Lo absurdo de la vida cristiana

Publicado en “The American Rationalist”. Mayo-Junio, 2000.

Los apologistas cristianos han argumentado que la vida es absurda sin el Dios cristiano [1]. He mostrado en otros lados que los intentos de hacer ver el ateísmo como algo dedicado a lo absurdo de la vida no tiene fundamentos [2]. Pero los apologistas también asumen sin argumento que si el cristianismo es aceptado, la vida no es absurda. ¿Es esto así? En este informe afirmo que no. Al retar esta opinión no sólo utilizaré nuevos argumentos sino emplearé argumentos no teistas de diversas maneras. El fin de mi discusión será que, cualquiera que sea el caso del ateísmo, la vida cristiana es absurda.

El significado de absurdo

¿Qué significa suponer que la vida es absurda? Comencemos con la definición del diccionario. Según el American Heritage Dictionary el significado principal del término en inglés “absurd” cuando es usado como adjetivo es “ridículamente incongruente o irrazonable.” Así que en este sentido, decir que la vida es absurda es decir que la vida es ridículamente incongruente e irrazonable.

Sin embargo, los filósofos han construido versiones más elaboradas de lo absurdo. Por ejemplo, Albert Camus [3] mantuvo que lo absurdo de la existencia humana está en función de dos cosas: las expectativas de los seres humanos y la realidad que encuentran. Los seres humanos esperan vivir en un mundo que es racional y unificado. Esta tensión entre expectativas y realidad genera lo absurdo de la existencia. Las propias expectativas de Camus de que el mundo fuera racional y unificado eran altas. Así, él sostiene que:

Si el hombre viera que el universo así como él puede amar y sufrir, se reconciliaría. Si el pensamiento descubre en los fenómenos relaciones eternas capaces de unirse en un solo principio, entonces viviría un goce intelectual tal que el mito de los benditos sería meramente una imitación ridícula. Esa nostalgia por la unidad, este apetito por lo absoluto ilustra el impulso esencial del drama humano. Sin embargo, la existencia de esa nostalgia no implica que vaya a ser satisfecha inmediatamente. Para ello hay que construir un puente que una al deseo con la conquista. Coincidimos con Parménides en cuanto a la realidad del Uno (lo que pueda ser), cuando cae en la ridícula contradicción de una mente que coincide con una unidad total tratando de probar por ello su propia diferencia y diversidad [4].

En este pasaje Camus parecía afirmar que hay por lo menos tres diferentes aspectos en que el universo decepciona a la expectativa humana [5]. Primero, no es una criatura sensible que pueda amar y sufrir. Además, no podemos sumar todo lo que descubrimos sobre la realidad en un mismo principio. Y finalmente, queremos que el universo sea parmenidiano y aún así nos damos cuenta de que nuestras mentes no son parte del Uno.

Thomas Nagel ha dado distintas razones de lo absurdo de la existencia humana [6]. Ha argumentado que la percepción de lo absurdo viene de “la colisión entre la seriedad con que tomamos nuestras vidas y la posibilidad perpetua de considerar todo lo que consideramos serio como arbitrario, o abierto a la duda.” [7] Aunque como seres humanos tomamos en serio nuestras vidas, es posible tomar otro punto para ver mejor las cosas, fuera de nosotros. A diferencia de los animales y las cosas inanimadas, trascendemos nuestra propia perspectiva limitada y vemos nuestras vidas en una perspectiva eterna. Desde esta perspectiva, dice Nagel, todo lo que hacemos parece ser arbitrario. Aún así esta habilidad de poder tener esta perspectiva no nos desanima y “ahí yace lo absurdo: no en el hecho de que tal visión externa se pueda quitar, sino en el hecho de que nosotros la podemos tener sin dejar de ser personas cuyas preocupaciones primordiales son tomadas tan a la ligera. [8].”

