Astrónomos detectan dos estrellas extrañas

Astronomía.

El universo está repleto de objetos extraños y exóticos. Los agujeros negros, las estrellas enanas blancas y marrones, la materia oscura y las estrellas de neutrones son ejemplos conocidos de objetos impresionantes que aún no entendemos bien. Los astrónomos continúan observando y analizando este tipo de cuerpos celestiales con el claro propósito de comprender un poco más el mundo en que vivimos. Pero muchas veces, al estudiar algo extraño, un objeto aún más inaudito se presenta, entonces, un nuevo descubrimiento es anunciado.

Esta vez los astrofísicos se muestran cautelosos. Por un lado tenemos a Jeremy Drake, del Centro de Astrofísica de Harvard-Smithsonian quien anunció en una reunión de la Administración Nacional de Espacio y Aeronáutica en Estados Unidos, haber descubierto una estrella completamente nueva, jamás vista antes. El equipo de Drake estudiaba lo que pensaban se trataba de una estrella de neutrones. Estos objetos son bastante particulares. Se originan cuando una estrella termina con su fusión nuclear y ya se queda sin materia que quemar y el núcleo colapsa sobre su propio peso. Los átomos que antes componían esta estrella se unen en una extraña fusión exclusivamente de neutrones empacados estrechamente juntos. Esta característica le da una densidad impresionante a la estrella, tanto así que, según los astrónomos, una cucharadita de una estrella de neutrones pesaría mil millones de toneladas.

Pero las estrellas de neutrones no son nuevas. Los astrofísicos las conocen y han medido su tamaño, tomado su temperatura y analizado sus características. Por lo tanto, Drake asegura que el objeto que ha estado estudiando, el que pensaban se trataba de una estrella de neutrones, es demasiado pequeño para ser una estrella neutrónica y, que lo más probable es que se trate de una estrella de quarks extraños, un evento teorizado en la década de los ochenta pero jamás observado en el universo. Drake dice que la estrella, denominada RXJ 1856, sólo mide 16 kilómetros de ancho, mucho menos del límite mínimo de 20 kilómetros reconocidos para una estrella de neutrones.

Por otro lado, el equipo de David Helfand de la Universidad de Columbia estudiaba otro objeto conocido como 3C58, localizado en la constelación de Cassiopeia a más o menos 10,000 años luz de la Tierra y que ha sido estudiado por astrónomos asiáticos desde el año 1181 cuando explotara en un impresionante supernova. Según los cálculos, los restos de esta estrella debieron haberse enfriado a unos dos millones de grados centígrados pero no ha sido así. Helfand anunció a la prensa que la temperatura de la estrella es demasiado fría para ser neutrónica ya que está por el millón de grados centígrados.

“Ni siquiera la densidad de una estrella de neutrones hubiera podido enfriar la materia de esta forma, tendría que ser un objeto con materia cinco veces más densa que el neutrón”, argumentó.

Ambos equipos piensan que se trata de una estrella de quarks. Los quarks son las partículas subatómicas que componen a los neutrones y a los protones. El modelo estándar de la física ha reconocido seis tipos o “sabores” de quarks y estas nuevas estrellas parecen haber exprimido a estas partículas de sus neutrones extrayéndoles sus componentes básicos. Esto quizás explique la densidad, la temperatura y el tamaño de los nuevos objetos. A pesar de estas exposiciones, otros astrofísicos, como Michael Turner, se muestran tímidos al emitir sus opiniones al respecto. “Creo que es demasiado temprano para especular si son o no estrellas de quark, hay que esperar que otros equipos hagan las mismas observaciones y concuerden en los resultados. Sólo así estaremos seguros”, explicó.

Las partículas elementales

Hubo un tiempo que el hombre pensó que la materia estaba hecha de materia. Es decir, que si dividíamos un pedacito de oro, en varios pedacitos más y, así un número indefinido de veces, siempre obtendríamos pedacitos más pequeños de oro. El primer hombre en dudar de esta afirmación fue Demócrito, el filósofo griego que viviera siglos antes de Cristo y quien por primera vez utilizara la palabra átomo que viene del griego a que quiere decir “no” y tomos que significa “división”. Esta idea fue rechazada ya que Demócrito no podía, tecnológicamente, probar lo que decía y permaneció dormida hasta que John Dalton la resucitara con sus experimentos químicos hace ya un par de siglos. Pero fue el británico Ernest Rutheford quien al final descubriera que la materia estaba compuesta, efectivamente, de átomos y que éstos, a su vez, se componían de una parte central llamada núcleo y otras partículas a su alrededor que se han denominado electrones. Por mucho tiempo, la física pensó que el modelo de la materia ya estaba completo y que los átomos, con sus núcleos y sus electrones eran el último escalón hacia el descenso microscópico dentro de la materia. Pero no fue así. James Chadwick identificó unos años después, otras partículas que componían el núcleo de los átomos. A estas partículas las llamó protones y neutrones. De nuevo se pensó que hasta aquí estaría bien todo. Pero, en 1964, Murray Gell-Mann descubrió que dentro de estos neutrones y protones existían unas subpartículas llamadas quarks que vienen en seis sabores diferentes y, que hasta el presente, sí parecen ser el último peldaño de la escalera. Pero dentro de la materia se han descubierto como 200 tipos diferentes de partículas subatómicas que han sido halladas gracias a los aceleradores de partículas.


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