“Todo el mundo tiene tres vidas: Una vida pública, una vida privada y una vida secreta”.
—Gabriel García Márquez
Hace ya muchos años, cuando era estudiante en Nueva York, tratamos en una clase de literatura inglesa el problema de la obra y el autor. ¿Qué tanto debes saber sobre el autor para disfrutar su obra? ¿Acaso son sus ideas profesionales dependientes de su vida personal? ¿Es posible disfrutar, analizar y comprender una ficción, una pintura y una canción sin conocer su autor? ¿Arruina nuestra percepción de dicha obra si descubrimos las imperfecciones de quien la generó?
Siempre he disfrutado de la mayoría de las obras de Woody Allen, sin embargo, el abuso infantil es difícil de erradicar completamente una vez la sospecha se hace pública, especialmente si lo analizas bajo la lupa de sus radicales conductas emocionales. Una vez leí que todo genio tiene algo de “loco”. No tengo idea si es cierto pero el cerebro humano es más complejo que una célula cancerosa, y eso es ya decir mucho. Hace tiempo que el protagonismo de la testosterona en los jinetes del Nuevo Ateísmo me llamó la atención, sin embargo, las mujeres estamos más o menos acostumbradas a ello y aunque Madame Curie haya ganado dos premios Nobel, ella es la única representante de las dos X en aquella majestuosa foto en la conferencia de Solvay en 1927. No es un secreto que las mujeres hemos sido y somos aún discriminadas; de hecho, hoy en día todavía lidiamos con discriminaciones en varios grados y en diversas formas. Un grave problema en el Occidente el día de hoy es que no sabemos cómo lidiar con lo que aún nos azota, es una nueva batalla donde a veces te ves atacando lo que otros dicen es ‘libertad’.
Las minorías hemos ganado batallas pero las guerras toman más tiempo y varias generaciones, especialmente cuando se está luchando contra primitivos estereotipos y tendencias equivocadas que han sido ya aprendidas. En esto del sexo, las batallas se vuelven cada vez más engorrosas, con grupos enarbolando banderas que a mí parecer son ridículas y, simplemente, ensanchan más el hueco entre lo justo y la pura extravagancia. Es indudable que distintas ofensas contra la mujer continúan en el primer mundo, hay muchas aún enormes, como nuestros sueldos y los crímenes de odio, tanto domésticos como violaciones físicas, psicológicas y sociales, otras son a veces más sutiles pero llenas de maldad, celos y rabia, algunas más son sólo chistes que surgen del mismo problema, como hay chistes sobre todo en este mundo… y sí, unos pocos aún duelen pues la opresión es todavía real, sin embargo, hay algunas más que son exageraciones de ambos lados, como dijo una amiga una vez: “Tienes que recordar que estás defendiendo a tu sexo, no a esa mujer en particular a la que quisieras callar a trompadas”.
Miles de mujeres no creen en el feminismo. Unas porque están equivocadas sobre lo que es el movimiento en sí, otras porque piensan que realmente son ‘inferiormente distintas’, hasta la Biblia se los dice. Hay otros grupos, también, que comparan la igualdad de condición con igualdad de conductas. Yo no sé cómo calificar a estas chicas, no sé si eso es lo que quieren o si piensan que sólo actuando como el peor de los hombres conseguirán sus derechos. También están las mujeres que se sienten superiores y no van lejos para buscar evidencias que lo demuestren con sus interpretaciones particulares. Y es que, ¿no será justo?
Una vez estaba viendo a un comediante estadounidense negro que explicaba que esa cara que pusieron los blancos cuando escucharon que O.J. Simpson era inocente, es el mismo rostro que los negros han puesto durante décadas al ser encontrados culpables de crímenes que no cometieron, crímenes que estaban muy lejos de cometer. En inglés le llaman un “backlash”, una reacción violenta a mucho tiempo en represión, de repente, injusticias comienzan a ocurrir del otro lado, como si el tiempo quisiera reparar la balanza del pasado en el presente.
