Neurología. Investigadores la Universidad del Estado de Michigan decidieron observar al cerebro cuando comete errores y detectaron dos interesantes señales durante las pruebas.
¿Cuántas veces no te han contado los beneficios de aprender de tus errores? Es un consejo que nunca falta y, para muchos, no falla. De hecho, aseguran que es de la única forma que podemos subsanar cuando metemos la pata: si aprendemos a sacarla y a reconocer el agujero donde cayó; porque, como sabemos bien, somos personas de tropezar de nuevo con la misma piedra, y cantar sobre ello.
Ahora, Jason Moser y compañeros en la Universidad del Estado de Michigan decidieron observar al cerebro cuando comete errores, ver lo que ocurría y compararlo con los tipos de personalidad entre los voluntarios. Hay gente, como sabemos, que no aprende de sus errores, ni siquiera parece destacarlos como equivocaciones ni detectarlos cuando aparecen. Para los investigadores, luego de observar todos estos distintos cerebros, es posible decir que las personas que aprenden de sus errores tienen una reacción neuronal distinta a esos que dicen que es imposible o difícil.
“Nuestro estudio es el primero en observar esta diferencia fundamental entre ambos grupos. Es un resultado emocionante porque sugiere que la gente que dice aprender de sus errores están más conectados a ellos y los reconocen rápidamente. Estos resultados pueden tener aplicaciones para estudiantes y trabajadores que se beneficiarían de un programa de entrenamiento diseñado para ayudarlos a aprender de sus equivocaciones; de hecho, a poner más esfuerzo una vez lo han hecho”, explica Moser.
Efectivamente, se trata de un diseño práctico para una acción práctica. Para observarlo, los científicos decidieron elaborar un experimento que fuera, precisamente, apto. En vez de sólo cuestionar a los voluntarios sobre su tipo de personalidad antes de hacer las pruebas, los cuestionaron y luego les pusieron un gorro repleto de alambres para medir los paseos del cerebro mientras tomaban el examen.
Señales largas y cortas
La prueba estaba hecha para fallar. Los voluntarios tenían que identificar la letra del medio en series de cinco letras como “MMMMM” o “NNMNN”, en algunas ocasiones la letra del medio era la misma que las demás, en otras no.
“Es una tarea simple porque hay que hacer lo mismo una y otra vez”, dice Moser.
Pues bien, cada vez que se cometía un error el gorro, que está hecho para grabar la actividad eléctrica del cerebro, identificaba dos señales rápidas distintas, una respuesta inicial que indicaba que algo anda mal, Moser le llama la respuesta “¡oh, miérquina! (oh, crap!)”, y una segunda señal que diferenciaba, por su longitud, a las personas que tomaban el tiempo para aprender de sus errores y los que no.
“Por supuesto, las personas que pensaban que era posible aprender de los errores se recuperaban exitosamente en las próximas pruebas y sus cerebros también reaccionaban distinto, la segunda señal era mucho mayor en longitud en estos cerebros, nos parece que es la señal que dice ‘he cometido un error así que debo prestar más atención ahora’”, indica Moser.
Para asuntos prácticos
Junto a Hans Schroeder, Carrie Heeter, Tim Moran y Yu-Hao Lee, el equipo sugiere que en asuntos prácticos y acciones que nos conviene aprender bien, es mucho mejor pensar, como la pequeña locomotora del cuento infantil, que se puede; el cerebro se va programando para distinguir y detectar mucho más rápido los errores y tomar un tiempo para recuperar lo que no se hizo y hacerlo mejor. La plasticidad cerebral es uno de los sobresalientes beneficios que poseemos.
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