“G.W. puede ver colores que emanan como halos de los cuerpos de sus amigos y enemigos por igual. Bloques de colores se desprenden de sus neuronas cuando observa los nombres de sus familiares y conocidos y hasta de algunas palabras como ‘amor’ y ‘odio’. Sin embargo, aunque se lo pidas, ella no va a leer tu aura por un precio módico ya que no es un fraude o una psíquica, ella sólo es una sinesteta”, así presentaron los científicos del Colegio Universitario de Londres los resultados de un nuevo experimento, dirigido por el investigador Jaime Ward, neuropsicólogo británico.
El nuevo estudio está basado en los conocimientos sobre la sinestesia, una condición que afecta a una entre cada dos mil personas y que, probablemente, haya originado la lectura de las auras, junto con un caso médico. La lectura del aura es una creencia originada por el movimiento de la Nueva Era, que asegura que las personas capaces de ver estas auras son los ‘entonados’ espiritualmente.
Sin embargo, la nueva investigación sugiere que estas auras no son emanadas por los cuerpos de las personas observadas sino que son generadas por el cerebro de la persona que las observa. “Estos colores son originados por un ‘cruce de cables’ neuronal debido a que el órgano no se podó muy bien durante su crecimiento y desarrollo”, observó el doctor Simon Baron-Cohen, otro neuropsicólogo especializado en la sinestesia en la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña.
Las personas con sinestesia, aseguran los expertos, no sólo ven colores sino que son capaces de saborear, literalmente, una obra de arte, oler la música y ver las letras en las palabras, de distintos colores.
“Lo que hemos descubierto es que la sinestesia está directamente encadenada con las emociones. Las personas que ‘padecen’ de esta condición perciben los estímulos con varios sentidos y muchas veces se cruzan entre sí, y, por lo general, las cosas que perciben, ya sea a través del olfato, la vista o el gusto, están relacionadas con los sentimientos que albergan hacia las personas, palabras u objetos que generan estas percepciones en sus cerebros”, explicó Baron-Cohen.
De hecho, muchos sinestetas pueden ver las letras en una misma palabra de distintos colores, sin embargo, en el caso médico del nuevo estudio, la paciente, G.W., observaba la palabra ‘amor’, completa en un color rosa, porque este concepto la hace sentir bien. Cuando observa el nombre Jaime, escrito en la pizarra, la mujer también lo ve en una tintura rosada porque a ella Jaime le cae bien.
“Estas personas poseen un mundo sensorial mucho más rico que el habitual, en el que vivimos la mayoría. Esto se debe a que el cerebro infante de un sinesteta no se autopoda bien durante su desarrollo lo que produce un cruce neuronal que origina estos efectos”, explicó Ward en el Diario de Neuropsicología Cognoscitiva.
¿Cómo se crean las ‘auras’ en el cerebro?
“Hemos observado los cerebros de los sinestetas y encontramos las áreas que permanecen densamente conectadas. Una de estas áreas es conocida como la corteza retrosplenial que está asociada con la producción de emociones. Esta región se encuentra sobreconectada con el área V4, relacionada con la percepción del color, ambas áreas se encuentran próximas una a la otra.
No obstante, otras regiones cerebrales también incurren en la producción sensorial de los sinestetas. Muchos de los pacientes estudiados también incluyen olores y sabores entre sus experiencias con la sinestesia, pero los colores predominan en estos casos médicos. “Creemos que la lectura de las famosas auras se originó a través de la sinestesia. Estas personas pensaron que lo que percibían se originaba en la persona que observaban, pero es posible que en realidad los colores del aura se originan en los cerebros de los que observan y no de los observados”, explicó Ward.
Las pruebas para probar la sinestesia
G.W. estuvo sometida a varias pruebas por espacio de cuatro meses. Un grupo control se utilizó para comparar las respuestas de la mujer. Los científicos utilizaron varias pruebas, entre ellas una conocida como Stroop y otras variantes de ella. En estos exámenes, el investigador muestra algunas palabras, por ejemplo “verde” pero coloreada de azul. Por lo general, las personas cuando leen las palabras pierden tiempo de reacción al encontrarse con la contradicción, sin embargo, la mujer siempre decía el mismo color porque era el que veía todo el tiempo. La mujer acertó en un 86% durante una semana, otorgando el mismo color a las palabras analizadas, en contraste con un 46% del grupo control. Luego de cuatro meses la prueba fue realizada otra vez, la mujer sostuvo su alta puntuación.
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