Últimamente, las noticias por el frente de los ‘nuevos ateos’ no son muy positivas, especialmente en cuanto a las mujeres se refiere. No podemos olvidar que los jinetes del nuevo ateísmo son todos hombres blancos, no sólo no hay mujeres sino que tampoco hay personas de otras ‘razas’. ¿Tienen ellos la culpa de eso? Por supuesto que no, estas cosas no se planean, pero una vez ocurren los involucrados tienen responsabilidades; así como un súper poder viene con una súper responsabilidad. Y no vamos a adentrarnos en el movimiento mismo, pues, ¿qué es el nuevo ateísmo? ¿Sólo caben allí nuevos militantes o los viejos ateos también podemos contarnos como nuevos? ¿Es Neil DeGrasse Tyson un nuevo ateo?… Tendré que escribir otro ensayo al respecto.
Al fallecido Christopher Hitchens le seguía una reputación tipo “Hemingway”, y lo del escritor estadounidense es curioso ya que algunos críticos y analistas de su trabajo lo califican entre “otro sexista de los tiempos a un naciente feminista”, y no se ponen de acuerdo todavía. Es que el tipo era bueno escribiendo. Profesoras feministas como Margaret D. Bauer, enseñan a Hemingway en sus cursos de literatura precisamente por eso, porque se puede extraer feminismo de sus lecturas aunque su vida personal no lleve al pie de la letra esos valores. Hitchens, por otro lado, no sólo ha sido atacado por lo que muchos han considerado sexista de su parte (a lo mejor lo fue en ocasiones, no tengo idea, aparentemente odiaba a Hillary Clinton) sino que también sus ideas políticas le ganaron muchos enemigos, aún entre los mismos ateos que admiraban otras de sus posturas. Entonces, ¿es posible dividir a una persona? ¿Puedes admirar algunas de sus ideas pero otras no? ¿Puedes leer a Freud y disfrutar de sus análisis sobre religiones y olvidar su mente machista respecto a aspectos psicológicos femeninos? y ¿no será eso, precisamente, lo que todos hacemos en nuestras vidas, un ‘tomaydeja’?
Richard Dawkins, Sam Harris y Michael Shermer también tienen acusaciones sexistas detrás. Dawkins ha estado lidiando con dos: en una es acusado de responder de forma equivocada a un post de la escéptica Rebecca Watson, del grupo SkepChicks, quien se quejaba de un individuo en Berlín que la invitó a tomar café en su cuarto mientras iban en el elevador del hotel. Watson se sintió mal al respecto, se sintió acosada. Dawkins respondió de forma sarcástica empequeñeciendo lo ocurrido al compararlo con los problemas con los que tienen que lidiar las mujeres en países del tercer mundo donde las ofensas son físicamente duras y presentes. En mi opinión, Dawkins no debió responder y no sé por qué lo hizo, yo me hubiera sentido igual de mal si me responde así; no importa si esté en lo correcto o no. Es cierto que hay peores problemas, pero eso tampoco resuelve el hecho de que existen otros también o el hecho de que ella se “sintiera” acosada aunque no hubiese existido problema mayor, cosas que ya son independientes de los primeros.
No conozco a Watson, ni tengo idea de sus intenciones o motivos, pero como mujer también me he sentido acosada por hombres que se sienten con derechos sobre ti, de hecho, hay algunos que se sienten con derecho a “echar piropos”, piensan que enamorarte, en distintos grados, te hará sentir bien. Igual, un debate como ese no tiene nunca un ganador ni un perdedor, simplemente nos indica que aún existen problemas en todos los terrenos y que muchos asuntos se derivan de lo personal, otros del uso de la lógica. Mira lo que ocurrió con el comentario de Dawkins sobre el aborto y el Síndrome de Down.
Dawkins también cometió una ‘más grave indiscreción’ (nunca mejor dicho) al decir que una violación durante una cita es un crimen menor a que una persona te viole en un callejón con un cuchillo en la mano y te golpee. Sin embargo, en sus ‘tuits’ escribía que en ningún momento apoyaba ninguno de los actos, sino que mostraba una forma de usar la lógica, de hecho, también dijo que algunos actos de pedofilia eran peores que otros. Muchas veces, la razón no es buena amiga para explicar todos los eventos; especialmente en Twitter. ¿Qué nos ha pasado? ¿Un brillante autor y científico intentando explicarse en 140 caracteres?
Shermer ha sido acusado de acosar sexualmente a mujeres en conferencias y otros lugares, Harris ha sido atacado por indicar que la agresión militante del Nuevo Ateísmo mantiene a las mujeres alejadas del movimiento. La verdad que nunca estuve de acuerdo con la posición de Bill Maher frente a las vacunas, aún así vi su película ‘Religulous’, la cual disfruté bastante.
