El papel de la serotonina en el autismo

Neurología. Investigadores de la Universidad de Texas consiguieron modificar la conducta social de modelos de roedores “autistas” al aumentar sus niveles del neurotransmisor.

Hemos aprendido que el autismo aparece en grados, por eso lo llamamos trastorno del espectro autista, pues unos cerebros son más afectados que otros. También sabemos que afecta más a los varones, un 70%, que a las hembras; un aspecto que muchos han vinculado al papel de las emociones y las hormonas en cada género. Además, se ha reconocido al síndrome de Asperger como una versión mucho más manejable del autismo y se conoce lo suficiente sobre las características de estas condiciones como para conformarlas en un diagnóstico.

Sin embargo, y a pesar de que hay un sinnúmero de terapias para el trastorno, no existe aún una cura y los investigadores tampoco conocen las causas con precisión. Lo que sí se ha demostrado es que no existe vínculo alguno del autismo con las vacunas y que los niños con autismo continúan siendo autistas toda su vida. No obstante, como se trata de una enfermedad gradual, algunas personas con versiones más manejables de la condición aprenden a vivir de forma independiente con ella.

Otros no corren la misma suerte. Las formas más intensas del trastorno hacen casi imposible la interacción de la persona con los demás. Estos niños no desean interactuar con los demás, se comportan como si no escucharan y sus rostros no expresan ningún tipo de emoción. Sin embargo, pueden iniciar una rabieta por razones no aparentes y se aferran obsesivamente a objetos. Los estudios acerca del autismo continúan aportando conocimiento sobre lo que ocurre en el cerebro de estas personas y la ciencia se acerca cada vez más a explicar los fallos, tanto a nivel genético como neuronal, que caracterizan la enfermedad. En esta ocasión, por ejemplo, han descubierto que la serotonina juega un papel importante en muchos casos de autismo.

Efectivamente, los ratoncitos con altos niveles en el cerebro de este neurotransmisor, mejoraron notablemente su comportamiento social, permitiendo que los investigadores se adentren un poco más en los recovecos de este trastorno. Los experimentos se llevaron a cabo en los laboratorios de la Universidad de Texas, con unos modelos de ratones modificados genéticamente y que presentan los síntomas característicos del autista profundo como son la conducta repetitiva y el comportamiento antisocial.

“La serotonina es conocida porque nos suministra un sentimiento de felicidad y de bienestar. Es un neurotransmisor, es decir, un químico que actúa como una torre radial en el cerebro, transmitiendo señales entre las neuronas. El 30% de los casos de autismo puede que tenga un componente de serotonina”, expresó Georgianna Gould, profesora de fisiología en la Escuela de Ciencias Biomédicas en dicha universidad y quien ha estado observando a este químico de cerca y evaluando su relación con estos casos de autistas.

Pues bien, el equipo bajo la dirección de Gould comenzó a medicar a estos ratoncitos con una medicina llamada Buspirone, aprobada en Estados Unidos y que ya se comercializa como ansiolítico y antidepresivo. Este medicamento, en los laboratorios de Gould, mejoró notablemente el comportamiento social en los ratones.

“Algunas variantes genéticas resultan en una transmisión disminuida de la serotonina entre las neuronas. Buspirone aumentó parcialmente la transmisión, imitando así los efectos de la serotonina en los receptores celulares”, añadió la investigadora.

Un poco de serotonina en su pavo

Pero puede que existan otras maneras de incrementar la serotonina en su cerebro. Digamos que una segunda avenida, como plantean los investigadores. De hecho, es el próximo objetivo en la investigación de la doctora Gould, estudiar el impacto de una dieta rica en el aminoácido conocido como triptófano, uno de los 20 incluidos en el código genético y que promueve la liberación de la serotonina durante el proceso metabólico. El pavo, por ejemplo, es rico en triptófano.

“Vamos a suplementar con triptófano la dieta de los ratones a ver si el comportamiento mejora como lo hizo con el medicamento; también lo vamos a reducir para ver si la conducta antisocial empeora”, explica la doctora.

Un extraño en nuestra jaula

Para probar la interacción social de los ratoncitos, los investigadores los colocaron en unas jaulas especiales que tienen para estos estudios. Se trata de un espacio con tres cámaras donde un ratón desconocido para los demás es ubicado en una de estas tres cámaras. Los investigadores observaron que los ratoncitos dosificados con Buspirone permanecieron más tiempo interactuando con el ratón desconocido, más que nada oliéndolo, como suelen hacer entre ellos.

“No hay un modelo animal completamente característico o igual al ser humano, estamos muy lejos de ofrecer esta medicina como tratamiento para modificar la conducta autista, pero los resultados sí nos ofrecen más evidencias de que la serotonina está involucrada en una proporción significativo de los casos de autismo”, concluyó Gould.


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