Así se disculpa su perro

Investigación. Estudios recientes realizados sobre observaciones de animales, tanto en cautiverio como en su hábitat natural, confirman que los demás animales también se arrepienten de sus decisiones y lo demuestran con conductas variadas.

Mientras más estudiamos los animales que comparten el planeta, más descubrimos los parecidos que nos unen, indiscutiblemente, a ellos. Y ya no hablamos de biología. Es obvio que las células que mueven el corazón de su perrito y las moléculas que forman los pulmones del monito, son iguales que las nuestras. Sin embargo, el comportamiento animal cada vez describe, en formas simples, las conductas complejas que caracterizan al Homo sapiens, el animal con el cerebro más complejo de la Tierra.

Ahora bien, es posible observar lo que el animal hace, pero sólo el humano es capaz de decir lo que siente, por lo tanto, con los demás, debemos inferir sus sentimientos a través de sus conductas. Y si usted tiene mascotas sabe muy bien que éstas saben cómo comunicarle lo que siente. Los perros, por ejemplo, conocen muy bien sus límites en la casa, y una vez lo encuentre con los “colmillos en la masa”, el animal actuará como si realmente lo sintiera, su rabo descenderá entre sus patas traseras, es posible que emita unos quejidos de pena y su conducta en general se verá como si el pobre ciertamente estuviese arrepentido. Pero, ¿cómo saber si es así o si estamos depositando nuestros sentimientos en el animal?, ¿cómo estar seguros que no estamos cometiendo un acto de antropomorfismo?

Pues bien, para ello hay científicos por el mundo dedicados a observar el comportamiento de distintos animales, tanto en cautiverio como en su hábitat natural y desligarlo, para su estudio objetivo, de aquello que los humanos suponemos es la situación correcta.

De acuerdo con estudios recientes, citados por John Tierney, del laboratorio de Tierney del diario The New York Times, muchos animales sí parecen padecer de arrepentimiento. Desde tigres que se tapan sus ojos con sus gruesas y pesadas patas hasta los familiares chimpancés, con quienes compartimos un ancestro hace seis millones de años de acuerdo con nuestros genomas, los que toman decisiones y luego, claramente, se arrepienten y tratan de volver sobre sus pasos.

“Puedo ver las ventajas evolutivas que el arrepentimiento tendría para cualquier animal, para que se desarrolle durante el proceso de evolución, mientras no se convierta en una obsesión, como ocurre con la depresión. De hecho, un mono o gorila que no desarrolle arrepentimiento se comportará como un psicópata”, expresó el doctor Michael Platt, uno de los autores de varios estudios en monos.

En el mundo del arrepentimiento

El mundo de los demás animales sobre el planeta puede estar tan lleno de nerviosismo como el humano. El animal parece vivir en una constante lucha por conseguir la próxima comida o entrar en la lucha por buen apareamiento. Dentro de esta lucha por la supervivencia y la distribución genética, el animal debe también socializar, como ocurre con los primates (aunque todos los ámbitos animales tienen un elemento social en ellos). La más reciente investigación llega desde la Universidad de Duke, donde se leyeron, mediante escáner, los cerebros de unos monitos mientras intentaban ganar un concurso cuyo premio era jugo. “Cada vez que un animalito de estos elegía la decisión incorrecta, la actividad neuronal demostraba lo que pudo haber sido si hubiesen elegido la correcta. Ha sido la primera vez que hemos visto esta ambigüedad, de lo que pudo haber sido”, expresó Platt.

También la envidia

Hace unos meses, publicamos varios experimentos con perros que demostraban la envidia que sienten estos animales. Los investigadores realizaban ciertos juegos con las mascotas en pareja y, cada vez que uno de ellos hacía algo bien, se le daba un premio, con los perros, el cariño sirve también como premio. Sin embargo, los científicos comenzaron a premiar a uno de ellos más que a otros por la misma actividad, lo que comenzó a crear celos en el animal que recibía menos. En seguida, el perrito comenzaba a quejarse, ya sea con agresividad hacia el otro compañero que injustamente recibía más que él, o tercamente se negaba a realizar nuevos trucos para el amo que no estaba siendo un buen juez. “Lo que nos falta es conocer cómo estas conductas afectan al animal emocionalmente”.


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