Me considero feminista. Me doy cuenta de las distintas formas en que el sexo femenino sigue esclavizado hasta a su propia libertad, de cómo los medios, las industrias, las políticas, las culturas y sociedades, aún están estancadas en el remolino patriarcal y cómo la especie completa continúa asediada por pensamientos y emociones primitivos que muchas veces dejamos que se desarrollen para lo peor. De esta forma, podemos ver en el mundo libre cómo la vestimenta de una Kardashian y la cara de la actriz Zellweger se convierten en las noticias más compartidas y discutidas en redes occidentales. Aunque sea sólo por una semana. De hecho, las alegaciones de violaciones cometidas por Bill Cosby no parecen tan importantes; como espeluznantemente escribiera un periodista: “aparentemente, a nadie le importa lo que le ocurra a las jovencitas negras estadounidenses”. Todavía en incontables medios, Monica Lewinsky es la ‘puta del cigarro’ y Bill Clinton la carismática ‘víctima’.
El protagonismo de la apariencia
El racionalismo nos enseña que es buena idea controlar las emociones hasta que dispongamos de suficiente, relevante y objetiva información. Actuar sin pensar suele traer problemas, sin embargo, nos criamos en familias donde las emociones, muchas veces equivocadas y descontroladas, tienen el timón a su cuidado; donde pensar es equiparado a la cobardía: “hay que coger al toro por los granos y de forma inmediata”, eso dicen; y la testosterona es sinónimo de hombría y agresión. A lo mejor por eso feministas militantes son acusadas de carecer de lo que llaman “feminidad”, de tener bigotes y de ser feas, algunos hasta nos acusan de ser lesbianas, como si eso tuviera que ver. Como expresó una amiga en Facebook ante tal acusación: “hay hombres homosexuales que tienen más feminidad que yo, ¿eso me hace menos mujer?”; y yo agrego, ¿eso hace menos hombre a los que se consideran machotes? La obvia respuesta es, por supuesto que no.
Las acusaciones de este tipo son tantas que muchas mujeres se dan por aludidas e intentan proteger la menor sombra de mala reputación hacia sus apariencias. Recordemos que la apariencia es la santa protagonista en el altar moderno al mundo femenino. Estudios evolucionistas intentan explicar por qué para ella es la cara y el cuerpo y para él es el carro y el yate. No obstante, me pregunto: ¿qué tan lejos tenemos que ir para justificar nuestros comportamientos? Una cosa es conocer los orígenes, otra muy distinta es seguir comportándonos como hace cientos de miles de años atrás o en palabras más claras, como todo un gorila. Me parece que el objetivo del racionalismo es comprenderlo, asumirlo y, principalmente, aplicarlo.
Por eso me es tan difícil aceptar a un ateo machista. Para mí, el ateo es una persona que ha asumido lo racional, que conoce bien sobre las opresiones, el racismo, el peligroso nacionalismo, las minorías, que puede explicar cómo muchas veces seguimos comportamientos que no necesitamos simplemente porque nuestro cerebro está programado para ello. Tristemente, estoy equivocada, porque ateos somos muchos. El otro día, Shermer me explicaba su deseo de integrar minorías al mundo escéptico y ateo, de depositar el pensamiento crítico en los cerebros de todo el mundo, sus palabras sonaban sumamente racionales, difícil mezclarlas con esas acusaciones en su contra, no porque sea una figura pública atea sino porque sería conceder, nuevamente, que como él mismo explicaba, mucha gente inteligente no lo es en todo. De hecho, emocionalmente puede estar negativamente afectada.
Es eso lo que los ateos intentamos explicar respecto a los creyentes. Especialmente esas personas que se encuentran en la cima de la investigación científica, lidiando con genomas, cosmología moderna y evolución, haciendo que sea casi imposible enlazarlos con sus creencias en Jesús o algún otro profeta. Por eso se inventó la fe, ¿no?, una forma de preparar un camino paralelo que permita dar pasos tanto en la realidad objetiva para todos como en la percepción particular del individuo. Así se mueven muchos; más bien, así nos movemos todos.