Lo absurdo de la vida cristiana

¿Es la vida absurda -de acuerdo al significado del diccionario, ridículamente incongruente e irrazonable- si el cristianismo es aceptado? Me parece que la respuesta es ‘sí’ en función a criterios críticos al cristianismo. Vivir la vida de uno como cristiano está lleno de incongruencias, entre las cuales están:

  1. No hay una versión cristiana consistente de cómo los humanos -se supone- deben ser salvados, aunque ésta sea su práctica más urgente. Es absurdo que el fin del cristianismo sea la salvación humana y aún así la doctrina cristiana no explique claramente cómo debe ser hecho. En realidad, existen por lo menos cuatro ideas conflictivas de cómo salvarse sugeridas por los credos, los evangelios y las epístolas de Pablo [9]. La primera, presentada en los evangelios sinópticos, es que uno es salvado al seguir un estricto código ético que va más allá de las leyes judías. El segundo, el cual también está presentado en los evangelios sinópticos, es el que uno se salva al hacer grandes sacrificios al seguir a Jesús. El tercero, establecido tanto por Pablo como por Juan, es que uno se salva al tener fe en Jesús. Pablo parece suponer que esto es suficiente y necesario sólo para los que nacieron después de la llegada de Cristo. El cuarto, sugerido en las cartas de Pablo, es que uno pudo haber sido salvado antes de que llegara Cristo al seguir las leyes judías. El primero, segundo y cuarto camino hacia la salvación implican trabajar para conseguirla, mientras en el tercero se necesita únicamente la fe. Ciertamente el tercer camino es el más comúnmente asociado con la cristiandad. Sin embargo, no queda claro qué se necesita además de creer. Aún cuando uno se concentre sólo en la dimensión cognitiva de la fe existen puntos no muy claros. Los credos parece que demandan el tipo de creencia que define la cristiandad ortodoxa, es decir, todo, desde el nacimiento virgen hasta la Segunda Llegada, de la resurrección a la encarnación. Por otro lado, Juan sólo parece pedir creer en la encarnación mientras que Pablo en la resurrección. Ni Pablo ni Juan exigen creer en el nacimiento virgen o en la Trinidad.

  2. Existe una seria incongruencia entre el típico deseo del cristiano de ir al cielo y la injusticia sin sentido de la que se habla. En primer lugar, la noción de la existencia humana en el cielo -ya sea en cuerpo o sin él- es conceptualmente ininteligible. Segundo, sigue siendo un misterio cómo los habitantes del cielo puedan tener libre voluntad y presumiblemente no tener equívocos morales. Tercero, la tesis del anti-universalismo de que no todos serán salvados es injusta, dados los requerimientos no claros para salvarse, donde el universalismo parece no tener sentido. Y finalmente, muchos de los pasajes en la Biblia que se refieren al cielo lo describen como un lugar donde hay guerra, sufrimiento, violencia, inequidades sociales e injusticia social [10]. Esto, a pesar del hecho de que ir al cielo es el objetivo principal de la vida cristiana y que se sostiene como el fin de un deseo infinito. La idea del cielo es profundamente problemática tanto conceptual como éticamente [11].

  3. Otra incongruencia es que la teoría de la ética cristiana que se encuentra en el Nuevo Testamento parece irrelevante o indefendible para muchas personas moralmente sensibles, incluyendo muchos cristianos contemporáneos. Aún así esta teoría se supone es la base de la vida moral cristiana. Las promesas de Jesús de otro mundo, su rigidez, su demanda de obediencia ciega, su vengatividad, sus trucos para seguirlo no sólo son moralmente inaceptables sino contradicen la afirmación de que él es moralmente perfecto [12]. Más aún, su aprobación tácita de la esclavitud y sus confusas enseñanzas sobre la pobreza hacen de Jesús un inapropiado modelo ético.

Consideremos la esclavitud con mayor detalle. Aunque su práctica era común en el propio mundo de Jesús, no existe evidencia de que la criticara. Como Morton Smith afirma:

Había un enorme número de esclavos del emperador y del Estado romano; el Templo de Jerusalén era dueño de esclavos; los altos mandos sacerdotales tenían esclavos (uno de ellos perdió una oreja en el arresto de Jesús); todos los ricos y casi toda la clase media poseía esclavos. Hasta donde nos han dicho, Jesús nunca atacó esta práctica. Tomó las cosas como eran y moldeó sus enseñanzas según esto. De la manera en que Jesús presentaba las cosas, el principal problema de los esclavos no era liberarse, sino ganar la adoración de su amo. Parece que hubo revueltas de esclavos en Palestina y en Jordania durante la juventud de Jesús (Josephus, Bellum 2:55-56); un líder de esa revuelta que hiciera milagros hubiera atraído a muchas personas. Si Jesús hubiera denunciado la esclavitud o prometido la liberación de los esclavos, seguramente hubiéramos oído de esto. No oímos nada, así que lo más probable es que nunca haya dicho nada. [13]

