La sutil presencia de la mujer atea: una minoría dentro de una minoría

Ayaan Hirsi Ali nació en una familia islámica en Somalia; aunque su papá estaba en contra de la ablación, su abuela le practicó la extirpación de su clítoris mientras él se encontraba de viaje. Ayaan tenía cinco años. Más tarde, cuando su papá se involucró en la guerra civil somalí, la familia tuvo que huir, permaneciendo en Kenya donde Ayaan quiso por un tiempo convertirse en una mártir del Islam. Cuando tenía 23 años, su padre la comprometió en matrimonio con un primo lejano al que no conocía y que vivía en Canadá. Familiares y amigos contribuyeron para conseguir que Ayaan viajara a casarse, y así lo hizo… bueno, a medias pues nunca llegó.

Cuando arribó a Alemania, Ayaan decidió que en vez de continuar hacia el continente americano y conocer a su novio, se iría mejor a Holanda donde pediría asilo político. Luego de años de problemas y burocracias, Ayaan se hace neerlandesa (hoy tiene nacionalidad estadounidense), llega a formar parte del Parlamento Holandés y abandona el Islam. De hecho, se considera atea, feminista y una de las mayores críticas de la religión islámica, lo que la ha convertido en receptora de innumerables amenazas de muerte. Tiene que vivir protegida y escondida, aún en el Primer Mundo.

No es sencillo declararse ateo, mucho menos hablar críticamente sobre la religión, especialmente en lugares donde puede significar la muerte, ya seas hombre o mujer. Por aquí por nuestros paros hispanos del occidente, las acusaciones, discriminaciones y humillaciones no suelen ser letales, pero duelen y pueden moldear tu conducta. De hecho, muchas veces es este dolor que a patadas cierra la puerta, dejándonos tímidamente escondidos dentro del clóset.

“Tal parece que las mujeres (ateas) hispanas somos como unicornios, ¿eh?”, me escribe desde el estado de Texas, Vanessa, de 36 años.

Ciertamente, para escribir este ensayo pedí ayuda. A través de las redes sociales expresé mi deseo de conocer historias de las féminas ateas por la Aldea Virtual en español. El resultado fue más que cautivador, miles y miles de palabras hilvanaron un engorroso camino, salpicado con distintos contextos, pero manifestando un patrón bastante similar: duda, curiosidad, descubrimiento, rabia, tristeza, libertad. Detalles en los grupos familiares y sociales manifestaban qué tan duro serían los martillazos con los que intentarían humillar el ateísmo de estas mujeres, hasta finalmente arrancarlo. Pero no han podido.

La vida de mujeres ateas en México, España, Argentina, Perú, El Salvador, Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, Honduras, Venezuela, Estados Unidos, Chile, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, fue manifestada de numerosas y distintas formas en sus mensajes. Los unicornios comenzaban a aparecer.

Hemos estado aquí y allá, influyendo en los detalles más pequeños pero importantes en la vida de nuestros hijos, ya sea de forma escondida o abiertamente. Hemos estado leyendo tantas veces sin participar, asimilando, descubriendo. Hemos estado escondidas de nuestros creyentes esposos, padres, hermanos, tíos, abuelos, jefes, colegas, amigos, hemos sido ateas calladas desde pequeñas, desde adolescentes desde la juventud, hemos debatido, hemos escrito, hemos hablado, hemos criticado, hemos sido humilladas, ignoradas, reprochadas, censuradas, amores nos han abandonado por nuestras ideas… pero hemos alcanzado una clase de libertad que nos une a todos en el ateísmo, escéptico o no, ya sea con pene, vagina o ambos; cadenas que aprisionaban nuestras ideas vendiéndonos mentiras sobre nosotros mismos, lo que somos, cómo evolucionamos, cómo debemos comportarnos y los orígenes de la vida y del Universo en que vivimos.

“… Dudar del mundo que nos rodea me mantiene enamorada de él…, el ateísmo en sus múltiples formas me ha enseñado a dudar y cuando dudo, soy feliz… Uno de los aspectos más positivos del ateísmo es que me ha acercado a personas muy valiosas que no solo han aumentado mi sapiosexualidad sino que también mi respeto hacia quienes, sin importar mucho, destierran esa actitud indiferente que tanto me horroriza de la masa subordinada al mito emancipatorio del siglo XXI, explica desde Venezuela, Ariana R. Ramírez, de 20 años.