Pero al final, el racional ateo, el objetivo científico, el divertido comediante, el astuto actor, el carismático presidente, el importante político, el devoto cura, incurren en errores, olvidan la teoría, se dejan llevar por el estereotipo enseñado, se cansan, se hartan, pierden el control. Es difícil leer las acusaciones en contra de personas altamente educadas que han tenido el privilegio de defender para el público y de forma magistral, lo mismo por lo que ahora se les acusa o peor. En el mundo moderno, el hombre blanco ha crecido con privilegios que muchas minorías desconocemos, en mi país, República Dominicana, por ejemplo, es así a pesar de que casi todos somos negros o descendemos de negros. Enfrentarnos con esos mismos hombres blancos que parecen luchar por las minorías porque también se consideran dentro de una, personas a los que aún admiras, a los que quieres excusar de alguna forma, es más que nada sobrecogedor.
Pero muchas veces nuestros egos nos mutilan. Cuando queremos pedir perdón o excusarnos, que es siempre la mejor forma de actuar cuando hemos cometido algún error, pues ya es muy tarde, ya hemos adoptado una posición y sometemos todos los procesos en nuestros cerebros a editar sus explicaciones, a corroborar nuestras afirmaciones como sea, aunque terminemos cayendo de plano y boca abajo sobre el duro suelo.
¿Decirle adiós a Woody Allen?
Me es difícil no volver a ver una película de Woody Allen debido a su alegado comportamiento sexual hacia una de sus hijas cuando era niña. Si es cierto de lo que se le acusa, es una conducta cruel y asquerosa difícil de borrar, casi imposible no recordarlo luego de leer alguna de sus cómicas citas. Acusaciones de sexismos y crímenes como la pedofilia continúan colgadas sobre muchos artistas famosos y hasta altos miembros de iglesias, pero qué puedes hacer cuando te enteras que Einstein era un mujeriego infiel y hasta mal padre han dicho, y a Hemingway le han montado un “culto a la masculinidad”, que muchos grandes pensadores tanto en el pasado como en el presente, fueron y han sido víctimas de sus culturas, no sólo considerando a las mujeres inferiores, algunos biológica otros culturalmente y negándoles derechos, sino que otros tenían esclavos. ¿Cómo separas estas irracionales conductas de sus ideas críticas y progresistas?
Las mujeres, los homosexuales, algunos extranjeros en otras tierras, los ateos y personas con diferentes colores de piel al blanco están sujetos a la negación de muchos de sus derechos, a ser considerados inferiores, incorrectos, mal educados, sin ningún tipo de moral, herejes y nocivos. Cuando estás luchando por tus derechos crees tener a los de tu grupo de tu lado, crees que puedes contar con ellos ciegamente, pero no siempre es así; y no sólo para las minorías. He visto grupos y asociaciones desaparecer debido a la influencia negativa de uno o dos de sus miembros, no siempre se puede ganar la lucha.
Entonces, qué hacer cuando te enteras que esas personas que dicen todas esas cosas maravillosas que tanto te gustan, han expresado emociones distintas a las ideas que deben caracterizarlos, que han dicho palabras en contra de tu sexo; los mismos racionales que han pensado ideas que has decidido seguir, transmitir, promocionar.
¿No has tenido que tomar esas decisiones en tu propia familia también? ¿Cuántas veces has discutido con algún primo, amigo o tío sobre los derechos de la mujer? ¿Cuántas veces no has tenido que defender a las mujeres de otras mujeres? ¿Cuántas veces has tenido que defenderte de feministas que piensan que no eres lo suficientemente extrema, lo suficientemente militante? ¿Cuántas veces has decidido dejar pasar comentarios sexistas de amigos y amigas porque sabes que no lo hacen con maldad?
Sin embargo, una vocecita te dice allá, dentro de tu cerebro, que deberías pelear, que está bien que te enojes por esas pequeñeces, que la lucha no está perdida si uno no se rinde, no sólo ante ‘detalles’ sino ante las amenazas de los que creen que eres una ‘tío Tom’ del feminismo si no protestas sobre el uso generalizado del masculino en el lenguaje o si mencionas a uno de los jinetes en tus ensayos. Es así, vienen nuevas ideas y sus seguidores deciden hacer con los promotores de las viejas lo mismo que dicen ellos hacen con las de ellos. Se marea uno con tanta pendejada pues, al final, todos somos distintos aún dentro de los mismos grupos.