Además, si Jesús se hubiera opuesto a la esclavitud, lo más probable es que sus primeros seguidores hubieran continuado sus enseñanzas sobre el asunto. Sin embargo, Pablo (1Cor. 7:21,24) y otros escritores cristianos les dijeron a los cristianos que continuaran con la esclavitud [14]. Es absurdo entonces para alguien que tácitamente aprobó la esclavitud representar el ideal moral cristiano. Aún si pasamos por alto estos problemas y nos concentramos en lo que es considerado por muchos la esencia de las enseñanzas de Jesús, específicamente, el mandamiento ‘Ama a tu prójimo’, existen problemas. La falta de claridad del mandamiento le permite ser interpretado de distintas maneras, algunas tienen implicaciones inaceptables y otras son tan vagas que es imposible diferenciar lo que este mandamiento implica. Por lo que es absurdo que el mandamiento ético por excelencia del cristianismo tenga tantos problemas.

  1. Otra incongruencia es que no existe una teoría plausible de la resurrección; esto es, el por qué Jesús encarnó, murió en la cruz y resucitó [15]. Aún así, sin esto la visión cristiana no tiene sentido y por ende la encarnación, muerte y resurrección no tienen razón de ser. Todas las teorías importantes de la resurrección tienen serios problemas. En particular, fallan en explicar porqué Dios sacrificó a su hijo para la salvación de los pecadores o hacen ver el sacrificio como algo arbitrario y sin sentido. Por lo tanto, no aportan una explicación adecuada de la encarnación, muerte y resurrección de Jesús. Para ilustrar más, pondré a su consideración una de estas posiciones: la teoría del rescate, la cual, durante aproximadamente los primeros mil años de la historia cristiana, fue la teoría más popular de la resurrección.

En la cruda versión que tenían los primeros pensadores cristianos sobre el Origen (185-254 DC), la teoría del rescate asume que el diablo posee a la humanidad y que sus derechos de posesión no pueden ser ignorados. Dios acepta pagar un precio, la muerte de Su propio hijo, para rescatar a la humanidad. El diablo acepta la oferta porque cree que tendrá al hijo de Dios como su premio. Sin embargo, Dios engaña al diablo. Dios sabe que hace esa oferta al diablo que éste no podrá quedarse con el hijo de Dios como premio.

Consecuentemente, el hijo escapa de los poderes del diablo y se reconcilia con su padre. En versiones posteriores, más sofisticadas, por ejemplo, la de Agustín: el diablo es engañado no por Dios sino por su propio orgullo; en particular, es derrotado por su propia maldad. Consecuentemente, la justicia de Dios es preservada [16].

Esta teoría, obviamente, tiene muchos problemas. Las primeras versiones explícitamente le atribuyen a Dios cualidades de carácter que no son dignas de un ser divino. Si Dios es moralmente perfecto, no tiene que engañar a nadie, ni siquiera al diablo. Pero aún las versiones más sofisticadas se hacen suposiciones implausibles; por ejemplo, que el diablo estaría tan cegado por el orgullo que creería que es más poderoso que el hijo de Dios. Es más, la misma idea de un diablo, especialmente uno que ha ganado el derecho de posesión de los seres humanos debido a sus pecados, una que Dios debe acatar y honrar, es considerada por muchos lectores modernos como bizarra e implausible. ¿Por qué Dios creería que el diablo tiene derechos morales sobre las criaturas de Dios? Después de todo, el diablo es una de sus criaturas, una que lo ha desobedecido y pecado en contra de él. Aún más, no era necesario que Dios sacrificara a su hijo para el rescate ya que podría haber otras opciones. Como Dios es todopoderoso y puede hacer cualquier cosa aunque sea lógicamente imposible, Dios seguramente pudo haber tenido otras formas de lograr sus metas. Por último, esta teoría no explica por qué los humanos deben tener fe en Jesús para ser salvados, ya que, según la teoría del rescate, después de la muerte y resurrección de Jesús los seres humanos se libraron de las garras del diablo; parecía ser que la forma de salvarse era simplemente seguir una vida libre de pecados para ya no caer en el control del diablo. ¿Qué tiene que ver la fe en Jesús con esto? La teoría del rescate no da ninguna respuesta así como tampoco las teorías de la resurrección, la aceptación, la penitencia, el gobierno, la moral y la mística. Todas son extremadamente implausibles.

