditación o cualquier cosa que se requiera y a través de este entrenamiento especial él ha adquirido esta habilidad, que de alguna manera puede percibir a un ser sobrenatural. Eso realmente no significa nada, sólo que usted puede pasar años y todavía propone una conclusión ridícula, así como usted puede proponer esa conclusión ridícula en treinta segundos o un minuto. Y de hecho pienso que ustedes entienden que si ustedes consagran años de estudio a una disciplina, después de un tiempo, allí se levanta un cierto interés vestido en la verdad de esa disciplina. Si yo digo que voy a ir al Himalaya a intentar entrar en contacto con la Entidad del universo. Voy para allá, y me dicen que tengo que meditar durante cinco años y pasar por ciertas prácticas para lograr esto; entonces, pienso que emocionalmente sería muy difícil, después de mis cinco años de estadía, regresar y decir: “Bueno, fue una pérdida de tiempo”. Hay envuelto aquí un cierto interés emocional esperando que, a lo que usted consagró durante todo ese tiempo, deba tener algún mérito. Usted no sólo se encuentra con este problema en los místicos, sino también en los profesores de teología. ¿Puede usted imaginar yendo a un seminario, pasar muchos años de entrenamiento teológico, que su sustento dependa de ello, sólo para poder decir un día, “Bien, supongo que todo fue una pérdida de tiempo, un sinsentido? ” Es muy difícil hacer ese tipo de cosas y tener una mente extremadamente independiente para poder ir contra de tanto interés emotivo.

Un último punto que quiero hacer sobre el argumento de la experiencia religiosa. Esto es más práctico, algo que usted puede usar. Uno de los mayores problemas con la afirmación de haber tenido una experiencia religiosa es que no hay posibilidad de falsificar semejante afirmación. En otras palabras, si nosotros le decimos al místico que podemos creer en su palabra, él querrá que nosotros suframos un tipo de experimento. Él querrá que nosotros nos sujetemos a algún tipo de procedimiento y entonces veremos que sus creencias son correctas. La manera que usted encontrará esto a menudo es cuando un fundamentalista, por ejemplo, se le acerque y le diga: “Mire, si usted sólo se pusiera de rodillas y le rogara a Jesucristo que entrase en su corazón, entonces vería que lo que estoy diciendo es verdad. No puedo describirle esto a menos que usted pase por estos procedimientos”. Supongamos que este fundamentalista es de una inclinación filosófica y que quiere defender este argumento aquí. El dice algo como: “Usted exige ser razonable. Usted exige ser de mente abierta. Todo lo que yo le estoy pidiendo que haga es que pasa por un experimento. Todo lo que usted tiene que hacer es ponerse de rodillas, mirar al cielo, juntar sus manos y pedirle a Jesús que entre a su corazón. Ahora, si usted realmente es de mente abierta, ¿estará dispuesto a hacer este pequeño esfuerzo para comprobar mi afirmación?, ¿No en eso consiste tener la mente abierta?” Quiero señalar aquí algo interesante, que nunca aparece cuando el fundamentalista argumenta de esta manera. El fundamentalista quiere preparar un “experimento”, lo pondrá a su modo, pues no quiere asumir el riesgo que es inherente en cualquier experimento. En otras palabras, si hay una posibilidad de que un experimento triunfe, entonces debe haber una posibilidad de que falle. Si hay una posibilidad de éxito, hay una posibilidad de falla. Debe haber un riesgo involucrado en el experimento. El fundamentalista tiene una hipótesis: “Jesús es su salvador personal o debería serlo” o “Dios existe” o cualquier cosa. El quiere probar su hipótesis, así que le pide que acepte a Jesús. Entonces, usted le dice al fundamentalista: -Usted tiene una hipótesis. Usted preparó el experimento. Yo estoy apostando la verdad de mis afirmaciones en este experimento, así que usted debe de hacer algo similar. Tiene que apostar la verdad de sus afirmaciones en el experimento. Así, si yo me arrodillo y hago lo que usted dice que es necesario, y si pasa lo que usted dice que pasará, entonces estaré convencido. Pero, sin embargo, si me arrodillo y nada pasa, entonces eso comprobará la falsedad su hipótesis y usted deberá de abandonar su creencia en Dios. -

Esto muy, muy importante entender lo que trato de decir aquí. Si el experimento es un experimento legítimo, debe haber un riesgo en ambos lados. Pero la farsa viene cuando usted se encuentra con que el religioso no esta dispuesto a hacerlo. ¿Está dispuesto a hacerlo? Yo diría que en el 99% de los casos, no. ¿Qué es lo que diría? Tal vez, usted no fue sincero, así lo culparía a usted. O tal vez Dios no sentía que tenía que salvarlo en este momento, así hasta culpará a Dios, pero nunca se culpará a si mismo. Nunca culpará a sus propias ideas. La próxima vez, que se encuentre en esta situación, en lugar de decirle adiós a él y a su absurdo —que lo es— usted podría hacerle esta pregunta al cristiano: “Si usted, realmente quiere que el espíritu científico este envuelto en esto, yo haré esto. Pero si falla, usted tendrá que abandonar sus creencias y convertirse en ateo”. Eso parece justo, pero por supuesto que el no lo hará. Como un recordatorio final, Sugiero que si él dice que lo hará, que lo haga por escrito, o en frente de un grupo de personas como testigos, porque los cristianos no son conocidos por su integridad intelectual en materias de este tipo. Usted puede evocar a un pasaje de Pablo que dice: “Yo me convierto en todas las cosas para todos los hombres con tal de salvarlos”, lo cual es llamado una hipocresía intelectual en nombre de propagar la Cristiandad, y eso hay que prohibírselos.


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