Dentro de una curiosa paradoja caracterizada por la relación entre las marcas registradas y el lenguaje, la empresa virtual Google intenta arribar a un equilibrio. Su popularidad, que alcanzó el pico mundial el año pasado, ha logrado que su nombre sea utilizado cada vez más como un sinónimo de la palabra “buscar”. A pesar del enorme halago que representa este gran salto del ciberespacio al diccionario anglosajón, la gente de Google ha llamado a sus abogados para que protejan a toda costa su marca registrada y no permitan que la palabra Google haga su entrada al diccionario.
Las cosas comenzaron a hacerse públicas el 10 de septiembre de 2000 cuando el diario The Denver Post publicó el término en medio de una entrevista al novelista Dave Eggers. El autor del artículo se refirió al apellido Eggers como la palabra más “googled” o “demandada”, en Internet, desde entonces, google suena cada vez más en la calle y en los medios públicos. De hecho, ha sido su inclusión en el lenguaje ciberurbano británico que ha popularizado tanto el término. En enero de 2001, dos publicaciones, The Telegraph-Herald y The New York Observer usaron la palabra google como sinónimo de búsqueda. En ese entonces, el término estaba siendo utilizado en los medios de citas a ciegas por Internet.
“Las jóvenes antes de salir suelen buscar el nombre de la persona que las ha invitado por la red. A este término se le comenzó a llamar googling y ya ni siquiera tenía que ver con el buscador que usaras, podrías estar realizando la búsqueda en Yahoo! y aún así le llamaría googling”, explicó Ken Storey del Instituto de Leyes de Marcas en Gran Bretaña.
Es precisamente este tipo de uso genérico que la gente de Google desea evitar. La semana pasada, en un nuevo episodio de la serie televisiva ER, los colegas de la doctora Susan Lewis utilizaron el término “googling” como una forma de referirse a la investigación que realizarían más tarde de la persona que acompañaría a la doctora Lewis en una cita a ciegas. Robbie Williams, el cantante, salió esta semana en la BBC arguyendo que el término le había conseguido más sexo en Estados Unidos. “Cuando las jóvenes estadounidenses hacían un ‘googling’ de mi persona en la red, cambiaban de opinión respecto al nivel de intimidad que me permitirían. La ciencia me ha facilitado el sexo y eso es espectacular”, expresó Williams.
Diariamente, más de 500 millones de consultas son escritas en la barra del buscador de Google desde más de cien países en el mundo. La empresa virtual está satisfecha con toda esta popularidad pero teme por el daño que le puede ocasionar a su marca.
“En el pasado, empresas como Xerox, Kleenex, Hoover y Rollerblade han perdido parte o casi todo el valor de sus marcas porque se han convertido en palabras genéricas. En Estados Unidos, la compañía de aspiradoras Hoover ya casi no tiene derechos sobre su nombre porque se ha utilizado por décadas como un sinónimo de aspirar las alfombras. A la Rollerblade le pasó lo mismo, la gente utiliza el término cuando sale a patinar con ese tipo de patín, no importa de la marca que sea. Este paradigma de popularidad hace que la marca registrada pierda valor, la gente hasta se olvida que era una marca”, explicó Elizabeth Ward, abogada especializada en esta clase de litigios.
Sin embargo, muchos lexicógrafos temen que esta censura lingüística impida la evolución natural de la dicción inglesa.
“Muchas editoriales de diccionarios son amenazadas sutilmente todo el tiempo para que mantengan palabras como éstas fuera de sus diccionarios a pesar de que estas palabras están siendo usadas libremente en la calle”, dijo el lexicógrafo Sydney I Landau para la BBC. “Los diccionarios deben reflejar el uso de las palabras y sus autores y no tener miedo de identificar aquello que lo define como genérico”.
Sin embargo, Google no está tan seguro. Hace poco sus abogados enviaron una carta bastante austera al señor Paul McFedries quien opera y mantiene una página web conocida como Word Spy donde ha recogido términos que se usan cada vez más en la red. Los abogados de la empresa le sugirieron destempladamente que quitara la definición o que agregara una pequeña cláusula que denotara la calidad registrada del nombre. McFedries decidió hacer esto último.
“Toda empresa tiene derecho de proteger su nombre y su marca”, dijo Storey. “La marca se pierde desde que la palabra se convierte en un vocablo definido por los diccionarios y Google ya se ha convertido en un epónimo”.
A pesar de los esfuerzos, la palabra ya ha cobrado vida tanto en el cibermundo como en la urbe real. El otro día en un programa de televisión, una pequeña niña exclamó que había estado todo el día “googling” su otra media. Más que un epónimo, google se ha convertido en el sinónimo anglosajón de moda del verbo buscar.
De marcas y palabras
Muchos productos han perdido el derecho a sus marcas debido a que se han convertido en una palabra de uso genérico en su lenguaje. En el idioma español también ocurre este tipo de fenómeno. Por ejemplo, la marca Cutex es usada para referirse a cualquier tipo de pintura de uñas y Kotex es usado para pedir cualquier toalla sanitaria. De la misma forma, en países anglosajones como Gran Bretaña y Estados Unidos, muchas marcas registradas han pasado a convertirse en verbos que ahora son parte del léxico que aparece en los diccionarios. El problema con estos fenómenos es que tiende a restarle valor a las marcas y las compañías que las registraron no pueden exigir ningún derecho sobre ellas.
El buscador virtual Google está pasando por esta fase de su popularidad. La empresa quiere mantener la fama pero también necesita proteger su marca y evitar que se convierta en un sinónimo moderno de buscar. A pesar de los esfuerzos realizados hasta el momento, la palabra se mantiene cada vez más popular entre los medios y en los programas de televisión. Los abogados de Google se mantienen activos tratando de mantener el equilibrio entre el uso de Google y se degeneración hacia una palabra más de la lengua inglesa carente de valor como marca registrada.
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