  1. La última incongruencia que mencionaré es que los cristianos basan sus vidas en la creencia del Dios cristiano y ese concepto también es incoherente. Así que ¿qué podría ser más absurdo que basar la vida de uno en una noción incoherente? En primer lugar, algunas de las propiedades atribuidas a Dios en la Biblia son inconsistentes [17]. Por ejemplo, se dice que Dios es invisible (Col. 1:15, 1Ti 1:17, 6:16), un ser que nunca ha sido visto (Juan 1:18, 1Jo 4:12), pero hay personas en la Biblia, entre ellos Moisés (Ex 33:11, 23) Abraham, Isaac y Jacobo (Ge. 12:7, 26:2, Ex 6:3) vieron a Dios. Dios se supone que dijo, “no pueden ver mi rostro, pues nadie me puede ver y vivir” (Ge 32:30). Sin embargo, Jacob vio a Dios y vivió (Ge 32:30). En algunas partes Dios es descrito como misericordioso [18] y en otras que no tiene misericordia [19]; en unas partes como un ser que se arrepiente y cambia de parecer [20] y en otras como un ser que nunca se arrepiente ni cambia de parecer [21]. A veces es un ser que engaña y causa maldad [22] y a veces un ser que nunca lo hace [23]; a veces es alguien que castiga a los hijos de las malas acciones de sus padres [24] y otras como alguien que nunca lo hace [25].

Segundo, los atributos especificados en los relatos filosóficos de Dios o están en conflicto entre ellos o son internamente inconsistentes. En Atheism dediqué treinta páginas a analizar en detalle la incoherencia relacionada con los conceptos de omnisciencia, omnipotencia y libertad divina. Aquí sólo tengo espacio para subrayar mis argumentos relativos a la omnisciencia. En cierto sentido, decir que Dios es omnisciente es decir que Dios lo sabe todo. Decir que Dios todo lo sabe quiere decir que tiene todo el conocimiento que existe. Ahora los filósofos han distinguido entre tres tipos distintos de conocimiento: proposicional, procedural y conocimiento familiar.

Brevemente, el conocimiento proposicional o factual es saber que algo es analizable como una creencia verdadera de algún tipo. En contraste, el conocimiento procedural o el conocimiento del cómo es un tipo de habilidad y no es reductible al conocimiento proposicional [26]. Finalmente, el conocimiento familiar es el que se da por contacto directo con algún objeto, persona o fenómeno [27]. Por ejemplo, el que yo diga que conozco al Sr. Jones implica que tengo más que un conocimiento proposicional detallado sobre el Sr. Jones; que tengo un contacto directo con el Sr. Jones. Igualmente, decir que conozco la pobreza implica que, además de un conocimiento detallado proposicional de la pobreza, tengo experiencia directa de ella.

Decir que Dios lo sabe todo, entonces, es decir que Dios tiene todo el conocimiento ya sea proposicional, procedural o familiar. Sin embargo, las implicaciones de esta afirmación de la existencia de Dios no son analizadas normalmente. Si Dios es omnisciente, entonces Dios debe tener todo el conocimiento incluyendo el saber cómo nadar. Pero esto entra en conflicto con el hecho de que no tiene cuerpo. Pues sólo un ser con un cuerpo puede saber como nadar en el sentido práctico; o sea, puede en verdad tener la habilidad de nadar. Ya que por definición Dios no tiene cuerpo, el atributo de Dios de no tener cuerpo y su atributo de ser omnisciente están en conflicto. Por lo tanto, ya que Dios tiene propiedades en conflicto el concepto de Dios es incoherente.

