La curiosa vida de las plantas

Botánica. Desde las lindas rucas de mar hasta las artemisias, las fresas y la parasítica cuscuta, la flora posee mecanismos varios para extraer información de otros arbustos a su alrededor y puede, aseguran nuevos estudios, reconocer otras plantas familiares y cambiar su conducta para ofrecer un tratamiento preferencial a la familia

Los humanos solemos juzgar por experiencia propia. Por ello, nos identificamos mucho mejor con animales que posean las mismas herramientas para percibir el mundo que los rodea que nosotros, cuando el ser se aleja mucho de esta norma de cinco sentidos básicos, nos cuesta un poco comprenderlos. Ha sido el obstáculo principal en el estudio de la botánica, sin embargo, con mejor tecnología y mayores fondos, los científicos siguen adentrándose en la vida social de las plantas, las que, sin ninguno de nuestros sentidos, parecen tener una compleja forma de existencia.

Durante dos décadas, los estudios que han estado emergiendo sobre las plantas asombran a todo el interesado. Desde siempre hemos asumido que estos organismos inmóviles y sin las estructuras básicas para resolver problemas carecen de formas para transmitir información a menos que tenga ayuda de elementos externos a ellos como el viento, los insectos y las aves. Sin embargo, los experimentos con plantas diversas han demostrado que existe mucho más en una planta y que sus habilidades continuarán impresionándonos por mucho más tiempo.

Por ejemplo, en un estudio realizado con la Ruca de mar, una planta de diminutas flores que suele crecer en las playas, ha demostrado que estos arbustos pueden hacer algo jamás visto en ninguna otra planta. De acuerdo con científicos en la Universidad McMaster en Ontario, Canadá, la Ruca de mar es capaz de reconocer otras plantas de su propia familia, y no sólo eso, una vez las reconoce, cambia su conducta para favorecer al nuevo vecino de la familia. No obstante, si la planta que comienza a crecer a su lado no es de su familia, la Ruca de mar desarrolla abruptamente raíces que absorben nutrientes del suelo para dificultar así la vida de la otra planta. El tratamiento preferencial es sólo para la familia.

“Esta conducta nos sorprende porque existen muchos animales que no son capaces de reconocer a sus familiares a pesar de las ventajas evolutivas que se desprenden de esta habilidad. Si un individuo puede identificar a otros de su familia es posible tenderles una mano, lo que tiene sentido desde el punto de vista de la evolución porque ambos comparten genes”, expresó Susan A. Dudley, ecologista de la evolución de plantas de McMaster. “Las plantas tienen una vida social secreta”.

Ciertamente, los nuevos conocimientos en la botánica muestran un mundo donde las plantas manejan información que perciben de las plantas a su alrededor y usan esa información para interactuar con ellas. Glenys Álvarez

La estrategia de la cuscuta

Los investigadores aseguran que la complejidad dentro del mundo verde ha tardado en emerger debido a que las plantas utilizan mecanismos desconocidos para nosotros para mantener una red activa de información. Por ejemplo, algunas plantas utilizan cambios sutiles en la luz para reconocer si arbustos agresivos y competitivos están creciendo a su lado. Esto es posible debido a su biología, las plantas absorben distintos tipos de longitud de ondas y pueden detectar estas firmas distintivas en otras plantas. Por otro lado, algunas yerbas parasíticas, como la cuscuta, es incapaz de producir raíces propias o azúcar a través de la fotosíntesis, por lo tanto, la planta sube y comienza a hace círculos, detectando como un perro que olfatea, todas las plantas a su alrededor. Luego de elegir su víctima, la que mejor le va, comienza a crecer encima de ella.

Distinción entre vegetal y animal

Para los investigadores, el mundo de la botánica es mucho más complejo de comprender a cabalidad por las diferencias con el mundo animal. La flora es muy distinta a la estructura biológica que hemos aprendido a entender, las plantas no tienen un cerebro, ni ojos, ni oídos ni lengua para hablar, entonces no sabemos bien cuáles son los mecanismos que utilizan para crear una vida social. “Debemos tener mucho cuidado para no caer en el pensamiento de la ‘nueva era’ de que las plantas tienen sentimiento y sufren o algo por el estilo. Hay que manejar estos descubrimientos de forma científica para comprender mejor las estrategias que podrían ayudarnos a conservar muchas especies de plantas sin el uso de insecticidas”, expresó Richard Karban, de la Universidad de California. “No debemos hablar de neurobiología cuando estudiamos plantas, pero sí podemos decir que existe una fisiología dentro de la botánica”.


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