Más hormonas en la receta para el amor

La doctora Petra Boynton está preocupada. La mujer teme que la ciencia cambie la forma en que estamos acostumbrados a buscar el amor y una fórmula repleta de hormonas y nervios reemplace para siempre conversaciones sobre el destino y esos poéticos juramentos de amor. Ciertamente, la médica no está muy lejos de la realidad pues el amor está siendo analizado con un escrutinio especial en varios laboratorios del mundo y gracias a la rápida evolución de la tecnología, existen formas variadas de observar el amor en nuestro torrente sanguíneo.

Lo primero, por supuesto, es encontrar unos cuantos voluntarios enamorados y seguir el desarrollo químico de su organismo durante varios años, hasta que las emociones cambien. Verdaderamente, la transformación por la que atravesamos cuando nos enamorados es muy conocida y ha sido examinada por los más inusuales trovadores. En sus inicios, el amor fue cosa de poetas, ellos se encargaba de analizar sus características y los dulces pero maquiavélicos métodos que trae Cupido bajo su manga con el solo objetivo de trasladarnos al éxtasis o a la perdición total. Más tarde, el amor también fue cosa de escritores y artistas, eclécticos narradores que intentaban darle sentido a esa locura temporal que arrebata a los amantes más apasionados y convierte sus mundos en algo casi irreal e intangible sólo comparables a las letras de las canciones y los diálogos en las telenovelas.

Pero en nuestros tiempos, el amor ya no es cosa del destino y ese hombre “alto y moreno que conocerás este nuevo año” no es realmente un príncipe azul, más bien se trata de un ser vivo repleto de químicos capaces de originar cambios impresionantes en otra persona; la ciencia tiene ahora la verdadera fórmula del amor y no tiene nada que ver con los historias de hadas.

De hecho, de acuerdo con Enzo Emmanuel de la Universidad de Pavia, cualquier químico enamorado de su trabajo estará sumamente conmovido al comprobar y observar que “mensajeros químicos comunican sentimientos románticos entre humanos, en realidad, es la analogía científica más cercana a las flechas de cupido que jamás encontraremos”.

La investigación de Enzo se basó en el Factor de Crecimiento Nervioso (NGF, siglas en inglés), una hormona que, al parecer, está relacionada con el amor romántico, o más bien, la forma en que concebimos la pasión y la convertimos en romanticismo. “Cuando las personas están recién enamoradas, esta hormona se encuentra en altos niveles por su sangre pero al año o a los dos años regresa siempre a su normalidad”, explicó Emmanuel.

Además de esta hormona, científicos de la Universidad de Pisa, en Italia, descubrieron la química corporal de la pasión en el inicio del enamoramiento. “En las mujeres la testosterona sube y los niveles de una hormona llamada neutrofinas se disparan por todo lo alto en ambos sexos, pero, interesantemente, la testosterona baja muchísimo en los hombres enamorados”, explicó Donatella Marazziti, directora del experimento en Pisa. Glenys Álvarez

El amor hormonal

Cuando un hombre se enamora con pasión, en los primeros tiempos, sus niveles de testosterona bajan y una hormona conocida como neutrofina invade su torrente sanguíneo recorriendo todo su cuerpo y cambiando su metabolismo y la forma en que se siente. Cuando una mujer se apasiona, los niveles de testosterona suben y se reúnen con la neutrofina que también rebosa su sangre. Sin embargo, cuando la pareja rebasa los dos años, a veces hasta en menos tiempo, los niveles de estas hormonas regresan a la normalidad y otro químico hace su aparición en la sangre de la pareja, todavía enamorada aunque no apasionadamente, esa es la oxitocina, la hormona de la confianza, la que se encarga de inducir el parto y producir la leche materna. Es la hormona del amor pausado, la testosterona y la neurotrofina son las reinas de la pasión.

No es algo negativo y no debe ser embotellado

Pero Boynton continúa preocupada porque para muchos, el paso de esta primera etapa de amor es visto como algo negativo y no debe ser así. “Es posible que si continuamos descubriendo lo que nos hace pasionales lo tratemos de vender y embotellarlo para que siempre nos sintamos enamorados, pero hay una razón por la que pasamos a otra etapa, hay una razón para la oxitocina, si comenzamos a cambiar nuestros químicos naturales y a vender la pasión podríamos transformar el futuro mismo de la evolución”.


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