Neurología. Un equipo de científicos en la Universidad de Yale ha realizado varios experimentos para analizar la energía que gasta el cerebro en sus distintas tareas y asegura que la mayor parte de la actividad se usa para mantenernos conscientes.
El cerebro es una máquina que devora energía. De hecho, en un artículo que publicamos aquí, científicos aseguraban que el 20% de nuestro consumo total de energía es utilizado por nuestro órgano en la azotea para funcionar. Y no es para menos. La red neuronal no sólo se encarga de funciones automáticas de las que ni nos enteramos, a menos que nos fallen por supuesto, como la respiración y los latidos del corazón, así como el funcionamiento en general de nuestro cuerpo. Pero también se encarga de todo aquello que desempeñamos conscientemente, nuestros pensamientos, decisiones, planes, recuerdos, sueños y cosas por hacer, entre muchas otras actividades. Sólo la idea de detener la lectura y pararse a hacer otra cosa es realizada con energía cerebral.
Pues bien, ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Yale ha ido un poco más allá. Los científicos aseguran que, de toda esta energía, la mayor parte es usada para mantener la conciencia de cada uno de nosotros como individuos.
“Es conocido que la neurología y el estudio del cerebro en general se vale de la resonancia magnética funcional (fMRI) para observar la actividad cerebral. Muchos estudios se han concentrado en la energía disponible para realizar pruebas de memorias o de resolver problemas, pero en estas ocasiones, el cerebro de la persona sólo usa o requiere como el uno por ciento de la energía que gasta en general. Queríamos saber ¿hacia dónde va la otra parte de toda esta energía, cómo el cerebro dispone de ella?”, explica para EurekAlert, Robert G. Shulman, profesor de biología molecular en Yale y autor principal del artículo.
Shulman explica que las herramientas para conseguir imágenes neuronales conforman sólo la punta del témpano. “Ahora hemos ido más allá, hemos profundizado en este aspecto”.
El cerebro funciona de dos formas, por departamentos pero también como un todo. Existen zonas que se encargan de tareas en específico y varias pueden activarse cuando una persona recuerda o está intentando resolver un problema. Pero, de acuerdo con el nuevo estudio que será publicado en el diario Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias, la energía que usa el cerebro cuando realiza estos trabajos es muy pequeña. Por eso decidieron buscar cuáles otros aspectos gastan la demás.
“Hemos propuesto que el 99% de la energía que se lleva el cerebro es usada para mantenernos conscientes”, dijo Shulman.
Misterio de la neurología
Por lo general, los científicos definen la conciencia, en su forma más simple, como la habilidad para responder significativamente a estímulos externos. Conocer un poco más sobre cómo nuestra red neuronal utiliza la energía que consumimos para mantenernos alertas puede, además, abrir más puertas hacia el estudio de la conciencia misma, un área de la neurología que continúa rodeada de misterios. “Es posible pensar en la conciencia como una propiedad, no del cerebro sino de la persona”, expresó el científico. La ciencia de la anestesiología ha revelado mucho de la conciencia, aunque muchas veces a ciegas, debido a que utiliza sustancias que pueden robarnos de la capacidad para responder a estímulos simples, como cuando una persona está en un coma profundo.
El papel de la anestesia
Cuando usted está bajo anestesia pesada, nada lo hará reaccionar a estímulos externos, lo cual es bueno ya que nadie quiere sentir el trazo del bisturí sobre la piel. Bajo esa semiconsciencia, los médicos han logrado medir la energía que gasta el cerebro en este estado y el resultado es de 50% menos que en estado de alerta y despierto. “Hemos realizado experimentos con ratas donde usamos distintas dosis de anestesia y medimos la energía que gasta el cerebro. Cuando tocamos sus patas con anestesia ligera, la señal en el cerebro viaja hasta la corteza sensorial y otras partes del cerebro. Con el uso de más anestesia, la señal de detiene en la corteza sensorial y si el animal pierde la conciencia completamente la energía y la señal cambian significativamente”, explicó. Estar consciente requiere de que todo el cerebro esté comunicado y conectado, para que las áreas sepan qué hacer con los estímulos y este trabajo conlleva mucha energía.
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