Las dos equis y la religión

Diez. Diez mujeres es el número que leemos en la lista de Wikipedia sobre activistas ateos en el mundo. Tampoco es que seamos muchos en ningún lado. Por el momento, y de acuerdo con The World Factbook, las personas no religiosas constituyen un 9.66%, mientras que los ateos se estiman en 2.01% de la población mundial. Esa encuesta es de 2010.

Dentro de esta minoría, las encuestas y estadísticas hechas hasta el momento sobre el sexo femenino en el ateísmo aseguran que somos menos, que somos más devotas y que nos cuesta más salirnos de la religión por un sinnúmero de variables. Excepto una.

En 2012, Win-Gallup International publicó los resultados de una encuesta sobre los niveles globales de la religiosidad y el ateísmo. Los resultados fueron sorprendentes en cuanto a las mujeres se refiere. Por ejemplo, cuando se les preguntó: “Independientemente de si usted asiste a un lugar de culto o no, ¿diría que es una persona religiosa, una persona no religiosa o un ateo convencido? Pues bien, el 60% de los hombres y el 57% de las mujeres contestaron: “Una persona religiosa”. El 23% de los hombres y el 23% de las mujeres respondieron: “Una persona no religiosa”. El 5% de los hombres y el 6% de las mujeres contestaron: “No lo sé”. Pero el 12% de los hombres y el 14% de las mujeres afirmaron ser: “Un ateo convencido”. Aquí el enlace: http://www.wingia.com/web/files/news/14/file/14.pdf

Es la única encuesta donde el número de las mujeres ateas resulta ser mayor que el de los hombres, y el porcentaje religioso menor. Por lo tanto, hay que tomarlo con pinzas escépticas hasta que el número sea confirmado. Estamos hablando de encuestas y para darle más validez a esta forma de recoger información, la acumulación de resultados es ideal, también hay que tomar en cuenta la situación geográfica de los porcentajes. Y aunque estos números son refrescantes para una mujer como yo, la norma que conocemos nos dice lo contrario. Las investigaciones elaboradas hasta el momento proporcionan distintas razones que explican este alto nivel de religiosidad en la mujer. Aún así, es maravilloso ver que aunque seamos menos entre la minoría, estamos caminando rápidamente hacia la razón a pesar de las discriminaciones (o a lo mejor, debido a ellas).

Aquí algunas características que se citan al hablar de las razones del poco número de mujeres en el ateísmo (que a lo mejor no es tan poco):

  • La inseguridad económica: No sólo por la tardía integración de la mujer en la educación profesional y el trabajo sino porque, además, las iglesias continúan suministrando un sentimiento de comunidad para millones de mujeres con niños y sin redes económicas que detengan su caída.

  • Ausencia de libertad, poder y privilegio: En la mayoría de las sociedades en el mundo, el control es masculino y los hombres suelen producir más dinero, a veces el único dinero de la casa, algo que no es justo para ellos tampoco. Las mujeres son más fácilmente excluidas y discriminadas.

  • Tradiciones y hábitos: Tradicionalmente, el papel y el trabajo de la mujer ha sido dentro de la casa. De hecho, investigaciones han encontrado que las mujeres que trabajan fuera de la casa tienden a ser menos religiosas (http://www.pewresearch.org/fact-tank/2014/04/08/7-key-findings-about-stay-at-home-moms/).

  • La presión familiar y social: La mujer es usualmente la que se encarga de la educación familiar, y el ateísmo y la falta de religión no encajan en el constructo psicológico moderno de la familia religiosa, que en el planeta es aún mayoría.

  • Las diferencias en la socialización: Indiscutiblemente, hasta los libros sagrados promueven a la mujer obediente y sumisa y al hombre independiente y agresivo. Aunque muchos ya no siguen estos patrones, la rebelión por los derechos de la mujer no ha llegado a todos en el mundo.

