Voluntariamente me he saltado el capitulo XIV del Génesis, no es más que una larga lista de nombres de ciudades y reyes enzarzados en peleas continuas. Quizá lo único que aporta a nuestra historia es la demostración de que aquellas tierras que Dios promete a Abram estaban habitadas, que tenían dueño, y que sus dueños peleaban por ellas.
Aun así Dios se la promete a Abram saltándose los más elementales principios del derecho, de la justicia, de la estética, y de la ética. Poco importa si están habitadas o no, poco importa si pertenecen a otros hombres y a otros pueblos, lo importante es que el dios de Abram se las promete a él y a su pueblo por encima de esos derechos.
Quizá es que en aquella época ese derecho ni se respetaba ni se reconocía por parte de nadie, la tierra era de quien la conquistaba, y la única forma de conservarla era la continua lucha entre hombres y pueblos. En el fondo parece que tampoco hemos avanzado tanto desde los tiempos bíblicos. Pero evidentemente el dios de Abram no iba a respetar esas minucias, él que era el creador de todo no se iba a entretener en esas cosas. Él era el dios creador de hombres y tierras, podía hacer lo que quería, y a algunos hombres y pueblos eso les interesaba muchísimo. Quizá por eso se declaraban portavoces de ese dios, para que Dios dijera lo que a ellos les interesaba. Las razones y los intereses de los hombres son fácilmente discutibles, pero cuando esos mismos hombres se apoyan en lo que dicen que son las palabras y la voluntad de Dios, se terminó el debate, ellos son los buenos y los que tienen razón siempre, para eso lo ha dicho su dios.
Pero volvamos ya al capítulo XV del Génesis que tiene algunas cosas jugosas.
Dios promete a Abram un hijo
Génesis 15
1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
Obsérvese como poco el hombre se va desprendiendo de la presencia física de Dios, ya no es el Jehová de presencia física, aquel que veía y olía el olorcillo turbador de los corderillos ofrecidos en holocausto el que habla con su autoridad y su presencia. El Jehová físico es sustituido por su voz. Ya Abram no ve a Dios como lo había visto. No, lo ve en visión, y es el propio Abram quien dice que Dios dice, pero aquí empieza el SILENCIO eterno de Dios. La transferencia entre el dios real, que un día imaginaron los hombres se va realizando lentamente, ya los hombres manipulan a ese dios para que digan lo que a ellos les interesa, ya los hombres empiezan a decirlo abiertamente. ¿Y qué dice Abram que le ofrece ese dios que un día los suyos crearon para que les apoyara? Justamente eso, protección y premios, poco importa el comportamiento de Abram, poco importa su ética y su moral, lo importante es que es el elegido de entre el pueblo elegido por Dios.
2 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.
¡Válgame Dios! el pobre Abram se queja de que no tiene descendencia, ¿cómo puede ser el padre del pueblo que dios le ha prometido si no tiene descendencia? Claro que el no lo sabe todavía, pero dios ya lo tiene todo previsto. ¡Estaría bueno que dios vaya a consentir que un esclavo vaya a heredar las riquezas de Abram! Al parecer el tal Eliezer no era una criatura suya, por lo tanto no era digno de semejante honor. Parece que todos somos hijos de Dios, pero no nos engañemos, también entre los hijos de Dios hay categorías y por muy iguales que nos haya hecho, hay unos más iguales que otros.
Lo que sí parece claro es que Dios acepta la esclavitud sin inmutarse, es algo que ha visto siempre y que no le causa ninguna sensación. En el fondo tampoco eso debería extrañarnos. Si partimos de la base de que nos creó para que le adoráramos y sirviéramos. Parece lógico que acepte la esclavitud como algo natural, para eso nos creó, ¿por qué le iba a parecer raro que sus elegidos tuvieran esclavos? Que pena que Dios no aprovechara la ocasión para dejar claro lo que pensaba respecto a la esclavitud. ¿O quizá si que lo deja claro con su silencio?
