A veces leyendo la Biblia me entran ganas de reír, otras de llorar, a veces las dos cosas, y si queréis que sea sincera en este Génesis XVII, ni siquiera sé que sentir. ¿Será posible que a todo un dios, que se supone que lo es de todas y cada una de las criaturas de la Tierra incluido el hombre, se le ocurra firmar un pacto particular con un sólo hombre, o con un sólo pueblo? ¿Qué utilidad puede tener para un dios universal declararse dios de un sólo pueblo? ¿Por qué pudiendo no se declara dios de toda la humanidad? ¿Y si se declara dios de un pueblo en particular? ¿Qué pasaría por la mente de aquellos que crearon a Dios para finalmente crear un diosecillo sin más aspiraciones que ser dios de un sólo pueblo? Para crear un dios local reducido a un área geográfica muy pequeña?
Quizás lo que realmente les interesaba era crear un dios excluyente, un dios que sólo fuera dios de ellos, un dios al que enfrentar a los dioses de otros pueblos, un dios que los protegiera a ellos y que los ayudara a luchar contra otros hombres y pueblos. Y aquel que dicen que fue creador de todo, no sólo del hombre, también del universo, de animales y plantas, se olvida de los animales y plantas, parece que no le interesa que los animales y plantas sepan o tengan conciencia de que él es su creador. También se olvida del hombre en general para dedicarse a ser dios de un sólo pueblo. Parece como si por propia voluntad el dios Todopoderoso se limitara a sí mismo a no ser más que el dios de unos pocos hombres. Y vuelve a establecer un nuevo pacto, sólo que esta vez es un pacto distinto. Primero estableció el arco iris como pacto, un pacto en que se recordaba a sí mismo que no debía mandar un nuevo diluvio universal. Un pacto en colores para refrescarse la memoria. Ahora establece otro pacto pero, a diferencia del anterior ya no tiene que recordarlo él, ahora lo recordará el hombre. Un pacto doloroso y cruel que deben llevar como marca sus elegidos. Los creyentes hablan y hablan de un dios infinitamente bueno, pero su bondad no aparece por ninguna parte, sólo el dios del castigo, de la muerte, del extermino, del terror, de las plagas, de la enfermedad, y la barbarie aparece y reaparece una y otra vez inventando nuevas crueldades para con el hombre y sus criaturas.
Si alguien se empeñara en desprestigiar a dios nadie seria capaz de hacerlo mejor que aquellos que lo inventaron, o quizá el mismo dios si tenemos en cuenta que dicen que en la Biblia están contenidas sus palabras. La imagen que transmite la Biblia es cualquier cosa menos la de un dios eminentemente bueno, se diría más bien que cualquier parecido con un dios bueno seria pura coincidencia. Pero otra leyenda se consolida, otro cuento nace en la mente de sus creadores.
La circuncisión, señal del pacto
Génesis 17
1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.
¡Ole! ya empezamos. ¿Acaso era necesario que Dios se identificara ante Abram? ¿Acaso no le conocía lo suficiente como para confundirlo con otro? ¿Apareciste con forma humana señor como para que Abram pudiera confundirte con otra persona? Pensaba que te habías encarnado solamente una vez en tu hijo. Lo que son las cosas Señor, hasta ahora no había caído que efectivamente debías tener forma y porte de humano en aquellos tiempos, puesto que tenias olfato y te gustaba el olor de los corderillos asados, pero de ahí a que Abram no te reconociera hay un abismo, anda que no habías pasado años con él y su familia como para que no te reconocieran.
Además hiciste otro milagro Señor, le devolviste a Abram la juventud, el vigor y la fortaleza a sus 99 años, es más lo convertiste en perfecto, es una pena que no dejaras una fotografía de Abram para saber lo que es un hombre perfecto. Mejor dos fotografías, una antes y otra después del milagro para que notáramos la diferencia. Mira que le hemos dado vueltas al problema de la vejez Señor, y no sabemos como solucionarla, que bien nos hubiera venido tener no sólo un ejemplo en quien fijarnos para saber lo que es un hombre perfecto, nos hubiera venido estupendamente que nos describieras lo que hay que hacer, los pasos que hay que dar y como conseguir un hombre perfecto.
Es más Señor, todavía estás a tiempo, todavía nos lo puedes revelar, estoy segura que si quisieras podrías revelarnos como hacerlo. Con lo fácil que te seria revelarnos la fórmula, ¿por qué no lo hiciste Señor?. Ni te imaginas lo doloroso y cruel que es saber que no somos perfectos, ni te imaginas lo doloroso que es ver como nos vamos deteriorando hasta morir, a veces de muertes y enfermedades horribles. Anda Señor, demuestra que eres realmente bueno y muéstranos como se hacen hombres perfectos en un momento. Eso sí que seria un acto de bondad por tu parte, ¿no crees? Es más Señor, si lo hiciste una vez esta claro que lo puedes hacer, ¿acaso eso quiere decir que no lo haces porque no quieres? Porque Señor, en tu Biblia dices que lo hiciste, pero al no dejar pruebas siempre habrá algún desconfiado que no lo crea, porque, los humanos somos terriblemente incrédulos cuando no hay pruebas que lo demuestren. Sólo unos pocos humanos dicen que se lo creen sin necesitar pruebas, así mismos se llaman creyentes, pero otros los llaman crédulos.