  • Diferencias biológicas entre los sexos: Aunque no está demostrado, muchos piensan que existen diferencias neurológicas que inclinan más a la mujer hacia la religión. No está claro si la socialización, la cultura, necesidades evolutivas y rasgos genéticos en ambos son mayormente responsables debido a la cantidad de hombres religiosos que existen también, a pesar de tener el control en sociedades patriarcales.

  • Combatir el sexismo en el mundo agota: Demasiados patrones habituales; la mujer es la que cuida, la que atiende a los niños, a los padres enfermos, es la sumisa, el objeto sexual de moda, un recipiente para crías, y estos papeles son difíciles de cambiar, especialmente cuando te acusan y amenazan al intentarlo.

En mi opinión, y la de muchos otros, se trata de una “compleja combinación” de todas estas variables, cada una en distintos grados. Atribuir el papel religioso de la mujer en la sociedad a sólo una, es pecar de ingenuo… por escribirlo bonito.

Y las voces hablan por sí solas. Aquí les dejo citas como tentativas muestras de un pequeño porcentaje de mujeres ateas en la Aldea Virtual en español. Deseo agradecer infinitamente a todas ellas, han sido tantos los mensajes que he excedido la longitud de este ensayo y aún así me he quedado corta, pero algo les puedo decir, he leído cada palabra que me enviaron, me he reído con sus chistes y me he relacionado con sus historias, emociones y experiencias.

Por último, a ustedes que mencionaron mis escritos particularmente, valorando mi esfuerzo y mi trabajo y contándome con cariño lo que había significado en sus vidas, les digo que saber que mis palabras las han alcanzado significa el universo para mí. Aquí dejo un piropo poético que recibí de una de estas maravillosas mujeres, dominicana, como yo.

“Tu pensamiento, tus investigaciones y tus ensayos son para mí como flores luminosas que forman un jardín único en su clase”.

Mil gracias, mujeres, por el coraje, el pensamiento crítico, el amor, el racionalismo y la confianza. Si dioses y monstruos existieran, amarían a estas ateas.

Voces escritas

La atea en la familia y la sociedad

“Vengo de una familia 100% evangélica. Desde mis bisabuelos hasta mi mamá todos creen fervientemente en el dios que habla la biblia. Desde muy pequeña fui adoctrinada con esas mismas creencias. A los 14 años había muchas cosas que no me agradaban en la biblia sin embargo nunca dije nada a nadie porque las personas que me rodeaban no me hubieran entendido”, explica Diana desde Honduras.

“Nunca he recibido un rechazo absoluto, las respuestas que me dan son del estilo de: ‘estás equivocada’, ‘te tengo pena’, ‘eso es por moda’, ‘luego se te pasa’, ‘pero tienes que creer en algo’, entre otras no menos molestas”, apunta Solanlly desde República Dominicana quien nos señala, además, que en su clase de biología hay 17 mujeres ateas. Nada mal para la ‘católica’ isla caribeña.

“El cura me preguntó si yo me creía mejor que ellos y respondí que yo no, pero igual otras personas sí… ¡y me llamó hereje! No sabía ni lo que significaba, pero me sonó fatal sobre todo por el tono, y para colmo cuando lo busqué en el diccionario no lo encontré porque ni se me ocurrió que se escribiera con h, así que por si acaso me caía la bronca también en casa, me callé y me quedé con la duda, pero enfadada porque no entendía qué había hecho mal”, expresa Begoña Carro desde España, sobre su primera experiencia con la duda en la religión, tenía siete años. “Con mis amigas y amigos viene a ser parecido, ¡qué miedo da la palabra atea!, tanto como feminista”.

“El matrimonio de mi mamá fue muy malo, con violencia intrafamiliar y muchas inseguridades. Mi mamá es profesora y su esposo un tipo sin educación. Cuando ya mi mamá no daba para más buscó refugio en una iglesia (*La Viña *o Vineyard, conocida internacionalmente) en donde nos acogieron con mucho cariño y paciencia, digo esto porque mi padrastro a veces nos iba a sacar de la iglesia a gritos y groserías. Al poco tiempo mi mamá se separó y continuamos asistiendo a esa iglesia, cada vez más involucrados”, explica Katia desde Chile.

