Profetas descabezados

A pesar de vivir 400 años después del nacimiento de la ciencia moderna con Galileo y haber superado “supuestamente” la Edad Media, son muchas las personas que viven bajo a sombra de la superstición, dejándose guiar por las sombras de un sinnúmero de dogmatismos, los cuales se encuentran disponibles en diversas presentaciones.

Hace pocos días escuchaba en la radio como una astróloga hablaba de la “cientificidad” de su charlatanería. Minutos después, fui acechado por un par de señoras muy bien vestidas, que me invitaban a leer su revista de profecías, porque según ellas “Nuestro grupo sí tiene la verdad”. Lo corriente después de tales encuentros, es que yo termine refunfuñando por la falta de escepticismo de la gente frente a tantas ideas que no se basan en evidencias.

Después de pensarlo un poco, decidí que era más apropiado escribir estás líneas que andarme quejando de dientes para adentro.

Los profetas de la Edad Media andan entre nosotros y paradójicamente se valen de los medios provistos por la ciencia para su beneficio. Radio, prensa, televisión e Internet están plagados de los horóscopos y profecías del fin del mundo. Algunos son creyentes sinceros pero engañados; otros vulgares ladrones.

Es a estos profetas, a los anónimos tras los horóscopos y a los fundadores de denominaciones sensacionalistas a los que deseo desenmascarar, porque considero que es mi deber como profesor de ciencias.

Para comenzar, daré la mala noticia que ninguno de nosotros tiene signo zodiacal. No existen ni los piscis, ni los leo, ni mucho menos los virgo. Las constelaciones como tales, son fruto de la imaginación. Es decir, lo que para los griegos un grupo de estrellas formaba la cola de una osa, para los europeos medievales era “La carreta de Carlos”. En fin, poco le importa a las estrellas la forma en que las agrupemos. ¡En todo caso son bolas de plasma emitiendo radiación!

Las características de las personas de determinado signo también deja mucho que desear. ¿A quién se le ocurrió que los que nacían bajo la influencia de Marte eran aptos para la guerra? ¿Por qué no es Marte símbolo de la glotonería o de la tolerancia? De ser así, todos los glotones o soldados pertenecerían al mismo signo zodiacal.

Quizás la mejor prueba de la falsedad de la astrología es la ineficacia en el caso de los gemelos. ¿Por qué si ambos hermanos nacen bajo la misma influencia no tienen gustos y vidas idénticas? ¿Alguien apostaría que todos los gemelos siguen las mismas profesiones?

Los profetas tras los horóscopos tan sólo se limitan a decir generalidades que para cualquiera puedan coincidir. Para las civilizaciones de Mesopotamia la astrología tenía significado por 3 razones, que a la luz de nuestros conocimientos actuales carecen totalmente de fundamento.

  1. La Tierra es el centro del Universo. Esto justifica que todos los astros están “para” regir el destino de los habitantes de su centro.

  2. Las estrellas y planetas no sólo están vivos, sino que son dioses que manejan a los hombres a su antojo. Como marionetas.

  3. La distancia entre la Tierra y las estrellas es corta.

Desgraciadamente para muchos, la ciencia ha revelado muchos hechos del Universo que para nada apoyan a los creyentes de la carta astral.

Nuestro planeta no es el centro del Universo, ni siquiera lo es de nuestro sistema solar, tampoco es un cuerpo estático rodeado por estrellas incrustadas e esferas de cristal. Se necesitaría aceptar como premisa que la Tierra es inmóvil y que es el centro del Universo, para poder aceptar las profecías diarias de los horóscopos. ¿Alguna vez se ha puesto a pensar que cuando consulta el horóscopo se está tratando a si mismo de medieval, y que está insultando su inteligencia?

Los otros tipos de profetas son un poco más espinosos de tratar, pues inevitablemente se puede ofender a muchas personas que sinceramente tienen fe en la fe. ¿Pero qué le vamos a hacer? La mentira es mentira, a pesar que haga a algunos felices. He aquí algunos ejemplos:

  1. 1975 fue una de las fechas fijadas para el fin del mundo por los Testigos de Jehová. Según ellos, en está fecha se cumplían los seis mil años de la creación del hombre y tal acontecimiento significaba el fin de nuestra civilización. Pues bien, aquí estoy contando el hecho décadas después y nada pasó. Lo que los Testigos de Jehová ignoran (o no quieren entender) es que el hombre lleva sobre la Tierra algo más de 300.000 años y que a parte de nuestra especie, Homo sapiens, han existido otras especies humanas en el pasado. Algunas antecesoras de la nuestra, otras fueron ramas colaterales del ramificado árbol de la evolución de los primates. La evidencia fósil nos habla de especies tales como Homo erectus, H. habilis, H. ergaster, H. rudolfensis, H. antecessor, H. heidelbergensis, y H. neanderthalensis. Ahora juzgue Ud. que si la evidencia radioisotópica indica que hace 1,8 o 1,9 millones de años a los alrededores del Lago Turkana habitaba el H. rudolfensis, ¿entonces qué sentido tienen los míseros seis mil años de la creación humana según los Testigos de Jehová?. Con toda razón no se les cumplió la profecía, pues hace 6.000 años el hombre ya llevaba 4.000 de haber descubierto-inventado la agricultura!.

  2. El libro “Convenios y Doctrinas”, de los mormones, nos aporta el segundo ejemplo aleccionador. El profeta del mormonismo, José Smith, tuvo una “revelación” el 2 de abril de 1843. En la visión el profeta le pregunta a Dios por la fecha de la segunda venida del Señor, a lo que Dios le respondió: “José, hijo mío, si vives hasta cumplir los 85 años, verás la faz del Hijo del Hombre…” [1] Sabemos que el supuesto profeta nació en 1805, por lo que en 1890 tenía la edad de 85 años, ¿y adivinen qué? ….Nada pasó!

  3. El último ejemplo está referido a la profetisa de la Iglesia Adventista, la señora Elena G. de White, quien vivió mayormente en el siglo XIX. En este tiempo la Geología cuestionaba por segunda vez la veracidad de la Biblia (la primera vez estuvo a cargo de Copérnico), al mostrar con evidencias que la edad e la Tierra era mayor a la sugerida por las Escrituras (6.000 años) y que no existían evidencias para aceptar el diluvio universal como un hecho verdadero del pasado. Frente a tanta presión, la señora White, en uno de sus libros “inspirados por Dios” hace una declaración en defensa del mito del diluvio:

“…En ese tiempo (en el diluvio) inmensos bosques fueron sepultados. Desde entonces se han transformado en el carbón de piedra (…) y han producido también inmensas cantidades de petróleo. Con frecuencia el petróleo se enciende y arde bajo la Tierra. Esto calienta las rocas, quema la piedra caliza y derrite el hierro. La acción del agua sobre la cal intensifica el calor y ocasiona terremotos, volcanes y brotes ígneos” [2].

Hoy sabemos que los volcanes y terremotos se deben a fenómenos de subducción y deslizamiento de las placas tectónicas de la corteza terrestre, y que para nada tienen que ver combustiones espontáneas de petróleo en el suelo.

¿Dónde colocamos a todos estos charlatanes? Simple. Tomen a Nostradamus, a los astrólogos, a Elena G. de White, José Smith y muchos más y examínelos racionalmente. Exíjales evidencias concretas a sus predicciones. Pero como esto no ocurre, creo que más allá de toda duda razonable podemos llamarlos: Profetas de la irracionalidad, ya que sus predicciones no sólo no se cumplen, sino que están basadas en graves errores conceptuales.

¡Cuan diferentes son las predicciones hechas por la ciencia! La exactitud con la que se puede predecir un eclipse es envidiada por aquellos que gustan de colocar fechas para el fin del mundo. Aunque las predicciones de la ciencia están dadas en probabilidades matemáticas, estás son mucho más confiables que las que nos dan los “dueños de la verdad revelada”

Es un hecho que mientras una persona tenga una mayor alfabetización en ciencias, la superstición será más remota en sus vidas, y que a mayor conocimiento, las “revelaciones” religiosas o místicas, no son más que charlatanería.

¿Quiere que nuestra Iberoamérica sea escéptica y racionalista? ¿Ud. desea que nuestra generación joven crezca sin “tragar entero”? Yo así lo deseo. Por está razón me tomé la tarea de escribir estas líneas, mientras recordaba las palabras del biólogo Richard Dawkins:

“La próxima vez que alguien te diga algo que parezca importante, piensa para tus adentros: ¿Es esta una de esas cosas que la gente cree basándose en evidencias? ¿O es una de esas cosas que la gente cree por tradición, autoridad o “revelación”? Y la próxima vez que alguien te diga que una cosa es verdad, prueba a preguntarle: ¿Qué pruebas existen de ello? Y si no saben darte una buena respuesta, espero que lo pienses muy bien antes de creer una sola palabra de lo que te digan” [3].

Referencias


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