Cuentos breves

Merecido

Los ateos se llevan una sorpresa al morir. Porque existen el infierno, el purgatorio y el paraíso: son las plantas de procesamiento, depósitos y oficinas de unos seres originarios de Tau Ceti. Desde que los seres humanos habitan el mundo, los cetianos se dedican al reciclado de muertos, aprovechando las partes “espirituales”. Fueron ellos quienes sembraron la Tierra de religiones, contradictorias entre sí, pero todas funcionales a sus intereses. Los cetianos graban los recuerdos de los ateos y con esa energía impulsan sus naves interestelares. Pero los creyentes también son aprovechados. Los cetianos, que poseen un humor refinado y cruel, envasan en cápsulas los sentimientos religiosos y luego los proyectan en sus pantallas de tridi para solaz de los espectadores de su mundo. El programa se llama Pío.pío y es conducido por el famoso Titau Cetinelli, a veces también llamado la Rata Cantora.

Apócrifos

Esdras bebió un largo trago y dejó el copón sobre la mesa.

—No me digas que el cuento del Diluvio no es una belleza.

Saulo entrecerró los ojos y midió al judío. Demoró bastante en hablar, pero cuando lo hizo, sus palabras tuvieron el filo de una sica. —La historia que estoy escribiendo es mucho más que bella, es sublime. Será recordada eternamente.

Esdra silbó por lo bajo, burlón. —¿Me dirás el secreto?

—El secreto es el personaje, Esdras; hay que saber construir el personaje.

Predicador

El hombre buscó restos de comida estropeada, se revolcó en la ropa sucia, olió la basura, los desperdicios… Apático, miró sus manos ensangrentadas, preguntándose si no había llegado la hora. Mientras tanto, la mujer, del otro lado de la puerta, se quitó el vestido, lo dejó en el suelo, y luego, con la mayor parsimonia, se paseó desnuda por la habitación, incitándolo, mientras una nube de oraciones que salía de los altoparlantes la cubría por completo, como si fuera una recién nacida a la vida y el sexo. Sólo cuando terminó la ceremonia, lo maldijo e insultó durante dos horas completas, y una vez que estuvo segura de que la supervivencia no era posible, abrió la esclusa y salió al inhóspito exterior. Entonces él pudo poner las manos bajo la canilla de agua bendita, recibió el chorro de redención y pudo empezar su prédica.

Los desalmados

—Se terminaron.

—¿Cómo?

—¿Es sordo? Se terminaron, no hay más almas. Los que nacen son más que los que se van muriendo y en el depósito no queda un alma.

—¡Es inaudito! La primera vez que pasa algo así.

—¡Por favor! Pasa todo el tiempo, en este ciclo, en los anteriores. ¡Cómo se nota que usted es nuevo aquí!

—La ineficiencia debería ser castigada, ¿no le parece?

—Cháchara. ¿No se le ocurrió pensar que el jefe hace eso a propósito, que obedece a un plan cuidadosamente diseñado?


Sergio Gaut vel Hartman

Sergio Gaut vel Hartman (1947) es un escritor y editor argentino de ciencia ficción. A inicios de la década de 1970 escribió media docena de relatos para la revista española Nueva Dimensión. Entre esa década y la siguiente, publicó un libro de cuentos, Cuerpos descartables, y un cierto número de relatos en revistas y antologías; uno de los más conocidos, “Náufrago de sí mismo” apareció en la antología El cuento argentino de ciencia ficción que compiló Pablo Capanna para Editorial Nuevo Siglo. Su novela El juego del tiempo quedó finalista del Premio Minotauro 2005.

Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés, italiano y árabe. Tiene muchos textos publicados en revistas internacionales del género.


Comentarios

Comments powered by Disqus