Neurología. Un grupo de científicos intenta descubrir cómo perciben nuestras neuronas el paso de los minutos y por qué cuando estamos aburridos, los segundos parecen arrastrarse lentamente hacia el futuro.
Nada peor que concentrarse en el reloj cuando deseamos que el tiempo pase rápidamente. Las agujas parecen ahogadas en miel y un minuto es capaz de simular ser una hora para el cerebro del individuo más aburrido en el planeta. Por el contrario, no hacemos más que inmiscuirnos en una actividad divertida o de encontrarnos con el amor de nuestras vidas, para que las agujas pierdan libras y se aligeren, de repente, las horas se disfrazan de segundos y el tiempo nos parece poco y el momento se nos va volando. Sin embargo, a pesar de la relatividad del tiempo, establecida en el mundo de la física por Einstein, científicos en Francia aseguran que el cerebro tiene su forma particular de percibir el paso de las horas y los minutos. Al parecer, mientras más nos concentramos en la duración de un rato más probabilidades tendremos de percibir el tiempo en su forma más cercana a la realidad.
La teoría tradicional sobre la percepción del tiempo en el cerebro nos habla de un reloj interno, que no sólo se encarga de establecer el ritmo circadiano de las 24 horas por todo el cuerpo, sino que además, regula todas las demás características temporales mediante una variedad de procesos químicos. Sin embargo y desde hace varios años, la concepción de cómo ocurren las cosas en el cerebro ha variado bastante. Especialmente desde que la tecnología ha logrado desarrollar nuevas herramientas para percibir, observar, medir y analizar los diferentes patrones de actividad producidos por las neuronas cada vez que nos internamos en una actividad distinta.
En 1999, por ejemplo, el doctor en psicología Jonathan Crystal, realizó varios experimentos con ratas que lo llevaron a teorizar que en vez de un reloj interno, el cerebro posee una variedad de ellos.
“Si pensamos en el tiempo reconoceremos que es una cualidad que impregna todas nuestras conductas. El tiempo participa en la coordinación del movimiento, en la producción del habla y hasta determina cuándo comemos y cuándo dormimos,” explicó Crystal. “Cuando lo imagino pienso en un reloj de arena, donde la arena se toma una hora para fluir de una cara a la otra, pues en el cerebro existe un sinnúmero de estos relojes de arena y cada uno mide un momento distinto, desde las horas hasta los microsegundos”.
Otras investigaciones han demostrado que el cerebro, aunque algunas áreas parecen especializadas en funciones específicas, es en realidad una red que trabaja conectada a todas las áreas, todo el tiempo. Por lo que es probable que poseamos varios relojes internos en vez de uno. O, como han comprobado recientemente los investigadores en Francia, quizás existen distintos circuitos que se encargan de que percibamos el tiempo en su forma más cercana a la realidad o que nos olvidemos de su paso completamente.
La doctora Jennifer Coull, directora de la reciente investigación realizada en el Laboratorio Francés de Neurobiología y Cognición, encontró un circuito que se activa cada vez que las personas se concentran en la duración del tiempo, que es lo que en realidad ocurre cuando estamos aburridos.
La doctora, junto a un grupo de investigadores franceses, tomaron 12 voluntarios y observaron sus cerebros durante varias actividades y a través de los ojos de la resonancia magnética o MRI. Estos aparatos permiten que los investigadores midan y analicen distintos patrones de actividad cerebral mientras las personas están concentradas en problemas o tareas específicas.
En esta ocasión, los sujetos debían concentrarse en ciertas imágenes. Un grupo de individuos debía enfocar su atención en la duración de la imagen, otro tenía que concentrarse sólo en el color de la imagen y una tercera agrupación debía concentrarse en el color y en la duración.
Una vez estudiadas las reacciones en los cerebros de cada grupo, los investigadores notaron que existe un circuito, conocido como el córtico estriatal, que se dispara cada vez que la persona se concentra en el correr de los segundos. El primero y el tercer grupo utilizaron continuamente este circuito.
“Cuando estamos aburridos nos concentramos en el pasar del tiempo y activamos en el cerebro este circuito llamado córtico estriatal que se encarga de darnos una versión mucho más real del paso del tiempo. Por lo tanto, cuando estamos concentrados en otra actividad, nos olvidamos del tiempo y el circuito permanece apagado, por eso percibimos que el tiempo ha volado, porque no hemos encendido el lugar que se encarga de mostrarnos el paso real de los minutos”, concluyó Coull.
El control motor y las medidas temporales
El equipo francés no sólo ha descubierto el circuito del aburrimiento, que nos acerca mucho más al tiempo real, sino que también han encontrado que este circuito está vinculado con el área de control motor y la región que nos prepara para la acción. Los investigadores lo comparan con el movimiento del pie de un músico al medir el ritmo o cuando un atleta se prepara para actuar con el sonido de la pistola. De la misma forma es probable que el cerebro mida y perciba el tiempo como esos pequeños y grandes intervalos entre nuestros movimientos.
La marihuana, las memorias y el tiempo
La sustancia activa dentro de la marihuana, conocida como THC, tiene el poder de distorsionar el paso del tiempo en las personas que la consumen, especialmente las primeras veces. El psicólogo Jonathan Crystal elaboró varios experimentos con el fin de encontrar en qué parte del cerebro actuaba la droga. Crystal descubrió que bajo la influencia del THC, el cerebro acumula memorias distorsionadas del tiempo desde el momento en que la droga comienza a surtir efecto.
“Descubrimos que el THC no distorsiona la percepción que tiene el individuo del tiempo sino que deforma los recuerdos y las memorias que tiene sobre éste. Hemos aprendido un poco, con estos experimentos, sobre cómo la percepción y la memoria interactúan con nuestro sentido del tiempo”.
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