“Soy prácticamente atea de clóset, hasta a una cuñada la tuve que sacar de FB [Facebook] porque me comenzó a ofender y menospreciar con su amor católico cristiano porque odiaba que publicara de Dawkins, sin embargo ella podía poner lo que le diera la gana. A veces familiares lanzan indirectas en FB dando por supuesto el peor ejemplo y aunque los ignoro, me siento triste por eso, y que no se respeten otras ideas”, nos escribe ‘Ana’ desde Puerto Rico.

“Hace unos días tuve el valor de decirle a mi madre, su respuesta fue como yo pensaba, indiferencia total, ya no me habla como antes, no me escribe (está en EE.UU.) no tiene la misma comunicación conmigo, ella dice que no, que siempre me ama y bla bla bla, pero uno siente, mis hermanos igual, son muy indiferentes conmigo”, dice ‘Susana’ desde El Salvador.

“Ahora prefiero guardarme mis ‘no creencias’ porque no me comprenden: Incluso las amigas que creo que sí me van a comprender me dicen que no es posible, que tengo que creer en algo.

»Lo que me sorprende es que mujeres (u hombres) sumamente inteligentes prefieren poner su cerebro en remojo y evitan pensar y cuestionarse. Lo malo es que son ellas quienes enseñan estupideces a sus niños. Por el bien de las futuras generaciones, ¡deberían haber más ateas!”, nos escribe ‘Patricia’ desde Costa Rica.

“Podría decirse que la experiencia más fea fue escuchar predicación en la sala del dentista cuando tenía la boca abierta, llena de aparatos, y no poder contestar”, dice con humor Lucy Spee, ya que la experiencia la empujó a informarse mucho mejor, coloreando toda su Biblia con resaltadores.

“El rechazo social y familiar fue y sigue siendo durísimo. Soy para ellos (mi familia parental) alguien que busca llamar la atención o ir en contra de lo impuesto o heredado. Es una lástima”, apunta Alejandra Torres-Mella, desde Chile.

“No me quedo callada ante la menor estupidez de los creyentes y me ha traído múltiples problemas. Mi abuelita me desheredó, mi madre me ha dicho que tengo el demonio adentro, me dejé de hablar con mas de un familiar que no soportan mis cuestionamientos. Pero también he puesto a pensar a más de uno sin ánimo de convencerlos”, expresa Alejandra Peña desde Colombia.

“Mis padres aún no aceptan ni toleran que yo no sea católica. Hace días me preguntaron en frente de mi madre ‘¿Cuál es tu religión?’, y al tiempo que yo contestaba ‘ninguna’, ella se apresuró a contestar ‘católica’. Es decir, con este ejemplo quiero señalar que no es fácil para mi exponer mi ateísmo en mi familia, por lo que aún prefiero evitar el tema”, dice Salma García, desde México.

“Cuando dejé de orar… tendría entonces como 12 años… mi madre en esa época me decía pareces un animalito, ellos son quienes se acuestan sin rezar sin darle gracias a dios por nuestra vida; entonces me recostaba con una sensación que hasta hace pocos años le he dado significado… aún no dejo de sentirme así cuando por ejemplo, para ingresar a un empleo (en Colombia suelen realizar visitas domiciliarias para validar cierta información) debes llenar el espacio religión y me tiembla la mano al escribir NINGUNA, en vez de ATEA, y la cara del visitador ‘¿ninguna es igual a atea?’ y yo trato de evadir el tema…”, escribe Paola Quintero desde Colombia.

“La mayor razón es el estigma que sé que hay acerca de los ateos, siento que las personas me van a ver de diferente forma, que me van a juzgar, que voy a perder la confianza y la buena reputación que tengo entre amigos y conocidos. La mayoría de mis conocidos y amigos son católicos de hueso colorado y sé que hasta se sentirían agredidos si dijera que soy atea. Es irrisorio porque no deberían de juzgar pero sé que sería lo primero que harían y siento que se sentirían superiores a mi”, escribe la mexicana ‘Lina’ desde Bélgica.

“Cuando inicié en la facultad de medicina, me dijeron que era mejor que dejara la universidad porque eso iba a fomentar ideas extrañas en mí”, nos dice ‘Renata’ desde República Dominicana.

