El lado oscuro de la oxitocina

Biología. La conocida hormona del amor y la confianza nos brinda un vistazo más amplio respecto a sus funciones que puede promover en nosotros sentimientos de envidia y altanería

Tantas veces el problema reside en nosotros y el uso que damos a lo que tenemos. De hecho, el mismo cerebro desarrolla funciones para progresar que luego se convierten en obstáculos. No siempre es la falta de algo que anuncia el desastre, también no saber qué hacer con lo que tenemos o tener demasiado de alguna cosa puede crear más traumas que buenas noticias. Habitamos un mundo plagado de emociones, buenas y malas, pero todavía no poseemos la información completa sobre esas hormonas y neurotransmisores que se encargan de transmitirlas individualmente y con nuestro toque personal.

Por ese lado, tenemos una noticia interesante sobre la oxitocina, la conocida como hormona de la confianza y del amor, muy celebrada por todos y que ha sido bastante estudiada. Veamos un poco los beneficios que nos ofrece: en primer lugar está el famoso lazo entre la madre y el niño, proveído por la hormona y aumentado por su traspaso durante el parto y la lactancia; de hecho, la oxitocina también aparece en los episodios de amor; luego del sexo, la hormona inunda a la mujer de confianza hacia la pareja y está presente en el amor viejo, ese que fomentamos y que perdura gracias a su presencia.

Pero eso no queda ahí, nuestro químico confianzudo ha sido protagonista en varios experimentos sobre economía. La gente suele ser más encomendada y cooperar mucho más si la hormona ha sido suministrada. Más aún, ensayos clínicos han demostrado que esta hormona también puede promover una actitud positiva frente a las situaciones sociales, incrementando el altruismo, la generosidad y otras conductas que son positivas frente a la vida social. Efectivamente, la oxitocina ha demostrado ayudar a los autistas en esta área.

Sin embargo, la investigación y los resultados de algo no representan un boleto gratis para su uso; hacerlo, de hecho, puede convertir el asunto en un desastre. Vendedores pueden hoy comprar oxitocina en la red para hacer que sus clientes confíen más en ellos, el conflicto reside en el conocimiento de que una hormona en investigación no es un asunto concluido y los próximos resultados pueden albergar inquietantes noticias. La conducta humana y sus individuales pautas no son fáciles de manipular.

No siempre cariñosa y confiable

Y ha sido precisamente lo que ocurre con la oxitocina ahora. De acuerdo con investigadores en la Universidad de Sydney, la hormona cariñosa no lo es tanto ya que promueve emociones sociales tanto positivas como negativas. No olvidemos las limitaciones en los estudios y el tiempo que toman los avances científicos para funcionar bien, por ello la investigación está sujeta a tantas reglas.

“Estudios recientes han demostrado que personas administradas con oxitocina durante un estudio de juegos económicos, desarrollaron más la envidia y la altanería que otras emociones positivas. Pensamos que la oxitocina, en vez de apoyar todas las emociones sociales promueve más bien lo que los psicólogos llamamos el acercamiento emocional, emociones que tienen que ver con querer algo en vez de huir de ello. Si buscas la definición de envidia en el diccionario de Oxford te dirá que es aquellos que deseamos para nosotros al nivel de alguien más, es la felicidad o la posesión de algo deseable, es una emoción que tiene que ver con el acercamiento, yo quiero lo que tienes”, explica Andrew Kemp, uno de los autores en Australia.

Los investigadores nos dicen que la altanería es otra emoción de acercamiento pero negativa. Por un lado tenemos que estos petulantes están felices, lo que es una emoción positiva, sin embargo, están felices porque tienen más que el otro o por los fracasos de los demás; respuestas negativas hacia una actitud positiva.

Neurotransmisores y conductas

“Si tomas a un criminal con tendencias agresivas y decides darle oxitocina para hacerlo más sociable, la realidad es que la hormona lo que puede hacer es aumentar su rabia en vez de inhibirla y eso tiene implicaciones significativas en el tratamiento de la conducta”, explica Adam Guastella, otro de los autores.

A nivel psiquiátrico es mucho lo que se necesita conocer para utilizar hormonas y neurotransmisores con el fin de cambiar la conducta en enfermos mentales, mucho menos en personas consideradas “normales”. Lo más indicado en esta área es continuar investigando e intentar no comprar lo primero que le vendan por Internet, ni comprar sobre investigaciones a medias; así como leemos los efectos secundarios, tenemos que estar atentos a las verdades insostenibles o sin concluir. Mucho menos si aseguran jugar con su cerebro y su comportamiento: las cosas pueden salir al revés.


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