Creo que es la decisión correcta

Neurología. Un equipo de científicos en Washington, que estudiaba el mecanismo que rige la toma de decisiones en el cerebro, ha descubierto otro proceso importante detrás de cada medida que tomamos: cierto grado de certeza.

Los resultados del diario vivir dependen directamente de las decisiones que tomemos. Si agarrar el atajo hacia la casa de la amiga, si tomarse o no esa tercera cerveza o firmar el cheque aún no tenga fondos. Cientos de medidas, fallos y decretos pueblan nuestros días y nuestro cerebro se encarga de guiarnos por el complejo proceso con, muchas veces, una seguridad formidable.

Pues bien, como siempre existe un neurólogo investigando los mecanismos más recónditos de nuestras neuronas, en esta ocasión un equipo de expertos cerebrales se ha dedicado a estudiar esos mecanismos detrás de nuestras decisiones, esas neuronas que no sólo nos permiten tomar la opción deseada sino que nos hacen sentir como si fuese, decididamente, la decisión correcta a tomar.

“Tenemos mucho tiempo estudiando cómo el cerebro toma decisiones, pero dentro de nuestro diario decidir, hay opciones que nos hacen sentir confidentes, con la seguridad de que hemos tomado la decisión correcta. Entonces quisimos descubrir cuáles procesos se encargan de ofrecernos esta ambigua seguridad”, explicó el doctor Roozbeh Kiani, de la Universidad de Washington, cuyo equipo publicará los resultados de sus experimentos en la edición de este mes del diario Science. “Este certeza de nuestra opción nos permite convertir nuestras convicciones en acciones apropiadas. De hecho, otros estudios han confirmado que esta certeza está también vinculada con el tiempo de reacción del individuo y la precisión en la decisión tomada”.

Evidentemente, cuando tomamos un camino y no otro, existe un juicio detrás. Nuestro cerebro sopesa cuál es la opción que nos proveerá con los resultados óptimos. Los investigadores imaginaban que los mismos mecanismos que nos permiten decidir también se encargan de proveernos con el sentimiento de que hemos tomado la decisión correcta.

“Los análisis detallados que elaboramos de todos los datos recogidos de los experimentos con los primates, nos dicen que los mismos mecanismos que nos regalan la certeza detrás de la decisión, también nos ayudan a tomar esa decisión y regulan nuestro tiempo de reacción, es decir, el momento que nos tomamos para pensar una cosa y ponerla en práctica o reaccionar a un estímulo externo”, explicó el biofísico Michael N. Salden, coautor del experimento.

Los investigadores sugieren que el cerebro utiliza un sistema gradual en la toma de decisiones y en la forma en que otorga certeza a cada decisión. “Cuando el cerebro abraza la verdad lo hace en gradaciones, tanto así que hasta opciones binarias, como izquierda-derecha, sí-no, deja en su camino una cantidad que representa cierto grado de creencia. El mecanismo neuronal no está fijo sino que funciona en una distribución de probabilidades de aproximados”, explicó Kiani.

Monos rhesus en laboratorio

Los macacos (o monos rhesus) utilizados para elaborar estos experimentos debían monitorear un punto dinámico en la computadora que tomaba una dirección al azar, los animalitos debían decidir en qué dirección se movería el puntito en la pantalla. Por supuesto, por una respuesta correcta, los primates recibían una recompensa. No obstante, otro pequeño truco entraba en el juego, una tercera opción que, cada vez que se elegía, pagaba con una recompensa, más pequeña, pero igual era constante si esta opción se elegía. Pero los investigadores se lo pusieron todavía más complicado. La elección segura no era ofrecida hasta después de que el monito ya pensaba por dónde se movería el punto. Justo cuando se le daba un momento para pensar hacia cuál dirección mover el cursor. Justo en ese momento, los científicos le ofrecían la opción de recompensa segura.

No siempre lo seguro es lo mejor

Pero los monos no siempre optaron por la opción que ofrecía la pequeña recompensa. De hecho, sólo lo hacían cuando no estaban muy seguros de saber hacia dónde se movería el punto en la pantalla. La poca certeza de su decisión lo llevaba a optar por la recompensa pequeña pero segura. “Cada vez que el mono descartaba la opción de recompensa segura, las probabilidades de que tomara el camino correcto y se ganara la recompensa mayor aumentaba significativamente”, escribieron. En otras palabras, cuando el mono no tomaba lo seguro, era porque tenían una gran certeza de que sus movimientos eran los correctos y ganaría mucho más. Los investigadores grabaron a setenta neuronas que se disparaban cuando el mono tomaba su decisión, los patrones de la actividad le decían a los científicos si el mono se decidiría por la decisión correcta o tomaría el camino de recompensa segura aunque pequeña.


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