La propiedad de saber todo también entra en conflicto con ciertos atributos morales comúnmente atribuidos a Dios. Pues si Dios es omnisciente, entonces Él tiene el conocimiento directo de todos los aspectos de lujuria y envidia. Un aspecto de la lujuria es el sentimiento de lujuria y otro aspecto de la envidia es el sentimiento de envidia. Sin embargo, una parte del concepto de Dios es que Él es moralmente perfecto y ser moralmente perfecto excluye estos sentimientos. Consecuentemente, el concepto de Dios es incoherente [28].

Además, la omnisciencia de Dios entra en conflicto con su omnipotencia. Como Dios es omnipotente entonces no puede experimentar miedo, frustración y desesperanza [29]. Para tener estas experiencias uno debe creer que uno es incapaz de algo, pero como Dios lo sabe todo y lo puede todo, Él sabe que su poder es ilimitado. Consecuentemente, Él no puede tener conocimiento directo completo de todos los aspectos de miedo, frustración y desesperanza. Por el otro lado, ya que Dios es omnisciente Él debe tener este conocimiento. De nuevo el concepto de Dios muestra ser incoherente. ¿Qué podría ser más absurdo? El concepto central de la vida cristiana que es Dios y que este concepto es incoherente [30].

¿Tratarán mejor lo absurdo de la vida cristiana filósofos como Camus y Nagel? Consideremos a Camus. Aunque Camus rechazaba la cristiandad porque autoriza el salto conceptual de la fe, de todos modos era importante ver que si la gente realmente tiene las tres expectativas que él les atribuye, la cristiandad los decepcionará y la vida será absurda aún si siguen la cristiandad. Primero, el universo mismo, aún desde la perspectiva cristiana, no es una criatura sensible y no ama ni sufre. Algunas criaturas en el universo son sensibles y si la cristiandad está en lo correcto, el creador del universo también. Pero esto aparentemente no satisface a los seres humanos que quieren que el universo sea sensible. Segundo, la cristiandad no enseña que todo puede ser descubierto o resumido en un sólo principio; pero esto es, según Camus, lo que esperan los seres humanos. Finalmente, a excepción de algunos místicos y panteístas cristianos, la cristiandad no puede enseñar que el universo es el Uno (parmenidiano) y que nuestras mentes son parte del Uno. Sin embargo, según Camus, eso es lo que los seres humanos esperan. Así que aún aceptando lo dicho por Camus, la vida cristiana sigue siendo absurda. Existe tensión entre lo que enseña la cristiandad y lo que los humanos esperan y esta tensión es precisamente lo que Camus cree que la hace absurda.

Aunque Nagel no discute explícitamente el cristianismo, su teoría sugiere que la cristiandad no elimina lo absurdo de la vida. Nagel argumenta que es inútil tratar de escapar de nuestra posición tomando una perspectiva más amplia que pueda dar significado a nuestras vidas. En particular, duda que la creencia en Dios y su propósito cósmico pueda eliminar el sentimiento de lo absurdo. Si podemos regresar y dudar de los propósitos individuales de vida, es posible dudar del reino y gloria de Dios también. “Lo que hace la duda con respecto al logro limitado del individuo también lo hace con respecto a cualquier propósito que aliente el sentido de que la vida no tiene sigificado [31]“. Sin embargo, Nagel, a diferencia de Camus, no recomienda este desafío al universo de cara a lo absurdo. Este tipo de respuesta dramática, dice Nagel, falla al apreciar la “importancia cósmica de la situación”: “Sin una visión de eternidad no hay razón en creer que algo es importante, entonces si ello tampoco importa lidiaremos con nuestras absurdas vidas de manera irónica en lugar de con heroísmo y desesperación.” [32] Para Nagel, entonces, esto significa que la salvación cristiana con dicho tipo de visión, no importa. Pero que esto no importe no tiene en sí importancia. Lo absurdo para Nagel yace en el hecho que los cristianos pueden tomar este punto de vista externo y aún así no deslindarse de la vida. Lidiando sus vidas con una ironía, así siguen viviendo.

Conclusión

Las ideas cristianas de salvación, cielo, ética, resurrección y Dios son profundamente problemáticas y la vida siguiendo estas ideas es absurda en términos de la definición ordinaria del diccionario de lo “absurdo”. Sin embargo, los análisis filosóficos de lo absurdo realizados por Camus y Nagel muestran que la cristiandad no es mejor que el ateísmo.

Notas:


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