“Pero ella murió. Todavía lo recuerdo. Fue un golpe bajo. La enfermera me echó la culpa, dijo que mi falta de fe impidió a dios obrar por ella… y me dijo que ojalá me muera, que no merecía vivir por necia e incrédula. Fue doloroso escuchar eso”, escribe desde Ecuador, ‘Atenita’, sobre su experiencia en el hospital mientras combatía, con 14 años, un hepatoblastoma y se negó a orar, levantando la rabia de una enfermera evangélica que la llegó hasta culpar por la muerte de otra niña de tres años que padecía leucemia.

“Mi ateísmo es un tabú en mi familia, mi madre y abuelos extremadamente católicos no pueden concebir la idea de que no tenga un dios ‘¿cómo alguien puede vivir sin un dios?’, pues bueno, me encantaría sentarme y explicarles la tranquilidad que da saber que ya tienes la verdad en tus manos, que no temes a estar equivocado, ser ateo te da una libertad invaluable”, nos dice ‘Ale’ desde Colombia.

“Una prima de mi ex-esposo al ver que no me persignaba cada que los acompañaba a su iglesia dijo que yo era el demonio”, nos cuenta Margarita Suárez desde México.

Eso de ser mamá atea

“Escuchar que en jardines de infantes públicos le enseñan a los niñitos a rezar me pone los ¡pelos de punta! Entonces ya empiezo a imaginar lo que va a suceder cuando mi niño me venga con algo así, ¡me voy a pelear con medio pueblo! Y al mismo tiempo pienso en lo difícil que será ser criado como ateo para mi hijo, viviendo en un pueblo pequeño… En fin, ese es mi gran desafío como atea: la educación que quiero impartirle a mi retoñito”, expresa Gaby Torre desde Argentina, su bebé tiene apenas unos meses.

“Me siento conforme de haber formado una familia (marido-hijo) de pensamiento racional. Pienso que ser mujer y no creyente sigue siendo un contra en este continente. ‘Si lo eres, no lo admitas’. Como si fuese un crimen. Espero eso cambie y sigan existiendo mujeres con coraje e idealismo”, nos escribe Alejandra Torres-Mella, desde Chile.

“A mis hijos que están pequeños les digo que dios no existe, es un secreto de nosotros para que no los juzguen en el colegio. Tan grave fue el problema que una tía directora me dijo que si mis hijos no recibían la clase de religión mejor me los llevara del colegio. Es complicado declararse atea, la gente piensa que no tienes moral, no eres feliz o te ha ido muy mal en la vida y más cuando vives en un pueblo pequeño, pero bueno… nadie puede ser feliz sin perdonar la ignorancia ajena”, expresó Johanna Ealo, de Colombia.

“Por no ser creyente me han sucedido infinidad de cosas, incluso agresiones verbales y físicas. Cuando me percaté que mis dos hijas, entonces de 8 y 5 años, estaban recibiendo el mismo trato partiendo de su propia familia paterna, en parte fue motivo de mi divorcio”, escribe desde México Margarita Suárez, de 54 años.

“En el colegio de los niños siempre preguntan qué creencias religiosas tenemos. Obviamente digo que la católica, que como decía antes, es la más aceptada aún. Existe un rechazo hacia las personas que no creemos, pues tienen el paradigma de que si no seguimos las enseñanzas de Jesucristo, no sabemos vivir”, apunta María Isabel desde Colombia

“Por ser atea y mujer he sido catalogada como frívola, he escuchado frases como ‘feminista y atea’ como si fueran dos pecados que cometí juntos, me han dicho frases del tipo de: si eres atea, ¿cómo estás educando a tus hijos? Insinuando que como madre no soy capaz de educar si no es en la religión”, dice Ana Isabel Bustillos desde México.

“Cuando nació Bárbara, Pedro se atrevió a decir medio en broma y medio en serio que podríamos acceder a bautizarla para darle gusto a su mamá. A mí nunca me hizo la más mínima gracia y le dejé bien en claro que mientras yo viviera, mi hija se criaría en un ambiente totalmente laico y que me encargaría personalmente de vacunarla contra el virus de la religión con una buena dosis de escepticismo”, escribe Atenea Field desde México.