4 Luego vino a él la palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Abram insiste en que habla con la palabra de Dios, ya no habla con Dios, ahora habla con su palabra, seguramente lo que escucha es lo que le interesa escuchar. Imagino que cuando alguien oye voces en su cerebro además de no ser muy fiables, debe haber alguna denominación psiquiátrica para ese tipo de mal, creo que se llama esquizofrenia, pero eso parece que carece de importancia para los creyentes. No se dan cuenta, o no quieren darse cuenta del detalle. Prefieren creer que es posible, y que su dios habla directamente al cerebro de Abram, igual que a lo largo de la Biblia, la voz de Dios hablará constantemente con aquellos que parecen ser sus elegidos. Esa tradición esquizofrénica que ahora comienza con Abram se alargará después en santos, en la virgen, en iluminados por la palabra de Dios hasta nuestros días. En el fondo esa es la justificación del espíritu santo que sigue iluminando con su palabra las actuaciones de su iglesia.
Si yo fuera psiquiatra a lo mejor encontraba un nombre para eso, es posible que esa enfermedad psíquica ya este catalogada desde hace muchos años, y a los creyentes no le interese reconocer que su fe, y aquellos que escribieron la Biblia padecían algunas alteraciones psíquicas de importancia.
Pero en cualquier caso la “palabra de Dios” insiste prometiéndole a Abram que tendrá descendencia, otro milagro se avecina en la mente de Dios, pero en esta ocasión será un milagrillo bastante más chabacano.
5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
¿Quién lo llevó fuera Señor? ¿La voz que oía en su cerebro lo llevó fuera? Ignoraba que una voz pueda llevar a nadie de un sitio a otro, pero está claro que con tu colaboración todo es posible. Pero en cualquier caso la voz insiste en su promesa sobre la numerosísima descendencia de Abram. Algo se traía entre manos la “voz”.
6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. 7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.
No sólo le asegura descendencia, le asegura otra vez que le dará las tierras. Cuando Dios promete algo se nota que quiere dejarlo claro.
8 Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré, que la he de heredar?
A pesar de lo cual el bueno de Abram no terminaba de fiarse de las voces que oía en su cerebro y pide pruebas al buen Dios. Una tradición que se ha perdido hace tiempo, al parecer eso de pedir pruebas a Dios ni siquiera es concebible en la mente de los creyentes de hoy día. Con lo bien que nos vendría que fuera el mismo Dios quien se demostrara a sí mismo de forma clara. Eso daría seguridad a los creyentes y desaparecerían los ateos, menuda lata que nos quitaríamos de encima unos y otros. ¿Señor por que no lo haces de forma que todos podamos comprobarlo de una vez por todas? ¿Acaso no puedes hacerlo?
9 Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. 10 Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. 11 Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba.
Está claro que eres más carnívoro que vegetariano Señor, ¿quizá fue por eso por lo que rechazaste la ofrenda de Caín? ¿Quizá fue por que te gustaban más los palominos que las alcachofas?
12 Mas a la caída del Sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. 13 Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. 14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza. 15 Y tu vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. 16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aun no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí. 17 Y sucedió que puesto el Sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; 19 la tierra de los ceneos, los cenezeos, los admoneos, 20 los heteos, los ferezeos, los refaitas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.
Ya está claro Señor, está clarísimo que tus palabras son mucho más fiables y convincentes cuando Abram está dormido que cuando está despierto. Lo que no terminaba de creer estando despierto lo acepta sin problemas cuando está dormido y sueña. Esos sí que son sueños premonitorios, lo demás es cuento, cuentos que se cumplirán a lo largo de varios siglos y que alguien llama profecías. ¿Profecías en sueños señor? La verdad es que contigo se puede esperar cualquier cosa.
Pero también queda claro que las tierras prometidas tenían dueño, muchos dueños que supongo yo que algún derecho debían tener sobre las tierras. ¿No te parece que eso es una agresión a los derechos de otros pueblos? ¿O caso no tenían derechos por que no creían en ti?
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