Biología. Investigadores en la Universidad de Emory han desarrollado un modelo de roedor para estudiar los efectos de la D-cicloserina en la socialización y ayudar a resolver estos problemas en autistas
¿Pueden los ratones de campo ayudar a los autistas? La respuesta es hoy más positiva que nunca, pues estos mamíferos llevan décadas siendo estudiados como modelos de interesantes características de socialización, como la cooperación, la reciprocidad, la compasión y la unión entre individuos. Larry Young nos cuenta que el ratón de la pradera, Microtus ochrogaster, es un modelo notable que nos ha enseñado complejos caminos neuronales en las áreas sociales del cerebro. “Creemos que este conocimiento nos será útil al momento de identificar drogas que incrementen la cognición social y el aprendizaje ya que drogas con estas propiedades, particularmente cuando han sido combinadas con terapias conductuales, pueden beneficiar en tratamientos varios para el espectro de desórdenes autistas”.
Young trabaja con otros investigadores en el Centro Transferente Social para las Neurociencias en la Universidad de Emory donde están medicando a estos particularmente sociales ratones con una sustancia conocida como D-cicloserina, una droga que el equipo de Young ha demostrado, con estudios anteriores, que ayuda a disminuir las fobias y también promueve lazos de unión entre los ratoncitos de la pradera. Los científicos explican que las hembras bajo tratamiento con D-cicloserina se unen a un nuevo macho mucho más rápido de lo que es usual para ellas.
La idea es encontrar la forma de reestructurar la neurobiología que promueve conductas prosociales en personas con autismo. Para ello, llevan ya más de 15 años estudiando los efectos de estas sustancias en la conducta de los sociales roedores. “Los ratones de la pradera son monógamos y crean lazos profundos cuando se aparean. Los mecanismos básicos para el aprendizaje social, tanto en estos ratones como en los humanos, son lo suficientemente similares para crear un modelo que nos enseñe el tipo de aprendizaje que ocurre entre estos animales durante el proceso de apareamiento que a la vez se asemeja bastante a las interacciones sociales humanas”, explica Young, quien junto a su equipo ha demostrado la importancia de hormonas como la oxitocina en la interacción social. De hecho, la hormona también ha sido propuesta como un posible tratamiento para autistas. En esta ocasión, Meera Modi, también de Emory, mostró que la D-cicloserina es efectiva en la creación de lazos emotivos si se inyecta de forma periférica. La investigadora también demostró la importancia de dos regiones neuronales vinculadas al aprendizaje social y a la recompensa, el núcleo accumbens y la amígdala, al inyectar la sustancia directamente en ellas.
“Creemos que la D-cicloserina interactúa con los circuitos de procesamiento de información en el cerebro para incrementar los procesos naturales de aprendizaje que ocurren allí”, dice Modi.
Si la investigación general no es detenida, es indudable que llegaremos a conocer cómo funciona a cabalidad, no sólo el genoma, sino también el cerebro. Tristemente, Homo sapiens llegará a obtener todo este conocimiento sin la madurez suficiente para usarlo de forma responsable. Hasta que no decidamos cómo emplear la ciencia y la tecnología para el bienestar de todos, cualquier pedazo de información puede ser usado en nuestra contra; y no sólo en estas áreas sino en cualquier paso dentro del quehacer humano.
Paradigma de preferencia de pareja
La investigadora explica el experimento en el que usaron su método “paradigma de preferencia de pareja”, que funciona de la siguiente forma: “colocamos hembras sexualmente ingenuas con machos con experiencia sexual para que cohabiten durante seis horas. Como las hembras no están ovulando, pues no ocurre ningún tipo de apareamiento. Normalmente, para que dos ratones de estos se emparejen y forman un lazo profundo y monógamo, hay que darles por lo menos 24 horas y es necesario que haya apareamiento (no olvidemos que el contacto sexual también promueve la producción de oxitocina). Más tarde, le damos la opción a la hembra de pasar tiempo con el familiar aunque desconocido ratón o con un completo extraño y medimos qué tanto tiempo se pasa con estos machos en el espacio de tres horas. Cuando inyectamos una dosis baja de D-cicloserina al principio de la cohabitación, las hembras preferían pasar más tiempo con el ratón conocido, por un factor de cuatro. Sin la droga, las hembras no sentían preferencia por ninguno”.
D-cicloserina en el mundo de Homo sapiens
Ciertamente la D-cicloserina ya ha iniciado su entrada al mundo de las pruebas clínicas en humanos. La sustancia se ha ganado la reputación de disminuir significativamente las fobias y la ansiedad social y ya se está usando en una prueba con humanos con desorden de estrés postraumático.
“La sustancia mejora el aprendizaje porque actúa en receptores del neurotransmisor glutamato. Las drogas que se usan para el autismo en el presente no fueron desarrolladas para autistas sino para desórdenes como la esquizofrenia y la depresión y es preciso que se elaboren medicamentos diseñados exclusivamente para ellos. Necesitamos combinar el uso de estas sustancias con terapias conductuales que faciliten la inclusión de nuevos aprendizajes de comportamientos sociales que actúen para el bien del individuo”, nos dicen.
Más en internet
El experimento es auspiciado por la organización para al autismo: Autism Speaks http://www.autismspeaks.org/
Universidad de Emory en la red: http://www.emory.edu/home/index.html
Los resultados han sido publicados en el diario Psiquiatría Biológica: http://www.elsevier.com/wps/find/journaldescription.cws_home/505750/description#description
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