Biología evolutiva. Investigadores estudiaron los cráneos de estos animales, la forma que tienen y tenían y si la permutación llevó a un efecto positivo que es posible medir
El tiempo dificulta entender la evolución. Los cambios duran para formarse, unos más que otros y muchas veces estas innovaciones morfológicas en los seres vivos gastan energía sólo para mantenerse como estaban. Estos cambios han sido relacionados con los genes, otros causados por demandas del ambiente y así; las plumas, los picos, las mandíbulas y faringes, entre otros, son algunos de los elementos que han sido observados a través de experimentos o analizados utilizando fósiles y ADN para comprender cómo y debido a qué se transformaron.
Precisamente, esta semana dos interesantes estudios sobre la evolución fueron publicados. Uno de ellos usó cráneos de murciélagos para analizar cómo la evolución de nuevos rasgos permite que el animal utilice diferentes recursos y evolucione más rápido hacia nuevas especies; en el otro se estudió la evolución durante por lo menos medio millón de años de los pececitos guppys o lebistes, los investigadores se preguntaban, ¿por qué durante todo ese tiempo el macho no ha cambiado de color, manteniendo ese distintivo anaranjado?
En el primer estudio, científicos estadounidenses y alemanes se lanzaron a descubrir por qué algunos grupos de animales desarrollan un sinnúmero de nuevas especies mientras que otros no. Pues bien, estos equipos en las universidades de Massachusetts, Stony Brook y California en Los Ángeles y el Instituto Leibniz en Berlín estudiaron por qué el murciélago nariz de hoja del Nuevo Mundo ha producido unas 200 especies mientras que a sus más cercanos familiares sólo se les cuentan unas 10.
Pues bien, una de las teorías sostiene que la evolución de un rasgo permite que el animal tenga un mejor y mayor acceso a nuevos recursos lo que puede llevarlo al desarrollo de nuevas especies. Así, los investigadores estudiaron los cráneos de estos animales, la forma que tienen y tenían y si la permutación llevó a un efecto positivo que es posible medir.
“Si la disponibilidad de la fruta provee con la oportunidad ecológica que, en presencia de innovaciones anatómicas permite la obtención de la fruta, lleva a un aumento notable en el nacimiento de nuevas especies; entonces, la morfología de los cráneos debe predecir tanto la dieta como la fuerza de la mordida. Analizamos miles de árboles evolutivos en más de 150 especies, medimos más de 600 cráneos individuales de 85 especies, examinamos la fuerza en la mordida de más de 500 murciélagos de 39 especies y analizamos miles de pruebas de excrementos para identificar la dieta de los animales. Descubrimos que la transformación del cráneo, hace unos 15 millones de años, llevó a la explosión de nuevas especies de murciélagos”, explica Liliana Dávalos de Stony Brook.
La novedosa forma le regaló nuevas maneras de atrapar comida y desarrollarse, este cambio disminuyó la velocidad notablemente cuando las especies comenzaron a evolucionar. “Descubrimos que cuando un nuevo nicho ecológico es encontrado y ofrece la oportunidad a los murciélagos de alimentarse con frutas duras, los animales la tomaban, el cráneo se transformaba y así se desarrolla la evolución de nuevas especies”, dijo.
Los preferimos anaranjados
Precisamente, de la misma forma como la selección natural puede proveerte con un nuevo cráneo, así también te mantiene del mismo color por medio millón de años. Conocemos al pez guppy, unos animalitos anaranjados que pueblan las peceras del mundo y un sinnúmero de peleas y apuestas también. Pues bien, estos peces tienen, por lo menos, 500,000 años desarrollándose libres en la naturaleza; sin embargo, hay una mancha naranja, característica en los machos, que ha permanecido estable, aunque a veces aparece más roja y otras más amarilla; los biólogos evolutivos se preguntaban por qué ha permanecido igual durante tanto tiempo.
La respuesta se encontraba en la importante casa de la reproducción. Resulta que las féminas prefieren ese color y los machos no juegan con eso.
“En algunas ocasiones, las poblaciones tienen que evolucionar sólo para mantenerse igual. En este caso, los machos han revertido al mismo color, una y otra vez, debido a que es el color que las hembras prefieren. La respuesta provee con una solución nítida a este misterio evolutivo”, dice Grez Grether, de la Universidad de California en Los Ángeles.
Durante los experimentos, las féminas preferían a los pececitos con las manchas anaranjadas, ignorando a los otros. Aquellos con las manchas más rojas o amarillas no copiaban sus genes con tanta facilidad.
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