¿Por qué éramos creyentes?

Desde que decidí darle a conocer mi ateísmo a mis padres, han surgido muchos conflictos, la gran mayoría tienen que ver con la tradición católica. Pues para los católicos es más importante que sus hijos sean católicos y no les interesa si tienen problemas, si van mal en la escuela o si tienen algún tipo de enfermedad; todo se lo dejan a su Dios.

Cuando era niño mis padres me llevaban a la iglesia, no les importaba ¡si quería ir o no! pareciera que mi opinión no valía nada en ese entonces, tal vez porque era niño. Todo esto me parecía normal hasta cuando cumplí quince años, durante mi adolescencia pude ser testigo del gran poder manipulador de la religión, una monja de nuestro colegio -católico, como casi todos los colegios públicos de mi país…- tal vez, preocupada por nuestra curiosidad característica de la adolescencia, nos hablaba de las maravillas de la Biblia y de terribles consecuencias si llegábamos a cuestionar la veracidad de aquel libro, al que ella llamaba sagrado.

Ahora que soy adulto, puedo ver que la manipulación continúa y todo porque la Iglesia ha programado a los creyentes desde que son unos niños, y es por eso que muchos de ellos sienten miedo de descubrir la verdad por sus propios medios y cuando llegan a la edad adulta sienten la necesidad de transmitir esa creencia a sus descendientes, eso se puede definir como un “la misión del Idiota útil” sin ánimo de faltarle al respeto a los creyentes, en especial mis padres. Pero no podemos negar el gran daño que la religión le hace a la sociedad, utilizando los valores familiares y mezclando los deberes religiosos con los deberes sociales.

Sólo es cuestión de tiempo, para que muchos creyentes descubran por sí mismos el engaño al que han sido sometidos desde niños, pero para que eso sea posible tendremos que esperar a que un milagro suceda… aunque, ¡pensándolo bien! en el mundo real, los milagros sólo pertenecen a los creyentes e ingenuos.

¿Por qué éramos creyentes? La respuesta está en una simple palabra: programación. Si deseas desprogramarte sólo debes permitir que la curiosidad y la razón fluyan en tu cerebro y no debes sentir miedo a aceptar la realidad. Recuerda: “la realidad es muy dura, pero es mucho mejor que la mentira”


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