No siempre estoy a favor de las mujeres. Es imposible estarlo porque no todas las mujeres son inocentes, no todas las mujeres están en lo correcto, no todas las mujeres luchan por las mujeres. Pienso que la única lucha que puede sobrevivir es la que se compromete, la que sabe pedir disculpas, la que sabe que es de humanos errar, la que aún puede trazar una línea ante lo inaceptable, la que decide boicotear a los que dañan y exigir disculpas de los que ofenden; también saber perdonar, porque egos inflados existen en todos lados. Mientras no podamos ponernos de acuerdo en ello, aún dentro del mismo grupo de pensadores, no podrá crecer y desarrollarse la idea por la que todos comenzamos a luchar.
La ciencia del doctor Dawkins evoluciona como toda la ciencia, es indispensable mantenernos alertas a los cambios y a las nuevas investigaciones y evidencias descubiertas, así se mueve la ciencia y es lo más natural. Pero su genio siempre quedará impreso en esos exquisitos libros que ha escrito, en las conferencias donde se aprecia tanto escucharlo decir lo que piensa y nunca estar tan de acuerdo con casi todos sus argumentos. Lo mismo me pasa con Harris, a pesar de no estar de acuerdo con su secuestro de la palabra ‘espiritualidad’ y su pequeño e intrigante discurso sobre la militancia atea; decir “no lo sé” es muchas veces mejor, especialmente con problemas donde otras variables contribuyen en la respuesta. Entre esas variables es imposible olvidar el pasado femenino, no el biológico sino el cultural, tampoco podemos erradicar su presente, porque en muchos grados, las mujeres continuamos siendo esclavas del primitivismo de la especie, más aún, conocer es aprender para poder cambiar y crecer.
Pero ¿cuándo son esas quejas exageradas?, ¿cuándo es posible perdonar un desliz?
Se hace difícil trazar el camino cuando hasta el arte es limitado por las conductas, muchas veces criminales, de sus productores. ¿Dónde trazar la línea que las delimita? ¿Cuándo comprometernos?, ¿cuándo disfrutar a pesar del crimen? Es algo que hemos hecho muchas veces. Comprometernos, perdonar, dejar pasar, omitir, callar… a veces es válido, a veces es la mejor salida para así entrar por otra puerta.
Ahora bien, que los demás lo hayan hecho no lo excusa, que no sean problemas tan graves no lo hace insignificante, que nos hayamos comprometido antes no significa que tengamos que seguir haciéndolo. No obstante, podemos elegir una buena estrategia donde más que comprometernos, perdonar o exigir disculpas, se pueda sacar ventaja del asunto y así ganar todos al respecto.
El hecho de que algunos de los ateos más prominentes del planeta sean acusados de ser sexistas es problemático. Sin embargo, me parece que todo el asunto ha sido exagerado. Leo los pasajes desde donde surgieron las acusaciones (excepto lo de Shermer, no sé si será verdad, ni tengo evidencias al respecto) y no veo machismo, observo errores de ambos lados y las ideas que se tergiversan una vez son del dominio público, hoy llevado a cabo, primordialmente, en las redes sociales. Estas cosas muchas veces me huelen a envidia, egotismo, celos, desencanto, deseos de atención, esa equivocada reputación que tenemos los ateos y las interpretaciones sobre el correcto uso de la lógica. También veo desmesura.
Todavía estamos aprendiendo a que no somos el ‘sexo débil’, que no somos nuestros cuerpos, que nuestro objetivo ya no es la reproducción, que nuestras metas no deben estar limitadas ni debemos perder el control de nuestros derechos, que estamos creciendo y la mujeres, como las demás minorías, no queremos perder ni un sólo derecho ya ganado. Sin embargo, caemos en eso de todavía pensar que es posible responder a las dificultades femeninas, grandes o pequeñas, con las mismas condescendientes respuestas de siempre. Por eso es obligatorio seguir pensando y descubrir nuevas respuestas.
El público abraza y rechaza. Mientras más famoso eres, más enemigos tienes. Más amigos también. Nuevos líderes y nuevas ideas son siempre requeridos y necesarios; pero los líderes no son dioses para adorar, son humanos que no deben ponerse en altares pues te van a fallar. Y ellos, diferente a los dioses, sí existen… Contraproducentemente, su existencia hace que sea casi imposible perdonar y justificar sus errores, a pesar de que ese genio que una vez nos enamoró, todavía existe en la persona.
Por eso, el único tipo de ‘adoración’ que disfruto es la que lleva al buen sexo.
© 2008-2024 Glenys Álvarez y Sin Dioses.
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