¿Por qué un ateo habla de Dios y las religiones?

Muchas veces me preguntan la razón por la cual un ateo dedica tanto tiempo a hablar de las religiones y sobre todo de Dios. Incluso veo esta inquietud en diversos foros de opinión, artículos de personas religiosas y comentarios de blogs. La gente entiende que un ateo critique a las religiones institucionalizadas, porque incluso los mismos creyentes lo hacen, pero muchos se preguntan lo siguiente: ¿y por qué critican con tanto fervor la idea de la existencia de Dios?

Bien, primero debo aclarar que toda la suciedad y malos manejos que existen bajo las instituciones religiosas, no constituyen en lo absoluto argumentos en contra de la existencia de Dios. Los argumentos de la existencia de Dios tienen que ver más con la contrastación de los fenómenos naturales y las creencias religiosas (entre las que se encuentra el concepto de Dios como abanderado).

La biología, la filosofía, la astronomía y muchas otras áreas del conocimiento aportan significativamente al entendimiento del Universo y de la naturaleza humana. Dicho conocimiento, cada vez se aleja más de conceptos arcaicos sobrenaturales. Lo sobrenatural alguna vez sirvió como explicación a los diferentes fenómenos, desconocidos hasta algún momento de la historia humana. Sin embargo, el mayor entendimiento de la naturaleza por medio de métodos científicos, ha hecho retroceder significativamente a los conceptos sobrenaturales, dejándolos ya prácticamente obsoletos.

Después de aclarar lo anterior, pasaré a argumentar la razón por la cual un ateo habla tanto de las religiones y de Dios.

Religiones

Empezando por la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR), las instituciones religiosas cristianas (por hablar sólo de las religiones y sectas mayoritarias en Occidente), tienen una historia nefasta y siempre ligada a las instituciones políticas y a la obtención y mantenimiento del poder en las monarquías y estados. Es obvio que muchas de sus actividades, las cuales son muy conocidas por la mayoría de personas, tienen un trasfondo movido por intereses económicos y políticos. Ser parte del alto mando de la Iglesia Católica es un símbolo de estatus, además de tener la posibilidad de manejar y controlar masas grandes de gente. Las ideas religiosas originales, surgidas hace varios miles de años, nacieron como respuesta a la maravilla y contemplación de la naturaleza, promoviendo la creación de dioses como el Sol, la Luna, las estrellas, el trueno, el fuego, entre otros muchos; en una segunda fase, a esta primera característica se le añadió la antropomorfización de dichos dioses, para hacerlos, de este modo, más parecidos a los seres humanos, permitiendo una mayor identificación con ellos. Y la tercera etapa, que marcó la consolidación de las etapas oscuras y nefastas que todos conocemos, fue la etapa de politización de dichos dioses y creencias. Entonces, tenemos que los dioses nacieron en respuesta al temor y reverencia, para luego pasar a parecerse a nosotros los humanos, y luego servir como herramientas de manejo de masas. Hoy en día, todo esto convive junto y mezclado en las diversas ideas y creencias sincréticas.

La religión católica ha generado “guerras santas”, inquisiciones, oscurantismo intelectual, y un pobre entendimiento de la naturaleza, situaciones estas que son altamente perjudiciales para cualquier sociedad existente en la historia humana. Y de esta religión católica, surgieron luego grupos disidentes, formando en el transcurso de los últimos siglos, sectas menores, como los adventistas, mormones, evangélicos, bautistas, testigos de Jehová, etc.

La Biblia, también ha sido manipulada varias veces con fines políticos y de manipulación de masas. Es por ello que en dicho libro podemos encontrar bastantes actitudes segregadoras, intolerantes con otras creencias y culturas, y una exhortación al obedecimiento ciego a la autoridad, lo cual suprime automáticamente la curiosidad y el pensamiento crítico. Esta misma Biblia es la que utilizan todos los grupos y denominaciones cristianas.

