Inferencias de diseño inteligente en los niños

Estudios recientes han llevado a la teoría de la Teleología Promiscua [1], la cual propone que los niños tienden a dar explicaciones teleológicas para una gama más amplia de objetos que los adultos, desde artefactos, hasta entidades biológicas y entidades naturales no-biológicas tales como formaciones rocosas y fenómenos climáticos. Esta tendencia proviene de una mayor inclinación a dar explicaciones propositales cuando otros tipos de explicaciones causales no son obvias, así como un inminente mecanismo de razonamiento intencional. Investigadores han mostrado que hasta cerca de los diez años, una edad a la cual la mayoría de los niños de los EUA habrán recibido una cantidad suficiente de educación científica para proveer explicaciones no-teleológicas para fenómenos no-biológicos, los niños dan explicaciones teleológicas para ese tipo de fenómenos [2]. Cuando se les pregunta por la “función”, si la hay, de varias propiedades de artefactos, entidades biológicas y no-biológicas, los niños estadounidenses menores de diez fácilmente proveen una explicación funcional, y prefieren las explicaciones funcionales a las físicas cuando se les da la opción [3]. Los niños a los cuales les han contado historias sobre los orígenes de entidades naturales (biológicas y no-biológicas), al pedírseles más tarde que las recuerden, frecuentemente las “reconstruyen” de manera que puedan albergar más explicaciones teleológicas (ver aqui; en inglés). Los niños británicos también han mostrado esta tendencia, aunque no es tan fuerte en ellos como lo es en los estadounidenses, un hecho seguramente debido a las diferencias de religiosidad entre EUA y el Reino Unido. Los niños en los EUA están seguramente más expuestos a explicaciones de diseño para fenómenos naturales a una edad temprana que los niños del Reino Unido.

Si los niños poseen una tendencia natural a dar explicaciones teleológicas para fenómenos naturales, tambien deben creer que esos fenómenos fueron creados intencionalmente por un diseñador inteligente. Y, de hecho, niños estadounidenses entre los cinco y once años, ambos de familias religiosas y arreligiosas, responderán, si se les da la opción, que entidades biológicas fueron creadas por Dios. Sólo después de los once años la tendencias a creer que Dios creó a los animales comienzan a diverger en esos dos grupos[4].

En un estudio [5], a niños británicos de edades entre cinco y diez se les mostraron fotos de ítemes de diferentes clases [6], y se les hizo una serie de preguntas sobre sus orígenes. La primera pregunta era de fin abierto (“¿Por qué existió el primer X?”). Después que esta pregunta había sido hecha para cada ítem, a los niños se les hizo una segunda pregunta sobre cada uno. Por último, a los niños se les hizo una pregunta de diseño sobre cada ítem (por ejem. “¿Alguien o algo hizo que la primera montaña existiera o simplemente pasó?”).

En respuesta a la primera pregunta, los niños de todo el grupo etario tendieron a dar un propósito como la explicación para los orígenes de cada tipo de objetos, fueran estos artefactos, entidades biológicas o entidades naturales no-biológicas. Cuando atribuyeron los orígenes de un ítem a un agente causal, tendían a atribuírlo más a un humano que a un agente sobrenatural, para todos los tipos de ítemes. Al responder la segunda pregunta los niños tendieron a dar explicaciones funcionales para cada tipo de ítem, aunque para objetos sobre los cuales podrían haber sabido las causas físicas (por ejem. montañas), tendían a no hacerlo. Los niños mayores también tendían menos a dar explicaciones funcionales que los menores. Por último, para la tercera pregunta, sobre diseño inteligente, los niños tendían a atribuir los orígenes de cada tipo de ítem a un diseñador inteligente, aunque esta tendencia fue más fuerte para artefactos que para entidades biológicas, y entidades biológicas para entidades naturales no-biológicas. Los niños menores también tendían más a atribuir diseño que los mayores, y estos niños británicos tendían menos a atribuir diseño a entidades naturales (biológicas y no-biológicas) que los estadounidenses.

De esta manera, este estudio muestra de nuevo la tendencia a producir explicaciones teleológicas para artefactos e entidades naturales, aunque esta tendencia puede ser mitigada por el conocimiento de orígenes físicos, como lo indica su disminución en niños mayores, particularmente para objetos sobre los cuales tienen conocimiento sobre sus orígenes físicos. También indica que los niños tienden a creer que tanto los artefactos como las entidades naturales fueron diseñados por agentes inteligentes. Esta tendencia fue más fuerte cuando los niños espontáneamente dieron respuestas teleológicas a la primera pregunta de fin abierto (correlaciones cerca de 0.8), indicando que cuando los niños le asignan un propósito a algo, tienden también a creer que el propósito fue el resultado de una intención. Al igual que en estudios previos de explicaciones teleológicas, los niños británicos (quienes eran de varios grupos religiosos, incluyendo cristiano, musulmano, hindú y arreligioso) observavan el diseño con un poco menos de frecuencia que los estadounidenses, un hecho sin duda debido al más alto grado de religiosidad en EUA.

Estos estudios pueden proveer una luz sobre las recientes encuestas mostrando que cerca de 50% de los adultos estadounidenses creen en alguna forma de creacionismo, y otro 20-25% se inclinan en ese sentido. Hay varios factores que intervienen entre la infancia y la edad adulta que pueden influenciar esas creencias, tales como niveles más altos de educación religiosa y adoctrinación, y el alto nivel de religiosidad en EUA es seguramente un factor. Sin embargo, los estudios que demuestran que los niños atribuyen explicaciones teleológicas tanto a artefactos como a entidades naturales también muestran que esas explicaciones disminuyen cuando los niños crecen y obtienen más conocimiento científico. Por ejemplo, en el estudio sobre creencias en diseño inteligente, los niños tendieron mucho más a dar explicaciones funcionales para el origen de los ríos que de las montañas, cuando se les dio la opción entre una explicación funcional y una física. Los autores atribuyeron esto al conocimiento de los niños sobre volcanes, y a la relación entre volcanes y montañas. Los niños no poseían un conocimiento similar sobre el origen de los ríos, y entonces, bajo incertidumbre, tendían a hacer inferencias teleológicas. Ya que en los niños las inferencias de diseño parecen estar cercanamente relacionadas a las teleológicas, y las teleológicas son afectadas por la educación científica, una explicación para la alta incidencia de inferencias de diseño en adultos estadounidenses puede ser la falta de educación científica de calidad. Puede ser que en la edad adulta, el conocimiento científico adicional ya no afecta las creencias de diseño firmemente enraizadas, como lo habría hecho durante la niñez.

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