La lectura y el internet

“En realidad fue internet el que me ayudó a cuestionar mi creencia en un ser superior…” concede Paola desde Colombia.

“Debo confesar que mucho le debo a los libros, no cualquier libro; me refiero a un par de libros cuyos autores desbordaban la pasión del verdadero anarquista: el de las ideas y la crítica”, continúa la venezolana Ariana R. Ramírez.

“¡¡Bendito sea internet!!… Así conocí páginas como Sin Dioses, Ateísmo para Cristianos, Blog de un ateo renacido, entre otras, las que devoro constantemente”, escribe Lucy Spee.

“No quería creer en un dios que permitiera tanto sufrimiento siendo todopoderoso, ¿por qué? De ahí en adelante sólo reforcé mi idea de que ya no creía, leí blogs ateos, a Sagan, a Dawkins”, expresa Wilma desde México.

“Con el pasar del tiempo y gracias a la tecnología que uno puede descubrir, explorar, ¡¡gracias Facebook!!, conocí a mucha gente atea, agnóstica, etc., ya no me sentía que era la única que pensaba diferente”, ‘Susana’ desde El Salvador

“Un profesor me regaló ‘El mundo de Sofía’ y lo leí a mis 14 años. Ese fue el punto clave para ser la persona que soy ahora… Tenía 17 años cuando me encontré por primera vez con “Sin Dioses”, y me cambió la vida. Este blog hablaba de temas prohibidos y obscenos para mi realidad social. No obstante, leí más y más, consulté otra bibliografía y a cada palabra leída, reforzaba mi ateísmo naciente”, nos escribió desde México, Salma García.

La mujer y el ateísmo

“Realmente me he sentido maltratada por el privilegio que se auto-otorgan los religiosos hombres y dejan ver a la mujer como un sexo débil de sólo dar placer y parir crías… Pero eso me ha dado una gran voluntad para leer y estudiar mi comportamiento minuciosamente, para no dejarme llevar por la corriente…”, escribe Lizeth Conde, bailarina de danza árabe, Colombia. “Me he preguntado ¿por qué hay tan pocas mujeres científicas o inventoras?… y me he dado cuenta que somos muy emocionales y dejamos que se bloqueen nuestros objetivos.. aún más cuando nuestra tarea cultural es criar a nuestros hijos, y el padre -no- . Conozco muchas mujeres con capacidades intelectuales, pero deben trabajar duramente para darle de comer a sus hijos, porque su esposo se fue y la dejó sola con sus crías… y es poco el tiempo que pueden dedicar a escribir y a leer, poco tiempo para estudiar, y lo escaso que les queda de sí mismas, transmitírselo duramente en medio de su estrés por sobrevivir… Pero también entiendo que somos perezosas para leer, para preguntarnos, de poner la mente a trabajar en un objetivo, de hallar algo que no sabemos, de algo que ignoramos, preferimos el chisme y la burla, preferimos hablar de una excitación vaginal que de una excitación mental”.

“Por experiencia propia creo que es más difícil declarase ateo a una mujer que a un hombre, en estos países está muy arraigado el machismo, y mientras nosotros como madre no dejemos de criar nuestros hijos bajo esos conceptos nunca cambiaremos la mentalidad de la sociedad. Para una madre atea es más difícil, critican, juzgan por la forma que según ellos es incorrecta como crías a tus hijos. Para ellos la mujer perfecta es la que asiste a la iglesia, una mujer atea en esta sociedad machista es una perdida”, escribe ‘Susana’ desde El Salvador

“Fui la única mujer de tres hijos, al ser la mujer, a mí me checaban más, yo no debía faltar a la iglesia, yo debía esperar salir casada de blanco de mi casa, yo no podía leer los libros que a mí me gustaban de Rius (‘La Biblia, esa linda tontería’ y ‘Jesús, Alias el Cristo’, entre otros) en cambio noté que cuando uno de mis hermanos empezó a salir con una chica que practicaba el hinduismo y él también empezaba a ir a esas reuniones, rezar el Hare Krishna y demás, nadie se metía con él”, escribe Rubi desde México.