Por ello, los ateos, sabiendo todo esto, criticamos a las religiones y sus oscuros objetivos, los cuales son muy evidentes pero que muchas personas simplemente obvian consciente o inconscientemente. Quizás para un individuo, las ideas que proporcionan las religiones sean beneficiosas en cierto modo, pero a nivel de sociedades la cuestión se vuelve notoriamente perjudicial.

Dios

La gente imagina un Dios personal todopoderoso, omnisciente y absolutamente bondadoso, que responde plegarias y hace todo para que sus hijos, los seres humanos, tengan vidas buenas y logren la salvación.

No quiero extenderme mucho en la argumentación de la imposibilidad de esta idea, y las profundas contradicciones lógicas que ella carga, porque muchos otros artículos propios tratan sobre ello. Lo que quiero aclarar es por qué un ateo dedica tiempo a criticar la idea de la existencia de Dios.

Primeramente, un ateo no cree en la existencia de divinidad alguna, simplemente porque no hay evidencia alguna y porque cualquier concepción de esta idea resulta absurda y llena de contradicciones y vacíos. Sin embargo, es Dios el concepto fundamental de cualquier religión occidental. En el concepto de Dios se basan todas las creencias religiosas y gracias a él se validan cosas como las que aparecen en la Biblia y otros libros sagrados. En estos textos se encuentra la supuesta palabra de Dios dirigida a los seres humanos. Esto no sería nada malo si en dichas escrituras no hubiera toda la serie de actos y comportamientos inmorales y brutales exhibidos por el personaje llamado Dios. Lo curioso es que luego el mismo personaje se contradice y se arrepiente de lo que ha dicho o ha hecho. Esto denota una carencia total de sabiduría absoluta y de poder absoluto, ya que significa que no sabe el futuro y que no prevé las consecuencias de lo que hace o dice.

Mucha gente dice no creer en el Dios que presenta la Biblia, sino en uno con atributos totalmente positivos. El problema es que no hay fuentes que mencionen un ser así, y por supuesto con mayor razón se adolece de evidencias empíricas de ello.

La aceptación general de este Dios y de los dogmas presentes en la Biblia, sumado al hecho de que los creyentes en general consideran a la Biblia como un libro que contiene la base de la moralidad humana y muchas enseñanzas ejemplares (sin ser verdad), es el motivo por el cual los creyentes moderados proporcionan, sin querer, la base y el apoyo inconsciente a los grupos de fanáticos religiosos. La distinción entre ambos es a veces difícil de ver a simple vista. Los límites entre creencia moderada y fundamentalismo religioso, a veces son muy difusos y constituyen una cuesta resbaladiza.

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Conclusión

La crítica a las religiones se basa en el perjuicio a la sociedad que ellas causan en materias diversas. Sus enseñanzas contribuyen a la ignorancia desde el momento que dichos dogmas rechazan la ciencia y la obtención de conocimiento por los seres humanos, catalogándola como algo imperfecto y que conduce a un camino erróneo. Para ellos, la Biblia es la única fuente de verdades absolutas e inmutables.

Por su parte, la crítica a la idea de la existencia de Dios, se basa en el hecho de que es la semilla de todo fundamentalismo y de toda posible malinterpretación de los fenómenos naturales, que van desde el mal entendimiento de la psique humana, hasta los orígenes de los seres vivos y del Universo.

La ciencia es una tarea que contribuye a aumentar el conocimiento humano del Universo, pero que se ve obstaculizada en cierta medida por dogmas retrógrados y obsoletos. Cuando la ciencia toca temas médicos o de índole meramente práctico, las religiones y los religiosos aceptan dicho conocimiento. Sin embargo, cuando la misma ciencia, con los mismos conocimientos integrados, toca temas más cercanos a nuestros orígenes y a la naturaleza de nuestro modo de pensar y nuestra posición en el Universo, esos mismos religiosos y esas mismas instituciones ponen el grito en el cielo. Lo que muchos no saben es que todos los conocimientos de la medicina clásica encajan perfectamente con el proceso evolutivo y son explicados perfectamente por el mismo proceso.

Esa actitud intolerante y contradictoria es la que impide el desarrollo del ser humano como individuo y el desarrollo y la evolución de nuestras sociedades.


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