No debe sorprendernos que la resonancia magnética haya ganado este año el Premio Nobel de la Medicina. Esta herramienta que permite ver dentro de nuestro cuerpo ha cambiado la cara de la medicina para siempre. Los científicos ahora pueden observar al cerebro funcionando mientras la persona piensa, duerme, resuelve problemas matemáticos, habla y socializa, entre otras muchas actividades. La resonancia también ha permitido dividir las funciones del cerebro de acuerdo con las áreas donde más actividad se registra y la neurología ya puede explicar comportamientos y conductas que antes eran exclusivas de la psicología. El estudio de la memoria es otra de las áreas que se ha beneficiado con esta poderosa herramienta.
La semana pasada, dos estudios sobre este tema fueron presentados en la reunión anual de la Sociedad para las Neurociencias en Nueva Orleáns. Los investigadores lograron, de formas distintas, crear falsas memorias y distinguir entre las correctas y las falsas con tan sólo mirar los resultados de la resonancia magnética en la computadora.
Un primer estudio fue presentado por Daniel Schacter y Scott Slotnick de la Universidad de Harvard que alegan haber encontrado la característica que distingue en el cerebro una memoria falsa de una verdadera.
“El truco está en la recolección. Cuando una persona recuerda algo que ha vivido, que ha experimentado realmente, una región del cerebro llamada la corteza temporal ventral, se activa mucho más que el área donde el cerebro almacena las memorias. También descubrimos que las regiones de la percepción, como la auditiva, también genera mucha más actividad cuando la memoria es verdadera”, explicó Schacter durante la presentación.
El equipo de científicos elaboró un experimento donde varios grupos de personas observaban distintas formas geométricas en grupos diferentes. Una vez presentadas las figuras, los voluntarios observaban nuevas imágenes y tenían que decir si la forma había aparecido anteriormente o no. Mientras los voluntarios realizaban el experimento, los científicos observaban sus cerebros mediante resonancias magnéticas.
“Lo interesante de todo el experimento es observar que no importa si la persona luego dice que vio o que no vio la figura anteriormente, si la había visto, la corteza temporal ventral se activaba sin importar lo que la persona pensara o dijera posteriormente”, indicó Schacter.
Otro experimento realizado por el mismo equipo utilizó palabras en vez de figuras geométricas. Los científicos encontraron los mismos resultados, sólo que la actividad fue generada por el área de percepción auditiva en vez de en la corteza temporal. “Puede que algún día podamos inventar un detector que nos ayude a distinguir entre las memorias falsas y las verdaderas ya que el cerebro parece distinguirlas bien aunque la persona luego se confunda o mienta al respecto”, expresó para The New York Times el experto en memorias falsas, Yoko Okado de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore.
Por otro lado, el equipo de David Beversdorf de la Universidad del Estado de Ohio asegura que las memorias falsas son fáciles de fabricar. Los investigadores realizaron un experimento donde mostraban unas figuras a 23 jóvenes, mental y físicamente sanos. Después, los investigadores les enseñaron otras para nada parecidas junto a un señuelo que se parecía un poco a las mostradas originalmente pero que, mirado bien, eran algo distinto. 60% de los voluntarios pensó que ya habían visto el anzuelo.
“Sólo hay que confundir y combinar aspectos verdaderos, o parecidos a los verdaderos, con otras características completamente falsas y las personas terminarán creyendo que todo fue verdad”, dijo Beversdorf.
Estas conclusiones pueden resolver el drama iniciado en la década de los ochenta sobre las memorias falsas inducidas por psicólogos a pacientes que luego acusaban ante la justicia a sus familiares de abuso sexual y otros crímenes.
Otro experimento
El 5 de septiembre de 2001, la profesora Elizabeth Loftus de la Universidad de Washington en Seattle, elaboró un experimento donde demostró que hasta los anuncios comerciales y la televisión, ayudan a producir memorias falsas en el cerebro humano.
El equipo de la profesora mostró a unos voluntarios imágenes de video donde Bugs Bunny, el conejo de la suerte, saludaba a niños cuando llegaban al parque de Disney World. Luego de varios días de experimento, 60% de los voluntarios creían que el conejo, que no pertenece a la familia de Disney, también los había recibido en el parque cuando eran niños.
“La publicidad influye en la forma en que la gente piensa y puede hasta crear falsas ideas, pensamientos y recuerdos en las personas”, concluyeron los investigadores.
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