“Entiendo que muchas mujeres decidan mantenerse en silencio y no expresen abiertamente su ateísmo por temor a ser condenadas, excluidas de una sociedad invadida por creencias teístas”, expresa Vienetta Rojo desde México.

“Que una mujer defienda a carta cabal el ateísmo, que hable sobre esto, que su personalidad se moldee en cuanto a esto, es un tanto molesto para la gente. En mi clase de Ética dije abiertamente que era atea y un grupo me clasificó, (disculpa la expresión), de vagabunda y el otro no quería acercárseme porque pensaban que yo me creía la gran cosa. Es un tanto complicado ser mujer y ser atea en un estado tan poco laico como este, aunque las apariencias sean otras, está muy arraigado el pensar que la mujer tiene que quedarse tranquila, aprender de lo que se le da y ser sumisa”, expresa ‘Renata’ desde República Dominicana.

“El que se ha quedado atrás es mi hermano, que no soporta que yo le diga que soy atea, no me entiende, y también es el primero en ‘acusarme’ de feminista, si hago determinado tipo de observaciones sobre los sexos. Generalmente se lo toma todo a risa, se burla de las feministas. Mi marido dice que no lo está haciendo por un convencimiento propio, sino porque en realidad es un dominado por su esposa”, nos escribe entre risas Magdalena Dannhäuser, desde Argentina.

Y emergen la libertad, la lógica y la razón

“Ya no tengo nada que temer”, “Cuando por fin comprendí que todo era un invento, me sentí libre”, “A los 14 años ya no creía en dios”, “He salido del clóset ateo de a poco a través de Facebook”, “Nadie me pregunta ni me cuestiona, pero asumen que simplemente no pertenezco a ninguna religión”, “Descarté la existencia de esa deidad. Sólo me bastó utilizar la lógica”, “Dejé de creer en Dios y nunca he dudado de mi nuevo descubrimiento que me hizo abrir los ojos y amar la vida, al punto que sentí que nací realmente”, “Una vez que me dí cuenta de que todo lo que me habían enseñado de niña era innecesario, simples cuentos, me sentí muy liberada”, “Yo soy lo que soy gracias a mí, a mi perseverancia, a mi empeño y a mis errores, no se lo debo a nadie, a ningún dios, a ningún poder supremo”, “Actualmente soy orgullosamente atea, y no porque crea que el ateísmo sea la realidad absoluta, sino porque me da tranquilidad moral, me hace sentir íntegra y responsable de mi propia persona”, “No temo decir a los cuatro vientos que soy atea… y que lo enseño a mi hijo, me siento feliz de ser como soy y espero que cada vez mas amigos ateos salgan del clóset”, “Desde pequeña sentía que era ilógico orar a alguien a quien no veía y se me hacía increíble que ese dios pudiese ver todo lo que hacemos TODOS los seres humanos”, “La felicidad de ver cómo (mi hermano pequeño) pudo tener a su corta edad el pensamiento crítico para investigar, para sentirse curioso, para no tragar entero, ¡¡esa felicidad es inmensa!!”, “Soy atea y viviendo en una comunidad con mentalidad estrecha a veces resulta complicado derribar prejuicios y hacer entender a los demás que los seres humanos somos mucho más que una, dos o tres etiquetas”, “Creo que los ateos tenemos de alguna forma responsabilidad de difundir un poco mas nuestro pensamiento, despertar conciencia. Aunque nos ganemos uno que otro problema. Al menos ahora no estamos en el medioevo”, “Gracias por darme la oportunidad de hablar acerca de esto, en cierta manera es un poco liberador, ya que es algo de lo que no hablo mucho”, “’El espejismo de Dios’, amé ese libro”, “Un buen día, desantropomorficé a dios leyendo a Fromm y poco tiempo después, acercándome a la ciencia mediante revistas de este corte, simplemente perdí toda “capacidad” de creer en un ser superior. Entonces tenía 15 años”. “No recuerdo la edad exacta, pero creo que fue alrededor de los 8 años que proferí la primera ‘blasfemia’ que recuerdo: Pinche Dios”.

¡Gracias! ☮


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