3 Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 4 He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. 5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 6 Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.
Supongo que a estas alturas Abram ya no tenía ninguna duda de que pretendías fundar a través de él un gran pueblo, o quizá muchos pueblos. Seguramente no hay otra cosa que hayas repetido más veces en tu Biblia, ¿acaso Abraham, ya con el nuevo nombre, seguía dudando de ti? ¿O es que acaso a aquellos que escribieron la Biblia les interesaba que quedara muy clarito para que nadie pudiera contradecirles? Quizá buscaban que aunque alguien les contradijera poder esgrimir tus palabras como legitimación de sus apetencias.
7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.
¿Os acordáis de Cam, aquel que vio a Noé desnudo y por eso su descendencia fue castigada? Bueno pues ya tenemos aquí a Canaán, hijo de Cam, que sin comerlo ni beberlo se encuentra con que Dios reparte sus tierras entre los descendientes de Abram. Menuda memoria tiene Dios cuando quiere. Otra vez el dios de la Biblia establece un pacto, pero ya no con un sólo hombre, ahora lo hace extensivo a toda la descendencia de un hombre, y además lo hace perpetuo, pero curiosamente con sus propias palabras se autolimita a no ser más que el dios de un pueblo. Por más que se piense no se puede entender por qué el mismo Dios se autolimita de esa manera cuando es el dios creador del universo, el creador de todo, y de todos los hombres que pueblan la Tierra.
Parece que en la mente de quienes lo crearon no había más que una idea fija, el dios que imaginan sólo lo imaginan como dios protector de un pueblo relativamente pequeño. Un dios que parece tener más interés en dar el predominio de ese pueblo sobre los demás pueblos, que en ser el dios de todos los hombres. El mismo Dios dice “para ser tu dios”. No dice para ser el dios de todos los hombres, dice “para ser tu dios”. Y por supuesto sigue empeñado en dar a ese pueblo unas tierras que ya estaban habitadas, que ya tenían dueño, en darles unas tierras por las que tendrían que luchar, matar y hacer daño. Sigo sin ver al dios bondadoso por ningún sitio.
9 Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardaras mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. 10 Este es mi pacto, que guardareis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. 13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. 14 Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
Bueno Señor, no hagas que me de la risa, ¿de verdad que la única forma que se te ocurrió de sellar el pacto fue esa? ¿Por qué no sacarles un ojo? ¿por que no cortarles un pie, o una mano? ¿Por que no marcarles a fuego en la frente? Qué quieres que te diga Señor, para mí que te pasaste mucho en aquella ocasión, que temblandito debían estar los pobres al oír tus palabras. Estoy segura que más de uno dijo “Oye Señor, y si te ofrecemos en holocausto otro corderillo, que sabemos que te gusta un montón, ¿no podrías cambiar ese pacto por lavarnos los pies con agua bendita?”. Mira Señor que aunque tú todavía no lo sepas porque todavía no se ha inventado, el agua bendita es estupenda para recordar pactos y hacer milagros. ¿Recuerdas lo del arco iris Señor? aquello si que fue un pacto, por que no haces ahora algo semejante, anda Señor hazlo y te invitamos al corderillo y a algún que otro palomino. ¿No lo oíste Señor? bueno es igual, estoy segura que más de uno pensó eso, o cosas semejantes. ¿Y eso a los ocho días de nacer? pobres criaturas Señor, ¿No te daba pena oír los berridos de unos niños tan tiernos? ¿No te enternecían sus lagrimas? ¿No veías sus sufrimientos mientras curaban sus heridas? ¿Llevaste la cuenta Señor de cuantos de aquellos tiernos infantes murieron por que se les infectaron las heridas? ¿Por qué no dictaste las normas de cómo debían ser desinfectados los utensilios con que se hacía la operación? Perdoname Señor, pero me temo que ni el padre Abraham, ni ningunos de los que le rodeaban debían estar en aquella época familiarizados con la esterilidad de los instrumentos quirúrgicos, ni con las gasas, ni con los antibióticos. ¿Les enseñaste la técnica de fabricar bisturíes? ¿O lo hacían con cuchillos de cocina, de cobre, de madera o de piedra? ¿Cómo lo hacían Señor, de pie en un establo? ¿De pie en el campo? ¿Tumbados sobre el camastro de una tienda? ¿Tenían el más mínimo conocimiento de asepsia en aquellos tiempos? Señor que ni siquiera se te ocurrió recomendarles que se lavaran las manos, lavárselas aunque sólo fuera con agua, ya que el jabón ni existía ni se le esperaba hasta muchos siglos después.
