Experimentación. Investigadores han conseguido manipular ciertas hormonas en un tipo especial de hormigas invasoras que pueden convertirlas en insectos agresivos y violentos
En las últimas semanas, la manipulación de cerebros animales ha acaparado ciertas noticias científicas. Investigadores han conseguido, en distintos grados, manipular los cerebros de moscas y ratas para hacerlas actuar de acuerdo al uso que les den a diversos químicos neuronales, entre ellos hormonas y neurotransmisores. Ahora es el turno de las hormigas.
Estos insectos utilizan distintos químicos para reconocerse entre ellas, identificar a los enemigos y otras formas de comunicación; ahora, investigadores de la Universidad de Berkeley en California han conseguido cambiar sus conductas con la manipulación de estos ingredientes. El uso de los químicos convirtió a hormigas amigables en insectos agresivos.
Los científicos utilizaron la hormiga argentina Linepithema humile, un animal altamente invasor que puede proporcionar pistas sobre cómo controlar plagas.
“Casi todos los organismos vivientes utilizan señalamientos químicos en distintos grados pero es una conducta particularmente común entre hormigas y otros insectos. El hecho de que hayamos utilizado este tipo de hormiga y no otro no nos limita ya que es posible que estos resultados funcionen en cualquier tipo”, explicó el biólogo evolutivo Neil Tsutsui, investigador principal del experimento que será publicado mañana miércoles 28 de octubre en el diario científico BMC Biology. “Sorprendentemente, sólo ahora con este trabajo es que aislamos y probamos por fin los químicos específicos que usa la hormiga argentina para reconocerse entre ellas”.
Los investigadores de Berkeley trabajaron junto a Kenneth Shea y Robert Sulc para sintetizar siete moléculas químicas que se encargan de impulsar el comportamiento agresivo en estas hormigas, también sintetizaron otros dos químicos que no tienen que ver con la agresión para utilizarlos como substancias de control. Los científicos procedieron entonces a untar a ciertos individuos trabajadores en la colonia con la mezcla que promueve la agresividad, a cada uno de estos individuos se les depositaba en un disco petri con otros diez miembros de la colonia sin la sustancia. Los investigadores los dejaban en el mismo lugar por cinco minutos. Esta sustancia, inevitablemente, producían distintos tipos de agresión entre las hormigas, desde mordidas hasta otros ataques.
“También vimos más agresividad si aumentábamos la cantidad de la sustancia que untábamos en el animal o si combinábamos la sustancia con otros químicos. Pero debemos tener cautela, no estamos aún en la fase donde podemos hablar de producir un insecticida de los resultados del trabajo porque no entendemos a cabalidad las distintas formas en que estos químicos afectan la vida social de estas hormigas. Además, son substancias costosas y difíciles de sintetizar, es decir, que sólo damos los primeros pasos hacia una solución del problema de la hormiga invasora.
Insectos perseverantes y guerreros
Las hormigas argentinas estudiadas no son poca cosa. Estas nativas de Sudamérica han conseguido salir del continente para instalarse en numerosos países por todo el mundo, han llegado a Japón, Australia y Estados Unidos donde han actuado tan agresivamente que han desplazado a colonias de hormigas nativas en California, creando un caos ecológico por donde quiera que se instalan. De hecho, su reputación las sigue donde vayan ya que han sido acusadas de destruir cultivos y de causar la casi extinción de las iguanas costeras del occidente estadounidense las que se alimentaban exclusivamente de las hormigas nativas que las invasoras erradicaron. Más aún, estos insectos en su hábitat natal, utilizan su agresividad para librar guerras con otras hormigas con las que compiten por recursos y también como una forma de mantener equilibrio en el número de la población. “Las colonias de estas hormigas, curiosamente, suelen ser bien pequeñas, miden en diámetro entre unos cuantos a cientos de metros”, explicaron los autores del experimento.
Fuera del país, todas somos hermanas
Los biólogos explicaron un elemento entre estos insectos que permite su éxito una vez fuera de su hábitat natural. “Cuando las hormigas salen del continente sudamericano la guerra entre ellas cesa lo que permite que las colonias se establezcan como un gran asentamiento pacífico. Tsutsui y otros investigadores han estudiado este comportamiento y explican que esta coexistencia aparentemente pacífica se debe a la similitud genética entre las colonias lo que sugiere que son todas partes de una gigantesca familia y se reconocen como tal. “La ausencia de variedad entre estos insectos sugiere que son descendientes de tan sólo unos cuantos individuos que fueron introducidos a la nueva región”, explica el autor.
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