Investigación. Las hormonas que nos bañan mientras estamos en el vientre materno definen para nosotros no sólo la estructura de algunas de nuestras partes anatómicas sino también una variedad de conductas.
Es probable que nunca vinculáramos el tamaño de nuestros dedos con el comportamiento social. Pero el cuerpo animal es una simbiosis de mecanismos, estructuras, químicos y otros complejos sistemas que afectan todo lo que hacemos, desde la independiente respiración hasta las decisiones más importantes. Hace unos años, un estudio sugería que los hombres con el cuarto dedo (el que está al lado del meñique) más alto que el dedo índice, tenían también niveles más altos de la hormona testosterona. Ahora, una nueva investigación sugiere que ciertas conductas sociales son influenciadas por las distintas alturas de nuestros dedos.
Las hormonas llamadas andrógenos, entre ellas la testosterona, influyen en el comportamiento masculino ya que están involucradas en el desarrollo de características como la fuerza y la agresividad. El feto es expuesto a estas hormonas durante su desarrollo prenatal y varios análisis han descubierto que existe un vínculo entre el nivel de exposición y el crecimiento de los dedos. Los científicos utilizan este promedio de tamaños diversos y lo compararon con el comportamiento en grupos de primates.
“La investigación es interesante porque involucra distintas especies de primates, como los babuinos y los macacos rhesus que son monos del Viejo Mundo y suelen tener el cuarto dedo mayor que el índice. Opuestamente, monos como el gibón y otros conocidos como del Nuevo Mundo poseen un cuarto dedo más pequeño. La comparación entre sus comportamientos sociales sugieren una relación entre la exposición del animal a las hormonas andrógenas”, explicó para El Caribe el antropólogo Joseph Hushins quien no estuvo involucrado en el estudio.
El equipo de la Universidad de Liverpool que llevó a cabo el experimento, descubrió que los monos del Viejo Mundo tienden a poseer un cuarto dedo más alto y, dentro del grupo social, los machos suelen ser promiscuos y agresivos. Por su parte, los monos del Nuevo Mundo, como el gibón, y los Grandes Simios como los orangutanes y chimpancés, muestran un promedio distinto entre sus dedos y, por ende, en la exposición a los andrógenos durante la evolución prenatal.
“Esta baja exposición del feto a los andrógenos puede explicar por qué los Grandes Simios tienden a ser monógamos y los machos son capaces de cooperar entre ellos y muestran mucha más tolerancia hacia los demás miembros del grupo”, explicó Emma Nelson de la Escuela de Antropología Clásica y Egiptología de Liverpool.
Los andrógenos y los genes
Los investigadores explicaron que es conocido que las hormonas andrógenas afectan los genes que se encargan del desarrollo de los dedos de las manos y de los pies y también del sistema reproductivo. “Altos niveles de andrógenos en el feto o en la madre durante el embarazo puede alterar el funcionamiento de los genes que se encargan del desarrollo de los dígitos y del sistema reproductor animal y, por ello, desencadenar cambios sutiles en el tamaño de los dedos y en las funciones de reproducción, una de las características más importantes de la conducta animal en general”, explicó Nelson. “El promedio del tamaño de los dedos no cambia significativamente después del nacimiento, lo que parece decirnos algo sobre lo temprano que comienzan las hormonas a afectar nuestra conducta, especialmente esa conducta que está vinculada al apareamiento y la reproducción”.
No creo que haya que abundar mucho más sobre la importancia del apareamiento y la reproducción animal, especialmente en las sociedades humanas donde el fenómeno más simple puede tomar connotaciones sumamente complicadas en las formaciones de parejas y otras conductas grupales.
Cooperación o competitividad
La exposición de cada grupo animal a estas hormonas durante el desarrollo prenatal marca una fase importante en su comportamiento social. Menos niveles de andrógenos permitirán que los individuos se comporten con más tolerancia, cooperen entre sí y formen parejas monógamas, por lo general. “Los seres humanos somos únicos en el sentido de que vivimos en enormes grupos compuestos por relaciones múltiples entre machos como entre hembras, sin embargo, mantienen lazos fuertes y muestran altos niveles de cooperación entre sus miembros, tanto masculinos como femeninos. Otros grupos de primates suelen ser más competitivos que cooperativos, por lo tanto, estudiar estos niveles de las hormonas y su relación con el tamaño de los dedos y la conducta puede ayudarnos a comprender la evolución de ciertos comportamientos humanos ligados al apareamiento y la competencia por las hembras. También nos puede dar pistas sobre individuos que sean más propensos a la agresividad y a la promiscuidad debido a su exposición a estos andrógenos durante el período prenatal”, explicó la doctora Susanne Schultz del Instituto de Arqueología y Cognición Evolutiva en la Universidad de Oxford.
Volver a Noticias
Comentarios
Comments powered by Disqus