Es lógico que los hombres no supieran esas cosas tan elementales Señor, pero tú sí, tú sí que debías saberlo, ¿por qué no se lo dijiste a aquellos hombres tan incultos? En realidad Señor, da la sensación de que no sabes más que lo que saben los hombres, tus palabras se ciñen demasiado bien a los escasos conocimientos de la época. Señor no permitas que te hagan decir esas cosas, no ves que te muestran como un dios cruel y brutal, un dios no sólo ajeno al dolor humano, en realidad te muestran como si fueras un dios que disfrutaras de ese dolor. ¿Es así Señor? Después dicen que eres un dios infinitamente bueno y justo sin que se les caiga la cara de vergüenza.
¿Qué bondad o que justicia puede haber en circuncidar a un niño de ocho días? ¿Todos necesitaban ser circuncidados Señor? ¿O acaso se les hacía a todos lo necesitaran o no lo necesitaran para recordar tu pacto?
Pero otra cosa vuelves a dejar clara en los versículos anteriores, vuelves a dejar claro que eso de comprar y vender personas no te afecta en absoluto, sabes que existe, sabes que se hace, sabes la ignominia que eso supone, lo sabes porque dices que esas personas deben ser circuncidadas, pero no se te ocurre ni condenarlo ni levantar la voz ante semejante injusticia. Está claro que la lacra de la esclavitud ni te ocupa ni preocupa, creo que ya se puede decir que la apoyas abiertamente.
15 Dijo también Dios a Abram: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. 16 Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; si, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. 17 Entonces Abram se postro sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: “¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” 18 Y dijo Abram a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.
Parece que Abram era interesado, el interés le hace creer lo que dice Dios sobre las tierras y sobre su descendencia, pero no era tonto, sabía que a sus cien años y a los noventa de Sara aquello de concebir era bastante difícil. Pero lo que son las cosas, aquello que Dios no quiso hacer cuando eran jóvenes, cuando Sarai tuvo que regalarle a Agar para tener hijos a través de ella, lo hace ahora cuando ya Sara tiene noventa años. ¿Verdad que así resulta mucho más milagro? ¿Cuánto mas increíble más milagroso verdad Señor? Siempre digo lo mismo Señor, ¿por qué no dejas pruebas de tus milagros? ¿No entiendes que sin pruebas cualquiera puede pensar que no es más que un cuento que un día unos nómadas inventaron y que te lo adjudicaron a ti por que sabían que si lo hubieran contado como de ellos no resultaría creíble? De todas maneras todavía estamos a tiempo Señor, lo que no nos contaste en la Biblia puedes contárnoslo cualquier día, no veas lo atentos que iban a estar los ginecólogos y ramas afines de la medicina para comprender el método que usaste en aquel tiempo para conseguir que Sara a sus noventa años se quedara embarazada. Sin duda sería un método revolucionario de fecundación asistida, no creo que nadie se negara a inscribirlo en el libro de patente y darte tus honorarios por tus métodos.
19 Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con el como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. 20 Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrara, y haré de él una gran nación. 21 Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. 22 Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham.
Ala Señor, ya la estas liando otra vez, si hubieras hecho el milagro de hacer fértil a Sara a su debido tiempo te hubieras evitado que naciera Ismael, hubieras evitado que pudieran surgir problemas entre Ismael y Isaac, el uno era hijo de Agar, una esclava egipcia, el otro era hijo de Sara, la legítima mujer de Abraham, ¿así que con quién ibas a cerrar tu pacto sino con Isaac? Ismael, por muy importante que fuera no era más que un segundón hijo de una esclava, demasiado inferior como para pactar algo con él. Ayudarle sí, darle poder y honores sí, ¿pero firmar pactos contigo el hijo de una esclava? ¿A quien se le podía ocurrir que tal cosa pasase por tu cabeza?
23 Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los domésticos de la casa de Abram, y circuncidá la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho.
Y ni corto ni perezoso Abram cogió a su gente y ¡zas!, fuera prepucio por que así se lo habías dicho tú. Estoy segura que aquellos hombres pasaron horas, días bailando, aunque dudo mucho que fuera de alegría. Por muy insignificante que fuera la parte del “pajarito” que les cortaron estoy segura que no les hizo ninguna gracia. ¿Murió alguno como consecuencia de la tecnología de punta empleada en la intervención Señor? ¿A ninguno se le enconaron las heridas y murió como consecuencia de eso?
24 Era Abram de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. 25 E Ismael su hijo era de trece años, cuando fue circuncidada la carne de su prepucio. 26 En el mismo día fueron circuncidados Abram e Ismael su hijo. 27 Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en casa, y el comprado del extranjero por dinero, fueron circuncidados con él.
Y todos tan contentos, una vez más se había cumplido la voluntad de Dios, de un dios infinitamente bueno que cuida por el bienestar de sus criaturas. Siento vergüenza Señor, siento vergüenza de que los hombres te hagan decir semejantes salvajadas desmintiendo una y otra vez tus divinas cualidades. Soy atea Señor, no creo en ti, no creo que seas más que un mito, un invento de los hombres, pero si creyera en ti te trataría con más respeto del que te han tratado tus creyentes.
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