Psiquiatría. Las creencias del apostador sugiere que un nivel alto de ímpetu lo puede predisponer a un rango donde otras distorsiones complejas pueden entrar, como las supersticiones
La adicción de un apostador arruinado está conformada por dos notables cualidades : la impulsividad y la irracionalidad. Ciertamente, la adicción a las apuestas ya te regala una pues el ímpetu es una característica decisiva en la conducta del adicto y mientras más adicto se hace más impulsiva será su conducta. Sin embargo, muchas veces esta impulsividad viene acompañada de un muy mal elemento: la irracionalidad; cuando ambos están ubicados en el mismo hábito maligno la situación se vuelve bastante peligrosa. Sólo hay que pensar en ese adicto a la apuesta y su creencia sincera de que el trébol de cuatro hojas trae suerte y lo llevará de amuleto a la ruleta; cualquier ritual, como besar su medallita de la virgen o vestir de azul, convence al cerebro del adicto sobre la “lógica” detrás de las apuestas.
Pues bien, investigadores en la Universidad de Cambridge se dieron cuenta de esta letal combinación en los apostadores más problemáticos. Ahora bien, no olvidemos que nos hundimos aquí en una patología. Veamos primero, en estudios anteriores han descubierto circuitos neuronales similares para cualquier adicción; y no debe de sorprendernos, las personas con adicciones poseen un sinnúmero de actitudes similares, por supuesto, el químico o la acción adictiva también tendrá su efecto en el adicto y proveerá con lo demás. Por ello, la mayoría de las personas pueden ir a los casinos sin problemas graves, gastan un poco de dinero y se divierten. No obstante, un porcentaje de la población presenta conflictos serios frente a una baraja y muchos pierden las ganancias de los demás por seguir los ritmos adictivos de las neuronas.
El que apuesta impulsivamente muestra irritabilidad si no puede hacerlo, pierde todo el control una vez puede llevarlo a cabo y es capaz de perder su dinero y los bienes de otros con la idea de que todo lo ganará de vuelta y con mucho más beneficios.
“El enlace entre la impulsividad y las creencias del apostador nos sugiere que un nivel alto de ímpetu en la persona lo puede predisponer a un rango donde otras distorsiones complejas que los apostadores experimentan pueden entrar, como las supersticiones. Nuestra investigación nos ayuda a fundirlas como las causas del problema del apostador y nos dice mejor por qué algunas personas están predispuestas a convertirse en apostadores patológicos”, dice el doctor Luke Clark, del departamento de psiquiatría experimental y autor del estudio.
Personalidad adictiva
Ciertamente, hace varias décadas que los investigadores se han concentrado en la personalidad adictiva y se han podido identificar muchos vestuarios en el personaje de la adicción, tanto dentro como fuera del apostador. Pero el resultado novedoso del estudio ha sido descubrir que esos apostadores que poseían altos niveles impulsividad fueron también los que más cometieron errores en razonamiento.
“Estos apostadores de mucho ímpetu eran los más supersticiosos, producían rituales y responsabilizaban sus pérdidas a elementos específicos de la mala suerte”, explicó.
Junto a investigadores del Colegio Universitario Imperial de Londres, tomaron 30 apostadores que buscaban tratamiento para su patología y otro grupo de 30 no apostadores, entre la población británica y los involucraron en varias tareas y juegos de roles.
“Definimos la impulsividad como la preferencia a recompensas inmediatas aunque sean más pequeñas y nos dimos cuenta, mediante un juego con dinero, que los apostadores eran más impulsivos que los del grupo que no apostaba y, además, cuáles de ellos tenían más ímpetu. También les dimos cuestionarios para llenar y sus resultados mostraron que los apostadores más impulsivos tienden a serlo durante humores altos o bajos. Son como señales de que la persona saldrá a apostar”, explica el doctor Clark.
Depresión y alcoholismo
Los expertos explican que este tipo de persona impulsiva también tendía a sufrir depresión y alcoholismo, su adicción no conoce límites, más aún, la muestra era predominantemente masculina; como bien sabemos, existen distinciones entre los sexos en sus conductas y actitudes.
Ciertamente, el exceso de superstición, ingenuidad o credulidad no ayuda en estas condiciones; el cerebro ha sucumbido a una patología y acudirá a las más irracionales creencias para sustentarla. Es probable que la erradicación de la creencia no prevenga la adicción, sin embargo, junto al tratamiento la extirpación de la irracionalidad es necesaria. Los humanos cometemos un sinnúmero de errores y la mayoría de ellos se debe a creencias irracionales que tenemos y a nuestra forma estructurada de entender las cosas, al final, los resultados de apuestas son completamente independientes y fuera de nuestro control.
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