Con el desfase de horario en la mira

Biología. Investigadores alemanes han observado el sistema de redes que gobierna el ritmo circadiano que mantiene nuestros relojes moleculares funcionando acorde con la zona horaria afuera.

Evidentemente, los humanos no evolucionamos para volar ni viajar largas distancias en poco tiempo. Nuestra biología posee un reloj interno que lleva el ritmo del día y la noche al que estamos acostumbrados, nos dice cuándo debemos comer, cuándo debemos dormir y despertar, entre muchas otras funciones. Al atravesar zonas horarias en poco tiempo el cuerpo tarda en adaptarse al nuevo ritmo de vida, a la zona horaria distinta, y el individuo presenta síntomas que caracterizan este desfase conocido popularmente como “jet lag”.

Así, el viajero está exhausto durante el día, sin embargo, en las noches le es imposible dormir y muchas de las funciones del cuerpo están activadas a la hora equivocada. Nos sentimos estresados y fuera de lugar. En unos cuantos días, por supuesto, el cuerpo se adapta a la zona correcta pero durante esas primeras jornadas andamos a nuestro viejo ritmo y nos sentimos confusos y letárgicos.

Pues bien, una nueva investigación publicada en el Diario de Investigación Clínica ha conseguido adaptar el reloj interno de ratones en poco tiempo a través de la manipulación de la glándula adrenal. Los investigadores del Instituto Max Planck observaron que los relojes moleculares de los distintos órganos del cuerpo se adaptan a distintas velocidades, por lo tanto, los procesos fisiológicos del cuerpo dejan de estar coordinados; precisamente, es aquí donde entra esta glándula ya que juega un papel importante en dicho proceso de coordinación.

“Cuando manipulamos con la metirapona la síntesis de la corticosterona que realiza la glándula adrenal, los roedores se adaptaron más rápidamente al ritmo circadiano alterado. Estas observaciones pueden pavimentar una nueva manera de descubrir un tratamiento hormonal para los efectos de este desfase en personas con trabajos que implican cambios de horarios extremos o individuos que tienden a cambiar de turnos laborales”, explica Henrik Oster, autor principal del experimento.

Ciertamente, una red molecular completa regula y coordina los varios procesos fisiológicos del cuerpo, todo lo que pueda usted imaginarse: desde los latidos del corazón, el sueño y la temperatura hasta el balance hormonal, en fin, procedimientos esenciales para la vida y que afectan nuestra conducta y, por supuesto, nuestro desempeño. Esta red de pequeños relojes está controlada por un reloj maestro que se encuentra en el Núcleo Hipotalámico Supraquiasmático (NHS) y que los sincroniza con el mundo exterior.

Obviamente, los animales, sus reacciones y sus conductas, son el producto de la interacción entre la biología y el medio, por ello, tanto los cambios interiores como los exteriores afectan el mundo molecular que nos conforma.

“A nivel molecular, todos los relojes están establecidos sobre unos pocos genes y proteínas “relojes” que se regulan unas con otras interactivamente, por lo tanto, generan una señal molecular de tiempo en la forma de una ritmo circadiano, un término que se origina del latín circa y dies, es decir, aproximadamente y día”, expresa Gregor Eichele, director del Departamento de Genes y Comportamiento del Instituto. “Lo que hemos conseguido es estudiar de forma sistemática cómo estos genes relojes individuales y los relojes internos de los distintos órganos, se sincronizan con la nueva zona horaria en el caso del desfase. Nos sorprendimos al descubrir que los relojes internos y los genes relojes se adaptan al nuevo tiempo externo a velocidades distintas. Cuando un organismo sufre de jet lag parecería que el mecanismo completo falla a la hora de llevar el ritmo pero se debe a que numerosos procesos fisiológicos ya no están coordinados y funcionan en tiempos distintos”.

Apagando la glándula adrenal gradualmente

Cuando los investigadores desactivaban la glándula adrenal en los roedores, estos animalitos se adaptaban a una nueva zona horaria más fácilmente. Esta glándula, aseguran los científicos, juega un papel esencial en la habilidad que tiene el cuerpo de adaptarse a un nuevo ritmo circadiano.

“Una glándula adrenal en función mantiene al organismo en un estado temporalmente estable y detiene la adaptación excesivamente rápida del reloj central en la NHS. Fisiológicamente hablando, es completamente lógico que sea así. Cambios esporádicos de luz, una tarde tormentosa o una mañana en el cine, no interrumpe el mecanismo completo, sin embargo, en el caso del jet lag o desfase, eso es precisamente lo que causa el problema, esa labor de estabilizar de forma gradual”.

No obstante, los científicos concuerdan en que la solución es algo drástica, por lo tanto, han ideado una forma para arreglar el problema sin que haya que desactivar completamente la glándula adrenal. “No debemos olvidar que esta glándula produce una serie de hormonas importantes, incluyendo la adrenalina, la noradrenalina y la corticosterona o cortisol en los humanos, así que apagarla completamente no es una acción para nada recomendable. Lo que hemos hecho es liberar gradualmente corticosterona para permitir que los roedores se adaptaran más fácilmente a la nueva hora”, explica Eichele.

Posibles tratamientos

Cuando los investigadores usaron la metirapona en los roedores, el ritmo de la corticosterona cambió junto a los patrones de dormir y despertar.

“Si a los roedores le administrábamos la metirapona al momento apropiado, se adaptaban mucho más rápido y fácil a la nueva hora. Esta nueva forma de enfocar el desfase de horario podrá darnos nuevas ideas sobre cómo tratarlo, la metirapona ya ha sido aprobada como medicamento en el tratamiento de sobreproducción de glucocorticoides y mineralcorticoides, no obstante, todavía queda por demostrar que esta sustancia funciona en el desfase en los horarios en humanos”, expresa Silke Kiebling, otro de los autores involucrados.


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